Paradojas jurídicas de la "defensa nacional"

Si se piensa un poco todo el lío que se ha armado en torno al sube y baja de la foto del Gral. Seregni, en términos de mínima juridicidad, elemental, como la que nos enseñaran en el primer ciclo de Secundaria, se percibirá hasta qué punto los uruguayos seguimos despistados. Si el General fue jefe de la Región II, su foto –al dejar ese destino– fue colocada en estricto cumplimiento a las normativas y costumbres castrenses vigentes. Si luego desapareció de ese lugar de honor, fue por un simple hecho. Por la consecuente lógica de facto, carente de toda legitimidad. Ergo, la reparación de ese garrafal error jurídico, de oficio, a instancias del Gral. Wins, de ningún modo habría debido dar pie a tanta alharaca nostálgica.

Así de simple. En algún momento, se produjo un hecho equívoco. Dañino e ilegítimo, y el actual Jefe de la Región II –en conocimiento del hecho– dispuso su reparación.

Ejemplifiquemos el caso, para una mejor comprensión de los valores en juego: alguien, por negligencia, impericia o dolo, no importa dilucidarlo a los efectos del caso, destruye un equipo militar equis.

El superior, en conocimiento del incidente, dispone su reparación. Dejamos de lado los aspectos disciplinarios, pues –a lo sumo– a quien podría llamarse a responsabilidad, jamás sería al pundonoroso general, sino al causante del perjuicio.

Esto es 2 + 2 = 4. No hay, como suelen pretextar quienes descreen del Derecho y la Justicia, «dos bibliotecas». Aquí, menos que menos.

Pues bien, la sumatoria en esta moribunda República, termina dando 5 . No ha habido arresto alguno para quien causara el daño, sino un amague para quien dispusiera su reparación, dejado sin efecto a la espera de alguna otra sanción. Todo contra la más elemental lógica jurídica y castrense.

Por si todo esto fuera poco comprensible, se lo entrevera con asuntos de política internacional. Mediante un indisimulado y gratuito ataque directo al honroso acto del presidente Néstor Kirchner, dignificante de las FFAA de la hermana Republica Argentina, se alega que «acá no hay que bajar cuadros, de pronto hay que subir algunos».

La obsesión antikirchneriana que a algunos les ha atacado, por estos lares, sirve para todo. Se oponen incluso cuando los contenidos simbólicos de ambos actos, irían –en esencia– en idéntico sentido. Lo cual revela que quizá, en algún aspecto, no se sienta el grado de convencimiento que se dice sentir.

Como Uruguay es no es un Estado Federal, a pesar del legado artiguista, ni incluso así debiera serlo en asuntos castrenses (pues pasaríamos de Federación a Confederación), uno debiera suponer que compartida la reparación de los hechos, ilícitos, entendidos como un avance en las políticas de conciliación y pacificación, las mismas debieran extenderse –sin demoras– a toda la República. Si el lector así lo creyera, se equivoca. La foto del Gral. Seregni en la División de Ejército I tardará algún tiempo, pues aún «se está estudiando».

Incomprensible. ¿Qué hay que estudiar? ¿Cómo colocar una foto desaparecida, que –conforme a Derecho– debe reaparecer? ¡Por favor!

Pasemos de este «juego de guerra» virtual, escénico, a la realidad. A costa del anciano General.

Entre tanto «estudio» y divertimento, la Justicia –regional, pues es la única que por ahora puede actuar con total dignidad e independencia– nos está demandado. Aguarda que los procesados por otra desaparición y otro ulterior asesinato, implicados en el «caso Berríos», den cuenta de los hechos.

Aquí, en Uruguay, pareciera que nadie quisiera saber de qué se trata. Como alguna vez dictaminara, en torno a la controversial adjudicación monopólica de la TV Cable de Montevideo, distante años luz de cuanto pudiera hacer en el interior, hay quienes se divierten con «jugar al avestruz».

Post Scriptum: En este momento, dejo de escribir. Me entero del fallecimiento del fundador del Frente, y se me agolpan recuerdos. Solo puedo agregar, como abogado, como ciudadano, que cuando se dice que «la Justicia tarda pero llega», muchas veces, las más, se está mintiendo. Aquí, en lo que pudo simbolizar un acto de fortalecimiento moral y cívico de nuestro Ejército, se acabó el tiempo. Lo que pudo hacerse, no se hizo; y mucho temo que esa omisión haya agotado las menguadas resistencias físicas de un gran soldado artiguista. *

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