Obras. Bienvenidos al hogar, Engaños, Cenizas de Sánchez, Justo Antes del eclipse, 1903 en la noche y por las sierras

Las puestas en escena teatrales uruguayas de los últimos meses

Bienvenidos al hogar, de Carlos Manuel Varela, dirección de Lila García. En teatro Victoria. Un «correccional de menores» donde reinan «el caos, la locura y el absurdo». Inexistente como pieza de denuncia, ya que nada de lo que describe la pieza se parece remotamente a las dependencias del INAU, sólo tiene alguna chance en el plano de la fantasía; pero la imaginación está coartada por un patético intento de sugerir fuerza mediante brutalidades, como las tres violaciones que suceden de buenas a primeras. La reiterativa trama desemboca, al fin de largos meandros, en una especie de parodia de «Marat Sade». La puesta en escena de Lila García incurre en una presentación chillona de los aspectos «realistas» de la pieza. En la interpretación duele ver, desmesuradamente sobreactuada, a una actriz tan delicada y sobria como Susana Sellanes.

Engaños («Cecé» y «La morsa»), (**) de Pirandello, versión y dirección de Franklin Rodríguez. En Espacio Teatro. Espectáculo que se destaca en todos los aspectos. La Pirandello en su fase realista siempre muestra soltura para el diálogo y habilidad para crear verosímiles situaciones de conflicto. La dirección de Franklin Rodríguez y el muy competente elenco, donde se nos permitirá destacar a los dos hombres, Alejandro Busch y Fernando Canto completan lo necesario para algo más de una hora de buen teatro.

Cenizas de Sánchez, (***) sobre vida y obra de Florencio Sánchez, dramaturgia y dirección de Enrique Permuy. En Casa de los Siete Vientos.

Por mucho, el mejor homenaje a Sánchez de este año de recordatorios a menudo imaginarios, cuando no agraviantes. Muy buen libreto que entreteje la vida de Florencio con fragmentos significativos de su obra que parecen escritos ayer, puesta en escena deslumbrante de inventiva en escenografía, efectos plásticos, movimiento en escena, accesorios y coreografía, interpretación valiosa y sentida con puntos altos en Martín Irigoyen a la vez como Sánchez, José Antonio (El pasado) y Aniceto (Barranca Abajo) y Graciela Abeledo como La Tigra y Rosario (El pasado). Con emoción e inteligencia, Enrique Permuy puso de nuevo a Florencio Sánchez de pie sobre las tablas.

Justo antes del eclipse, (**) de Adrián Rodríguez, dirección de Luis Izzi. En teatro del museo Torres García.

Tres historias paralelas en el tiempo con tres conflictos bien diseñados terminan por entrelazarse y al fin, mérito poco común, el desenlace arroja un súbito destello sobre episodios que comprendíamos a medias. En la primera y la tercera historia (la enfermera y el médico, el hombre que dice buscar un libro y la empleada de la librería) los diálogos son certeros, a veces recios, intensos y convocadores del drama; en la relación de idilio frustrado de las dos jóvenes, aunque reconocemos la especial dificultad del tema, el diálogo suele ser insípido. Todo un triunfo del autor, Adrián Rodríguez, que si no es un caso de homonimia participa también del libreto de «Cenizas de Sánchez». La dirección (Luis Izzi) la iluminación y la forma de actuar nos recordaron, para bien, las creaciones de Alberto Félix Alberto.

1903 en la noche y por las sierras, de Teresa Deubaldo, dirección de la autora. Teatro El Galpón, sala Cero. El ambicioso propósito de dibujar la revolución de 1904 a través de una familia de origen suizo, cuyos tres hijos adhieren a Saravia, pretende realizarse sin más acción que unos golpes en la puerta, una voz en off que informa sobre los pormenores del alzamiento con un fondo de telégrafo Morse y diálogos que divagan sobre tópicos tan diversos como el puchero, la confección de camisas y pañuelos y hasta Florencio Sánchez y su estreno en Buenos Aires de «M’hijo el dotor». No hay drama: el hijo, poeta y cantor, eludirá la leva, en la noche y por las sierras.

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