BODA REAL: UN NEGOCIO  DE U$S 1.000 MILLONES

La elegante sobriedad que caracteriza la cultura británica, no le impide ser en extremo creativa a la hora de buscar salidas a su alicaída economía. Y, sin necesidad de referir a las sempiternas incursiones guerrero-colonialistas que jalonan la historia de los isleños del norte desde hace ya demasiados siglos, vale detenerse en esta iniciativa. Es que amén de esas y otras virtudes, ellos también son duchos en otro tipo de operaciones. Si se quiere más superfluas, pero igual de rentables: las bodas reales.

Así como se lee, por banal que parezca, la hiper anunciada boda del príncipe William y su linda novia Kate, como un perfecto mecanismo de relojería, supondrá según estimaciones, más de 1.000 millones de dólares de ingresos a la economía del país del «five o’clock tea».

En efecto, ésta es la cifra que se obtendrá del gran despliegue mediático global que anuncia, una y otra vez, los mas ínfimos detalles preparatorios de la boda. Desde los mismísimos titulares de los diarios en cualquier londinense esquina, hasta en la revista más lambeta e insignificante colgada en cualquier kiosco de la muy fiel y reconquistadora. Desde todos lados nos informan, nos participan, y no nos dejan escapar, de la tan mentada boda real.

Infernal parafernalia con marca registrada. Desde tazas de té a remeras. Desde gorritos a pulseras. Todo con la cara de los príncipes. Múltiples festejos. Promociones. Sorteos!. (Les Luthiers dixit) Extensión de horario en pubs y tabernas, para tener más tiempo para «brindar por los enamorados».

Una fábrica cervecera producirá 70.000 botellas de una edición especial: «Kiss me Kate»

Incluso los padres de Kate, la futura reina, los Middleton, que tienen una empresa que vende artículos para fiestas por internet, se sumaron a tan emotiva circunstancia, lanzando una nueva gama de platos de cartón con escudos de armas reales para la ocasión

Más de 600 mil turistas adicionales serán atraídos al unido reino por tales motivos

Pinchando el globo

No obstante toda esta parafernalia, y sus rentables proyecciones, hay quienes estiman que la crisis y la virtual parálisis de la economía británica, que ya se extiende en demasía desde el mega crack financiero de 2008, no se arreglará solo con este mediático, posmoderno y monárquico movimiento.

Mientras, por las dudas, el Reino Unido sigue trabajando en Libia, Afganistán y vaya uno saber dónde más.

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