La problemática turística

Un hecho que sorprende al visitante desprevenido de la zona balnearia del departamento de Rocha es la carencia casi absoluta de inversión privada medianamente importante, a diferencia de lo que ocurre en la zona que tiene como centro neurálgico la península de Punta del Este, en donde abren comercios y restaurantes que tienen atrás a importantes inversionistas que explotan allí la afluencia de público que provoca los innegables atractivos turísticos del lugar. Y ni hablar de la inversión inmobiliaria que es generosa y sorprendente, cuando en Rocha no pasa de algunas zonas de cabañas de alquiler.

Tiene existir una explicación objetiva para ello porque la zona balnearia del departamento de Rocha es, sin ninguna duda, una de las mejor dotadas paisajísticamente del país, y todavía no ha tenido el impulso de la labor privada que debería verificarse en emprendimientos de importancia. No existen hoteles de categoría, pese a que los que están instalados se esfuerzan por ofrecer cada vez servicios mejores.

Existen algunos interesantes análisis que ponen los puntos sobre las íes y señalar los problemas que le han impedido a Rocha traspasar el umbral del subdesarrollo turístico. Según uno de ellos, ese departamento ha padecido gestiones municipales desastrosas en las últimas décadas y, por supuesto, la carencia de inversión privada de importancia es una consecuencia de ese desastre.

Por otra parte se señala que en el departamento esteño se ha instalado una visión de supuesta protección de la naturaleza, que en los hechos para lo único que ha servido es para empeorar algunos aspectos negativos. Objetivamente muchos veraneantes se ven sorprendidos por la falta de limpieza y el amontonamiento de basura existente en puntos claves de la zona balnearia, como los arenales de la laguna de Rocha , o en las cercanías del propio Cabo Polonio, zonas altamente protegidas.

Es objetivo que la Intendencia realiza esfuerzos denodados para recoger los desperdicios, pero le es muy difícil realizar una tarea de limpieza de zonas específicas, tarea de la cual se desligó y que nadie hace, excepto en la Fortaleza de Santa Teresa, predio que está a cargo de las Fuerzas Armadas, que se encuentra en un grado de pulcritud contrastante con el resto de la zona balnearia.

Es evidente también que en algunos de los balnearios más vistosos de Rocha (Punta del Diablo, Valizas, etc.) se ha optado por atraer a un veraneante de baja capacidad económica, lo que se realiza por «defecto» de servicios que no existen. En Cabo Polonio el tema es otro: es un lugar que se mantiene perdido en el tiempo, explotado por un grupo de microempresarios que sacan muy buen dinero en «la temporada» y que enarbolan como elemento para atraer al turismo, el vivir en un atraso total en materia de servicios.

Hasta allí no llega el agua de OSE, ni los tendidos eléctricos de UTE, pero los precios de las posadas y las hosterías son parecidos a los de Punta del Este. El ministro de Industrias y Energía, Jorge Lepra, en una reciente entrevista ponía como ejemplo a Cabo Polonio, de cómo Uruguay en algunos aspectos sigue viviendo y defendiendo el pasado. En ese caso a una supuesta ecología de dunas móviles «únicas en el mundo», como dicen algunos, afirmación más que falsa, pues las mismas existen y existieron (hasta en Malvín), en cualquier zona desértica.

Hasta allí llega una mixtura de turistas, unos que se contentan en dormir en sacos o colchones inflables y otros que están dispuestos a pagar por habitaciones ruinosas sumas insólitas.

A los demás balnearios nombrados llega el turismo de «baja calidad», no se tome esto como una afirmación despectiva, sino la descripción de una modalidad de vida que fue fomentada por años como perfil para ciertos niveles de nuestra juventud, se ve atraída por ese tipo de oferta turística.

Un tipo de cliente que, evidentemente, no es atractivo para promover inversiones en hoteles, restaurantes de buen nivel, en lugar de «carritos» de chorizos y quioscos con empanadas amasadas en el lugar.

Por otra parte hay que hacer volar la imaginación y diseñar una ruta ambientalmente aceptable que una, paralela al mar, José Ignacio con La Paloma, y que incluya la terminación del puente de la laguna Garzón y uno sobre la laguna de Rocha.

El día que La Paloma quede a apenas 45 Km. de José Ignacio, va a ser el verdadero despegue de toda una zona.

Quizás, algún día lo veamos. *

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