Daniel Chavarría recibió ayer el Premio Nacional de Literatura

En ocasión de tomar en sus manos el premio que le había sido adjudicado en diciembre del año pasado, Chavarría dijo que trató de hacer «una literatura que esté al alcance de amplios sectores de la población. Pero con dignidad, sin caer en la estúpida lógica mercantilista».

El escritor, nacido en Uruguay en 1933 pero radicado en La Habana desde 1969, se define a sí mismo como «un cubano nacido en Uruguay», y en varias ocasiones ha reiterado su amor por la isla caribeña.

«He vivido aquí más tiempo que en ninguna otra parte y me siento orgulloso de poder asegurar como Henry Reeve (general del Ejército Libertador de Cuba, nacido en Estados Unidos) que un hombre no es del sitio donde nació ni de aquellos en que vivió, sino del lugar en que elige morir», exclamó en una entrevista realizada el pasado setiembre por una revista cubana.

El grupo de jueces, entre los que se encontraban los escritores Ambrosio Fornet, Enrique Saínz y Arturo Arango, coincidieron por unanimidad en que el «Chava» (apodo del novelista) es conocido como uno de los autores que renovó la novela policial en el ámbito hispanoamericano, y por ende, «merecía el reconocimiento», anunció ayer Telesur.

Entre las obras de Chavarría se destacan «Joy» (1978), «Adiós muchachos» (1994), «El rojo en la pluma del loro» (2001), «Príapos» (2005), «Una pica en Flandes» (2006) y «Viudas de sangre» (2004).

También ha incursionado como guionista de televisión y cine, con las producciones Plaff y La frontera del deber, respectivamente.

Actualmente, ha manifestado que lo que más le agrada es escribir novelas que mezclen la aventura con lo pícaro y lo histórico, y que a su vez, no estén cargadas de textos rebuscados que la enmarquen en una «literatura de élite».

«Trato de hacer una literatura que esté al alcance de amplios sectores de la población. Pero con dignidad, sin caer en la estúpida lógica mercantilista», recalcó.

Además de este reconocimiento, Chavarría también ha recibido los premios Edgar Allan Poe, entregado en 2002; Casa de las Américas, en 2000, y Alejo Carpentier, en 2004.