VIOLENCIA. HINCHAS DE AMBOS EQUIPOS INVADIERON EL CAMPO Y SE TRENZARON EN LUCHA

Batalla campal en Jardines

Nada hacía prever un final de esas características, ya que casi todo el partido se había desarrollado intensamente pero sin incidentes de ningún tipo, tanto dentro como fuera de la cancha.

El único hecho reprobable de la tarde había ocurrido momentos antes de comenzar el encuentro, cuando el árbitro Jorge Larrionda observó la presencia de algunos parciales tricolores «trepados» al tejido, por lo que habló con el capitán albo, Oscar Javier Morales, para que se dirigiera a pedirles a sus seguidores que se bajaran.

El resto del juego fue totalmente normal en las tribunas, con aliento y cantos, hasta que en el último minuto la temperatura en las gradas subió considerablemente, después de una jugada en la que el colombiano Mena golpeó de atrás a «O Jota» y enseguida Adrián Romero le entró muy duro a Egidio Arévalo Ríos, ganándose la tarjeta roja.

La expulsión provocó la reacción de los hinchas instalados en la cabecera tricolor, que empezaron a arrojar botellas hacia la tribuna oficial.

Apenas Larrionda pitó el final, algunos hinchas de Nacional se abalanzaron sobre el alambrado, rompieron uno de los sectores -detrás del arco- e invadieron el campo con la intención de robar una bandera de Danubio que colgaba sobre el tejido de la Platea; un rápido pasamanos hizo perder de vista el «trofeo de guerra» y cuando parecía que todo terminaba ahí, los invasores se apoderaron también de los banderines de los córneres.

Desde la otra cabecera, una veintena de danubianos también ingresó a la cancha para reclamar por el robo de su bandera, mientras los jugadores locales cantaban en zona de vestuarios y los integrantes de los medios de prensa esperaban para entrar en esa zona porque el operativo policial había dispuesto que los periodistas no podían ingresar por razones de seguridad.

 

Se armó «generala»

Algunos funcionarios de Danubio todavía estaban dentro de la cancha tratando de frenar a sus hinchas para que no hubiera inconvenientes, mientras del otro lado uno de los parciales tricolores -de remera azul- se dedicó a instigar a sus pares de bajar al césped para pelear, golpéandose una mano con el otro puño haciendo claras señas de que debían ir sobre sus «enemigos».

Cuatro o cinco guardias policiales, ubicados en la boca del túnel, se limitaban a mirar pasivamente lo que pasaba dentro de la cancha, hasta que la invasión se multiplicó y comenzó una batalla campal de proporciones.

Una agente femenina que custodiaba la zona del palco oficial miraba incrédula la pelea y preguntaba a viva voz ¿los coraceros dónde están? ¿la guardia dónde está? Ante la dimensión que tomaron los incidentes, dos personas salieron del Estadio y pidieron a tres efectivos, que conversaban fuera de Jardines y no tenían idea de lo que estaba pasando, su intervención para controlar desmanes; inmediatamente corrieron rumbo al túnel, aunque alguno dijo al pasar que tenían órdenes de no intervenir.

En la cancha la gresca era general, con decenas de personas que aprovecharon todo lo que estuviera a su alcance para golpear: los palos de los banderines, los hierros que sirven para sostener la estática y el pie del micrófono de la empresa Tenfield sirvieron como armas de largo alcance; golpes de puño y puntapiés -varios de ellos a los que estaban en el piso-, mientras varios intentaron huir hacia la zona de vestuarios.

Varios minutos después, una decena de policías ingresó a la cancha provocando la rápida huida de la mayoría de los inadaptados, que igualmente siguieron la golpiza muy cerca de la tribuna «de la palmera», ahora enfrentados a los policías también. Casi al mismo tiempo, la represión llegó a la tribuna cabecera que ocupaba Nacional, provocando una avalancha sobre la puerta de salida, lo que pudo causar un verdadero desastre.

Cuando la situación comenzó a controlarse dentro del campo, algunos incidentes se produjeron también en la zona del palco y en la de cabinas, sobre todo con fuertes cruces de palabras. Al mismo tiempo se retiraba el ómnibus de los tricolores del escenario, mientras a unos cincuenta metros varias decenas de funcionarios policiales permanecían formados atentos a la retirada de los hinchas; fuera del Estadio no se reportaron incidentes de gravedad, pero dentro pudo haber habido una tragedia. !=

Encuentro. Cuando los hinchas se encontraron se desató la batalla campal con varios focos de violencia en el campo.

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