EL "9" DE PAYSANDU FRENTE A PEÑAROL

Ravera quiere pagar una deuda

En Wanderers lo comparaban con Enzo Francescoli, y cuando fue a Nacional rindió y muchos hablaban de un futuro auspicioso en Europa. Al viejo mundo llegó, pero la transferencia la enviaron fuera del tiempo estipulado: «Perdí 400 lucas por eso», recuerda sin malhumor. El «flaco» que es creyente y positivo por naturaleza se bancó entero ésta y otras situaciones. Ahora ansía el regreso a su nivel y la expansión de la escuelita de fútbol que abrió en Paysandú, junto a Fernando Kanapkis.

Juan Ravera (de 27 años) podía haber sido vendedor de autos, modelo (como efectivamente fue) o pastor. Eligió el fútbol, pero no desechó ninguna oportunidad de laburo: el verano pasado condujo un programa de televisión en Punta del Este, antes desfiló en pasarela, armó su agencia de modelos (con la que hizo «platales» durante 8 años) y hace poco fundó una escuelita de fútbol en Paysandú, con sucursal en Young, y otra que en breve inaugurará en Salto. «Soy un laburante», resume.

En el momento que habla con LA REPUBLICA, nos interrumpe la gente que lo saluda o él reconoce, le guiña el ojo a sus compañeros y les dice que van a ganar. Está vestido con campera de cuero negra y mezclado en el tumulto del vestuario, no necesita preguntas para hablar, es un tipo hiperactivo que irradia buena onda y vitalidad. Si bien su personalidad tiene esos componentes, la fe influye. «Yo soy creyente en Dios –dice–, creo que la Biblia es su palabra y me hace bien. Trato también que el futbolista que es medio cabalero, entienda la Biblia y aprenda. Soy Atleta de Cristo pero no me gusta utilizar la palabra religión, porque la gente no lo toma bien. Yo me congrego en las iglesias evangélicas, donde esté, en Europa o Paysandú. En Montevideo nos reunimos con Miguel Peirano, Juan Bogado, Fabio Gímenez, que viene una vez por mes, son parte del grupo. El tema con esto es que si vos lees la Biblia te das cuenta que hay una cantidad de cosas que no estás haciendo y a partir de ahí la cerrás y lo dejás por ahí o le metés para adelante. En mi caso, hace 10 años que soy creyente».

El modelo

–¿Y largaste el modelaje?

–Ahora sí porque no me daba el tiempo para hacer todo. Con la agencia me fue de novela, hice platales, gracias a eso y al fútbol tengo todo lo que tengo. En realidad soy hábil para los negocios y me gusta, aunque el fútbol es mi vida.

–Pero has ligado mal…

–Sí, pero no puedo renegar de los cuatro años en Wanderers, que fueron excelentes, de los dos que estuve en Nacional, que anduve volando, y no voy a renegar del fútbol por dos años que me ha ido mal. Porque son circunstancias; mirá si habré ligado mal: cuando me piden de Danubio voy, pero es un cuadro muy especial porque quiere a los jugadores del club; el Bebe me puso dos partidos y nunca más. Le voy a pedir explicaciones al técnico y justo lo echaron, y llegó Fossatti y me dijo que no me iba a tener en cuenta; vos fijate que a mí me había traído Castelnoble, y Fossatti vino a trabajar con los jugadores del club y me comí ese garrón. Después me fui para Europa y el pase no se hizo porque la transferencia llegó fuera de fecha. Tenía 400 lucas y por esas cosas de la vida no se dio. Me vine para acá y como no podía hacer doble pase arreglé con Paysandú Bella Vista. Arranqué allá y le empatamos a Peñarol, le ganamos a Nacional y me desgarré el cuadriceps. Como no había médico deportólogo la recuperación en vez de llevarme un mes me demoró dos o tres meses. Retorné a jugar y enseguida me embromé de los meniscos. Entonces, operación, todo lo mismo, recuperación lenta, porque no había médico y tuve una cantidad de problemas. Empecé este año y me lesioné cuatro veces. Y con esto en Paysandú, hay mucha gente que no me quiere porque no me ha visto jugar. El tema es rendirle a la gente.

–¿Te sentís en falta?

–Me siento en deuda conmigo mismo y con la gente. Pero con constancia, fuerza y fe se vuelve; mi revancha para mí es jugar cuatro o cinco partidos seguidos. Ahora desde que llegó el médico con Voltaire García bajé 5 kilos, porque estaba pesando 82 kilos, ya no era más el flaco Ravera; tenía una panza… La verdad que también el año pasado Paysandú era una jungla.

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