La embestida baguala II

Cuando el doctor Luis Alberto Lacalle ocupó la Presidencia de la República, a mediados de su gestión anunció o alertó a la ciudadanía sobre la existencia de una especie de conflagración contra su persona y su administración. Consideraba que se trataba de un golpe bajo ya que hasta ese momento el balance de su gestión, mirado desde su óptica, era muy positivo, con grandes avances para el país.

En realidad fue el momento en que las trasnacionales y los organismos internacionales encontraron un oído receptor en nuestro país para llevar adelante una apertura de mercado sin límites para la cual, parece innecesario puntualizarlo, nadie estaba preparado.

El resultado no podía ser otro que grandes ganancias para aquéllas y la destrucción del aparato productivo nacional al que no se le otorgó, salvo honrosas excepciones, la oportunidad de poder adecuarse a la nueva política. Fue el gran momento de la especulación, de las importaciones, de los buenos sueldos para los afortunados que tenían trabajo, del fortalecimiento de la plaza financiera, de las sociedades anónimas off shore. La euforia herrerista llegó a acuñar sentencias lamentables como » ellos hacen como que trabajan, yo hago como que les pago», » a los jubilados les vamos a ir atrasando los pagos de manera que a fin de año en vez de 12 remuneraciones reciban 11″. «el país está muy bien, miren los índices de venta de 0 km». Solamente le faltó afirmar, como lo hizo su contemporaneo y amigo Carlos Menem, que el país formaba parte del primer mundo.

Aclarar que «la indignación ciudadana era supina» hasta parece una falta de respeto para el lector. A medida que la oposición a la política oficial aumentaba, el entonces presidente Lacalle advirtió que se estaba tramando una gran conspiración contra su administración a la que, hombre de campo al fin, definió como «embestida baguala».

Nadie le creyó, nuca tuvo lugar aunque ahora sí estamos viviendo la embestida baguala II.

Claro que en esta oportunidad cambian los protagonistas, ya que la supuesta víctima de la embestida I pasa a ser el protagonista de la embestida II.

Se ha desatado una ofensiva política, apoyada en un fuerte apoyo mediático, por parte del Partido Nacional contra el gobierno, que va creciendo proporcionalmente a medida que se aproximan los tiempos electorales.

El país crece en riqueza, en producción sustentable, aumentan las inversiones, la gente de a pie se siente protegida (el empresario dejó de ser un señor feudal), se moderniza la legislación, se adecua el aparato estatal a las necesidades de este siglo, se protege al trabajador y al dirigente sindical (argumento que manejan algunas cámaras empresariales ante los inversores extranjeros para desacreditar al gobierno y desalentar la inversión sin saber que en todo el mundo desarrollado el trabajador y sus dirigentes son protegidos y respetados), se democratiza el acceso a la nueva tecnología, se invierte en la investigación científica, existen planes y estrategias, se pretende limitar la inversión golondrina y estimular la productiva, desaparece la plaza financiera que fue un pase libre para muchas actividades non sanctas, en fin, se puede decir que con limitaciones, con errores (por qué no aceptarlo, sólo los vanidosos no aceptan que son seres con limitaciones), se avanza, se busca dejar el lastre de república bananera que aún arrastramos, para ir pasando lentamente a una nación seria, confiable, moderna, con un Estado que ofrece garantías al inversor, al empresario y servicios adecuados a la población.

¿Cuál es la postura de la derecha? Pues bien , el Partido Nacional y el Colorado buscan desesperadamente desacreditar todo lo que se hace, sin argumentos, en base a calificativos, emocionalmente, apelando a la vieja fórmula del oscurantismo. Llevando adelante una verdadera embestida baguala.

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