El fraude de 1971. Respuesta a Sanguinetti

«Aparicio, Aparicio, te estoy buscando. ¿Dónde estás general de poncho blanco?». Así dice una célebre canción que uruguayos de todos los partidos llevamos en el alma y nos retempló el ánimo en los tiempos duros de la dictadura. La creciente extranjerización de la tierra, la marginación del interior del país, la pobreza desgarradora de los niños y los viejos que duermen en la calle, la emigración imparable de los jóvenes y los tan preocupantes acuerdos con el Comando Sur son motivos más que suficientes para que busquemos a Aparicio en el presente. Pero mientras conmemoramos los 151 años de su muerte queremos rendirle homenaje buscando la verdad histórica sobre el pasado reciente. Ayer tan vivo que sobre él se discute intensamente hoy.

El ex presidente Julio María Sanguinetti hizo pública una carta en la que ataca a Wilson, donde, entre otras afirmaciones erróneas, niega el indudable fraude en las elecciones de 1971. Vamos a recordar solamente algunos de los testimonios irrefutables sobre aquel fraude que inició el camino de Uruguay hacia el golpe de Estado y la dictadura.

 

El fraude de Bordaberry

Mediante el fraude electoral en las elecciones de 1971 se impidió el reconocimiento del triunfo de Wilson Ferreira y fue entronizado en el poder Juan María Bordaberry (quien poco más de un año después encabezó el golpe de Estado del 27 de junio de 1973). La maniobra fraudulenta comenzó con el intento de reelección inconstitucional de Pacheco Areco. Dice al respecto el historiador y fundador del Frente Amplio doctor Oscar Bruschera, en su libro «Las décadas infames»: «En las elecciones de 1971, merced al fraude, triunfó el Partido Colorado y con él el pachequismo reeleccionista». «En el Partido Nacional, en realidad el triunfador si el recuento de votos no hubiera sido tramposo, la fórmula Ferreira-Pereyra casi duplicó a la de Aguerrondo-Heber». «En su momento, las denuncias presentadas formalmente impugnaron decenas de miles de votos «dobles» y se constató que en muchos circuitos había más votos que votantes». El fraude había comenzado con la proclamación, el 25 de agosto de 1971, de Jorge Pacheco Areco a la presidencia de la República «violando expresamente el Artículo 76 de la Constitución», según denunció en Marcha el doctor Carlos Quijano, cuyo semanario tituló en nota de tapa «La estafa del siglo» refiriéndose al resultado de las elecciones en las que el Partido Colorado «venció» por 12.802 votos en un total de 1.664.119 votantes al Partido Nacional, y dio al tema una extensa cobertura a lo largo de muchas semanas». El fraude fue denunciado por delegados del Partido Nacional ante el juez letrado de Instrucción de 5º Turno y por el Honorable Directorio del Partido Nacional ante la Corte Electoral.

LA REPUBLICA a su vez publicó el libro «El fraude del 71 ­ El día que Wilson Ferreira no pudo ser presidente», escrito por Enrique Colet, quien fue alto funcionario de la Corte Electoral, con prólogo del diputado Ruben Martínez Huelmo. Dice Colet en la Introducción: «Siento la obligación de contarle a la sociedad, al pueblo, al Soberano, un trozo de la historia del Uruguay que no figura en ningún libro de estudio. Como trabajadores de la Corte Electoral, por orden de la misma Corte, investigamos las elecciones de 1971 y llegamos a la conclusión, que quedó documentada, de que hubo fraude. Durante treinta años ­media vida­ buscamos esclarecer lo ocurrido, intentamos sacar a la luz la organización ilegal que realizó el fraude y que hoy está en condiciones de volver a hacerlo. Por esto, por investigar e informar, por no aceptar que la verdad fuera enterrada, fuimos empujados al exilio y perdimos el empleo, situación que no cambió con nuestro regreso y el final de la dictadura, hasta hoy. Pareciera que la mención del fraude electoral provoca la solidaridad del gremio político, que se cierra en el silencio, prefiriendo la aprobación del Poder Real antes que la Justicia».

Los más impactantes testimonios sobre el fraude son los documentos desclasificados por Estados Unidos en 2002. Se destaca entre ellos el memorándum firmado por Kissinger que revela cómo el presidente norteamericano Nixon le dijo al primer ministro británico Edward Heath: «Nuestra posición es apoyada por Brasil, que es después de todo la llave del futuro. Los brasileños ayudaron a manipular la elección en Uruguay».

Aclarar el «drama del 71″ ­parafraseando a Herrera­ implica superar las visiones estrechas y parroquiales, ubicando el complejo escenario uruguayo y continental. Se debe reconocer que Pacheco y Bordaberry, así como sus aliados norteamericanos y los militares brasileños, acometieron el fraude esgrimiendo como excusa el crecimiento del Frente Amplio y la acción guerrillera de los Tupamaros. Sin embargo, no menos incuestionable es que las víctimas inequívocas del fraude fueron Wilson Ferreira y las multitudes nacionalistas que lo siguieron, y a través de ellos la totalidad del sistema institucional uruguayo.

Buscando la verdad del pasado queremos encontrar un futuro de verdad para el Uruguay y la región. *

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