Wilson y el Seguro Nacional de Enfermedad

En «Nuestro Compromiso con Ud» (síntesis del programa wilsonista de 1971) aparecía una propuesta sobre el problema de la salud cuyos postulados generales se resumen en lo siguiente:

«La salud es un derecho de todos los ciudadanos; el mismo derecho debe ser garantizado por el Estado con sentido unitario y amplio; a esos efectos los servicios de salud deben ser únicos e indistintos para toda la población, y el sector salud debe participar de manera coordinada en los planes nacionales a través de un Plan Nacional de Salud».

Las conclusiones para proponer cambios en la materia eran categóricas; es que en realidad la salud integralmente considerada en aquella época aparecía como un derecho otorgado solamente a un pequeño sector de la población, tal como reconocía el programa de gobierno al que estamos refiriendo.

Ante aquella situación con la que no podía satisfacerse toda la necesidad social de la enfermedad o su prevención, el wilsonismo entendió que por medio de la implementación de un seguro nacional de enfermedad, se lograría enfrentar tanto el estado de necesidad de atención médica como la necesidad económica, en especial cuando la enfermedad recae sobre la población de menores recursos.

¿En qué consistía el Seguro Nacional de Enfermedad? Se entendió pertinente crear esa figura, como parte integral de la seguridad social cuyo objetivo era otorgar a sus beneficiarios servicios de asistencia sanitaria, sea por accidentes, enfermedades, maternidad, así como otorgar un subsidio en dinero a efectos de «restituir el salario perdido durante el lapso en que las situaciones anteriores incapaciten para el trabajo».

Desde el punto de vista jurídico el Sistema Nacional de Enfermedad se proyectó como una figura con personería jurídica y como persona pública no estatal. Además entre sus fines debía incorporar progresivamente a un único sistema a todos los seguros de enfermedad vigentes en aquella época (creados por ley y convenio), que beneficiase a los trabajadores de distintas actividades.

Se pretendía que los beneficiarios serían los afiliados cotizantes a los distintos sistemas de seguridad y previsión social, así como los pasivos atendidos por el BPS y las diferentes cajas de jubilaciones existentes en el país.

Promoviendo la universalización del sistema, quienes no estuviesen comprendidos en las anteriores especificaciones podían también pedir su ingreso al Seguro Nacional de Enfermedad.

Así mismo se incorporaba al sistema a los integrantes del núcleo familiar de los beneficiarios, cuando no fuesen sujetos de cobertura alguna.

El Seguro Nacional de Enfermedad se administraría por medio de un Consejo Directivo, asesorado por una Comisión Técnica Asesora y ambas se constituirían también regionalmente y en los departamentos.

Aquel proyecto del Wilsonismo originado en la bancada del nacionalismo según consta en los anales parlamentarios, amparaba la siguiente asistencia sanitaria: asistencia médica en casos de enfermedad profesional, accidente de trabajo, enfermedades no profesionales y maternidad; asistencia farmacéutica, asistencia odontológica, asistencia por medicina preventiva y para la rehabilitación de la capacidad funcional y reeducación profesional, cuando ello fuese necesario.

A efectos de la aplicación del Seguro Nacional de Enfermedad, se creaba un Fondo de Recursos para atender las erogaciones respectivas.

El mismo se conformaba de la siguiente manera, una contribución patronal equivalente al 5% del total de las remuneraciones que pagasen los empleadores o el Estado a sus trabajadores, una contribución a cargo de los asegurados activos o pasivos, equivalente al 5% de su sueldo, jornal, pasividad, pensión o adelanto jubilatorio.

El Estado contribuía con el 30% de la suma resultante de los aportes establecidos en las contribuciones detalladas anteriormente.

En fin, he tratado de resumir este perfil del programa wilsonista, y debo consignar al apreciado lector que aquel proyecto pese a que hoy tiene 40 años, guarda grandes similitudes con el Sistema Nacional Integrado de Salud que se está poniendo en marcha por nuestro actual gobierno.

Aquel proyecto que por diversas razones no llegó a ser más que una expresión programática y del pensamiento del wilsonismo afectado al quehacer de un eventual gobierno posee valor incontrovertible. Entendemos que se conecta sin duda alguna en sus principios rectores al hoy vigente Sistema Nacional Integrado de Salud, que nuestra administración frenteamplista ha puesto en marcha, persiguiendo promover cobertura universal y lograr que los servicios de salud progresivamente abarquen a toda la población.

Nada más solidario y humanitario entonces que efectivizar una mayor justicia social, pero no debemos omitir que desde 1972 a la fecha, nadie se había ocupado en profundidad de estos temas que tanto preocuparon a Wilson, como estadista que era.

Por lo tanto debo señalar, aunque me comprenden las generales de la ley como legislador, que ha sido mérito del Frente Amplio y su primer gobierno el haber introducido al país en una reforma justa, necesaria y largamente esperada.

Esta crónica sería, pues, nuestro homenaje a Wilson, en el vigésimo aniversario de su fallecimiento, con el afecto, la admiración de siempre y los objetivos de cambio de 1971.

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