EMPATE QUE ALIENTA ESPERANZAS 08 de julio de 2004, 09:37hs

Afloró el amor propio celeste

Uruguay rescató un punto de oro en las postrimerías del partido ante los aztecas y mantiene intactas las esperanzas de clasificación, al tiempo que comenzó a ahuyentar fantasmas, al menos si a resultados nos referimos. Porque por lo demostrado en la cancha fue bastante discreto y no varió demasiado de lo que habíamos visto en las últimas presentaciones celestes.

Lo que sí es rescatable es la actitud positiva del equipo o de algunos jugadores que no se guardaron nada y dieron todo en la cancha, caso «Cebolla» Rodríguez, Varela, Paolo Montero, Bizera e incluso con notoria falta de fútbol en algún caso.

Pero si a eso le sumamos que Uruguay empató con 10 jugadores, por la expulsión del «Chengue» Morales por una falta cometida a tres minutos de haber ingresado, entonces este empate al pasar raya da positivo.

Los mexicanos, lejos de ser el equipo temible del que hablaban los medios de prensa, incluyendo lo propios aztecas, fue una pálida imagen de un equipo sin ideas, con gravísimos problemas defensivos, aun sin que Uruguay lastimara demasiado y con una lentitud que determinó que Uruguay pudiera jugarle por momentos de igual a igual.

Lo diferente entre aztecas y charrúas fue el toque más preciso de los verdes, sin apuro y buscando la llegada de Borguetti, que no estuvo en la conversación.

Pero Uruguay fue llevando el partido, emparejó en la lucha por el mediocampo que lo perdió apenas iniciado el cotejo y cuando restaba póco para finalizar el primer tiempo un centro al área mexicana, la pelota fue peinada por Forlán y Bueno reflejó su condición de goleador y mandó a guardar el balón a las piolas aztecas.

Sin embargo, los mexicanos encontraron el empate en los descuentos, cuando Osorio levantó un centro cerrado desde la derecha, con tan mala fortuna para Barbat que pensando que la pelota se iba afuera, no atinó a nada y el balón se coló al arco luego de pegar en el palo.

Con esa injusticia a cuestas, Uruguay afrontó el segundo tiempo en las mismas condiciones, sin cambios y entregándole la cancha a los mexicanos que jugaron más ordenados.

De todos modos, el segundo gol mexicano vino de otro descuido de la uúltima zona celeste al dejar libre para shotear a Pardo que clavó el derechazo y dejó parado a Barbat.

Después el desespero, los celestes que siguieron desordenados y cuando parecía que se complicaba por la expulsión de Morales, la celeste afloró y a poco del final en un centro, la cabeza de Montero mandó a viajar la pelota al fondo del arco azteca decretando el definitivo empate.

Las esperanzas siguen latentes. Uruguay empató y sigue vivo.