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Finalizó una nueva edición del Festival teatral de Porto Alegre

La obra de Mauricio Rosencof «Los caballos»(*), por Teatro de La Gaviota, es teatro político. Es denuncia de las condiciones de trabajo y vida en los arrozales de Treinta y Tres y llamado a la insurrección. La puesta en escena de Ernesto Clavijo atendió linealmente a la trama, sin el relieve combativo que elevare la anécdota al nivel del manifiesto. En particular, la conducta del personaje clave de Ulpiano pareció más delirio senil que rebeldía cívica.

«Electra» (**) de Sófocles, puesta en escena de Marisa Bentancur, causó sensación en el público «gaúcho» por la actuación de Gabriela Iribarren como la luchadora y dolida protagonista. Luego de un comienzo incierto, apareció la actriz, se adueñó del escenario del Renascença y, con el apreciable concurso del libreto, subyugó a su auditorio. Algunos detalles podrán mejorar, como la inserción en la tragedia de un coro plural que no hace inteligibles sus apasionadas invocaciones. Muy bien Rosa Simonelli como Clitemnestra y Virginia Rodríguez como Crisotemis.

«Kabul» (***) de las autoras y directoras Ana Texeira y Stephane Brodt (Rio de Janeiro) narra, en un estilo sobrio y ceñido que recuerda creaciones de Peter Brook, como «El traje», una historia que une el desdichado episodio de una mujer lapidada en el estadio de Kabul en 1999 con el libro «Las golondrinas de Kabul» de la argelina Yasmina Kadra. Son magistrales la escenografía, mínima y artística, y la interpretación: los actores, además de dar el alma de sus personajes, sugieren puertas, cárceles y habitaciones. De lo mejor del festival.

De «In on it» (*) del autor canadiense contemporáneo Daniel MacIvor (1962), suspendemos el juicio porque a duras penas pudimos entender una mínima parte de la trama, alevosamente complicada con desconcertantes y desconcertadas idas y venidas en el tiempo. Se nos dice que dos actores interpretaron diez personajes; lo más que vimos fue cuatro, con casi la misma voz y los mismos gestos: uno de ellos canchero y sabido, el otro absorto y descolocado. Con toda clase de premios.

«Ultimo tango en Berlín» (*) de la cantante alemana Ute Lemper, cerró el festival y deslumbró al público. Como en la apertura por Goran Bregovic, todo en Lemper es aproximadamente igual, de Brecht a Piazzolla. La diva, de expresión facial congelada, intenta parecerse a Marlene Dietrich.

LOS CABALLOS, de Mauricio Rosencof, por teatro de La Gaviota, con Lidia Etchemendy, Rosana Ramón, Carlos Scuro, Duilio Borch, Manuel Villarino, Emanuel Sobré y Júver Salcedo. Vestuario de Gerardo Egea, escenografía de Alejandro Curzio, iluminación de Juan José Ferragut, banda sonora de Carlos García, dirección de Ernesto Clavijo. En teatro Bruno Kiefer, 23 de septiembre.

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