El psicoanálisis como deporte
El tema no es novedoso, pero encontramos originalidad en su tratamiento. Con un humor del género pince-sans-rire, ya en las primeras escenas estamos en la estratósfera de la imaginación, con el psicoanalista que, sin previo aviso, confía la secuencia del tratamiento a la precisión de su driver en un juego de golf que va desde su sala de consulta en dirección al público, que debemos ser el green; la terapeuta se auxilia además, en una ruda y extraña secretaria que es todo un personaje y un capítulo aparte.
El humor con que Izzi desarrolla su obra le es personal también: roza el delirio y las fantasías esquizoides, pero parece, al fin de cuentas, centrado y razonable.
Lo más próximo que encontramos en nuestra memoria es el genio cómico de Rafael Spregelburd cuando decide divertirse soñando despierto y lanza una cohetería completa de disparates. La interpretación (Erica Gómez Ricci, Valeria Silva y Paula Padrón) es suficiente y atiende con precisión al texto.
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