Tarjeta amarilla a domicilio

El canciller de Brasil vino a decirnos aquí con insistente cortesía, que comprende las «razones sicológicas de las posiciones uruguayas», que en lenguaje diplomático es la forma de decir «eso que me dicen es lo que a ustedes les parece, pero la realidad no es ni parecida a lo que ustedes creen que es».

Todos empantanados en un complejísimo escenario. Chile se apresta a comenzar su libre comercio nada menos que con China. Arregló ya hace tiempo con Estados Unidos, Canadá, Corea, Unión Europea y tiene la zona libre de Panamá abierta, más decenas de acuerdos de libre comercio sembrados por el mundo. Exportó 9.000 millones de dólares en cobre, de los que según se dice, el diez por ciento es para las fuerzas armadas y su equipamiento.

Hasta satélite militar se están comprando silenciosamente los trasandinos, para impotente desespero de sus vecinos.

Mientras tanto Argentina sabe bien que está perdiendo un terreno difícil de recuperar en el mediano plazo. Atrapada en el círculo vicioso de perseguirse la cola y cultivar con regodeo su desinteligencia papelera con nosotros, se ve muy afectada por esa muy contagiosa virosis reeleccionista, a la que han sucumbido ya Lula, Chávez y no sabemos si también el presidente Vázquez, porque sus señales son aún confusas.

Cuando en esto del TLC con Estados Unidos, el presidente argentino en Brasil nos apoyó y dijo a Lula que había que dejar a Uruguay y Paraguay en libertad de acción, lo que buscó en realidad, en nuestra opinión, fue abrirse camino para hacer después su propio TLC, sin que Brasil pudiera ya oponérsele.

Pero a Brasil difícilmente lo encuentren distraído en estas cosas.

Y nosotros quedamos en medio de ese juego por elevación. Brasil no nos va a dejar salir al mundo y que al mismo tiempo sigamos en el Mercosur, porque después querrá Argentina hacer lo mismo.

Para Uruguay no será fácil. Atrapado entre la estrategia del precedente consentido de los que desde afuera creen que somos poco más que un valioso precedente, y por las contradicciones internas de un gobierno uruguayo cuyo canciller, al coincidir con el de Brasil, dice todo lo contrario a lo que sobre el mismo tema afirma el Presidente de la República, y negocian los ministros de Economía y de Industria con los Estados Unidos.

Estratégicamente Argentina no puede quedar comercialmente aislada, mientras Chile se le escapa por la línea del córner, Brasil se consolida como líder solitario en la región y Venezuela nadando en petrodólares busca un protagonismo saturante. Más allá de confusiones, el porteño gobierno va a tratar desesperadamente de abrirse al mundo.

La región requiere un Brasil, con el valor ético de decir que es injusto bloquear a otro país, porque se violan de ese modo derechos humanos fundamentales y el propio Tratado de Asunción. No como cuando en medio del agravio, Lula miraba hacia otro lado, posando para la foto con la camiseta albiceleste puesta sobre el traje, junto a un presidente argentino sonriente.

Ahora Brasil presidirá este extraño Mercosur, y ha venido el canciller a decirnos a domicilio, que en el penoso asunto con Argentina, Brasil y el Mercosur habrán de quedarse bien por fuera.

Mientras tanto, Uruguay seguirá buscado lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias, sabiendo que la lucha es cruel y es mucha, aunque está en nosotros conjugar como nación, la inteligencia de la acción con la confianza, para ganarle a esta penosa situación, en la que tanta impericia acumulada nos ha dejado a la intemperie. *

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