La encrucijada colorada

La situación del Partido Colorado es muy crítica. A pesar del esfuerzo que están haciendo distintos dirigentes para recuperar el electorado perdido de la década de los 90, las encuestas no marcan un avance. Los colorados dispuestos a votar a colorados no logran superar el 8%. Aparecen, de aquí y de allá, distintos precandidatos que no tienen apoyo popular, pero que igual quieren marcar su perfil con la intención, en el mejor de los casos, de abrir distintas bocas de entrada al viejo partido de José Batlle y Ordóñez. Hoy están en la conversación Martín Aguirrezabala, Isaac Alfie, Carlos Ramela, Luis Hierro López, Washington Abdala, José Viillar, José Amorim, Pedro Bordaberry, Tabaré Viera, Luis Mosca, Ronald Pais y Julio Aguiar, entre otros.

Pero ninguno de ellos llegó a la política por sus propios votos, sino que lo hicieron gracias a que integraron listas o movimientos encabezados por los dos ex presidentes, Julio María Sanguinetti y Jorge Batlle. No hay la menor duda: Sanguinetti y Batlle siguen siendo los dos grandes líderes, pero en la circunstancia histórica actual no logran llegar al 10% del electorado. Esta crisis electoral del Partido Colorado se ve agudizada en departamentos como Maldonado, donde esta colectividad no llega al 1% de los votos.

Entre los aspirantes a dirigentes no hay, además, el necesario estado de ánimo, fundamentalmente porque perciben que su única contribución para los comicios de 2009 puede verse reducida a votar a Lacalle o Larrañaga si es que el Frente Amplio no gana en la primera vuelta, lo que no está descartado. Junto a esta realidad de desánimo generalizado, está la situación de que el Partido Colorado puede quedar en manos de Pedro Bordaberry, lo que sería el abandono del liberalismo batlllista y provocaría un fuerte corrimiento a la derecha de esa colectividad política. Por eso el doctor Batlle está buscando, desesperadamente, la confluencia de la Lista 15 y del Foro Batllista, para enfrentar al hijo del dictador, quien ya ha llevado para sus filas a familiares de Hugo Batalla y de Yamandú Fau. «Yo he dicho que terminaron las barreras existentes entre la 15 y el Foro Batllista, dos sectores que nacieron de un mismo tronco», dijo ayer el último presidente colorado, preocupado por el avance de Pedro Bordaberry, quien va a dar la pelea en Canelones –seguramente–, con el ex diputado pachequista Alberto Iglesias.

A la vez Batlle recordó, expresando ese sentimiento de unidad que hoy lo anima, que se puede estar ante «una recreación del Batllismo Unido», que «éramos (Enrique) Tarigo, (Julio María) Sanguinetti y yo». Este reencuentro de los batllistas no se vislumbra en el horizonte, en tanto hay muchos muchachos para un solo trompo y nadie quiere quedar afuera del próximo Parlamento.

En cambio hay gente dentro del propio Partido Colorado que cree que si se lograra la construcción del Batllismo Unido, se podría pelear el primer lugar a Bordaberry. En ese caso, Sanguinetti y Batlle o algunos de sus soldados podrían ir a buscar a Alejandro Atchugarry que no tiene sector, pero que está alejado –muy alejado– de Bordaberry, aunque no enemistado. La idea de que sea Atchugarry, que agrada a muchos de los aspirantes a conducir el Partido Colorado, tiene algunas dificultades. El primer problema es Atchugarry, quien no da señales de querer agarrar el toro por las guampas, pero el segundo problema es el malestar existente que hay desde hace tres años entre el ex senador y ex ministro de Economía, con Batlle.

Mientras no aparecen los nombres, mientras los más jóvenes esperan que «se vayan los viejos» (por Batlle y Sanguinetti), el Partido Colorado dormita y no elabora programas ni ideas. Lo que es peor: no ha intentado una sola autocrítica sobre su último fracaso electoral y su actual presente. Nadie sabe para dónde van los colorados, cuyo accionar ha quedado reducido a una serie de picardías políticas que Sanguinetti, Alfie, Abdala y Amorim practican de tanto en tanto, a veces con inteligencia y otras no. El mayor partido histórico del Uruguay, hoy reducido a la mínima expresión electoral, parece no tener destino o, lo que es peor, transformarse en una fuerza política bisagra, sin la perspectiva de poder volver a verle la cara al poder. Es una lástima, el país necesita otro Partido Colorado, donde el liberalismo ideológico y cultural vuelva a penetrar sus filas. Aunque más no sea para poder volver a debatir con él.

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