EDITORIAL

"Subversión", dictaduras, la CIA

La reciente detención de Nelson Bardesio, fotógrafo policial, agente de la CIA e integrante del Escuadrón de la Muerte (un capítulo de la triste historia del país que se mantiene aún en un segundo plano) durante la década de los 70, merece algunas reflexiones. En primer lugar, que falta aún mucho por investigar en torno a lo que fue el período en que el fascismo se entronó en nuestro país. Si bien la investigación no está prohibida por la Ley de Impunidad, lo cual abre las puertas a que se conozca mucho más de la interna militar de aquel momento, por lo pronto y prioritariamente, que aparezcan datos concretos y precisos sobre los desaparecidos, existe un capítulo que no es menor y tiene que ver con los civiles que participaron y colaboraron con lo que dio por autodenominarse «proceso cívico militar» y hoy parecen ser unos señores muy respetables, incluso hablan de democracia, etc., etc.

La Ley de Impunidad no rige para ellos, es sólo para los militares, por lo cual sería aconsejable que se instituyera una oficina donde se recibiera información y datos de ciudadanos acerca de lo que fue la actividad de ministros, jerarcas, consejeros de Estado, directores de empresas públicas, directores de la enseñanza, etc., etc., que supieron reprimir, destituír y perseguir a todo sospechoso de ser de izquierda dentro de la administración pública y de ser sindicalista en la actividad privada. Si se generara un proceso de este tipo, nos llevaríamos muchas sorpresas sobre lo que fue la práctica de numerosos «insignes jerarcas de la administración pública» y también de dirigentes de las cámaras empresariales.

Alguno podría tildarnos de revanchistas, no se trata de eso, sino de hacer justicia. Así como nadie critica la persecución de nazis 70 años después de las masacres cometidas durante la Segunda Guerra Mundial, tampoco puede pensarse que una serie de asesinos y cómplices pueden quedar impunes por aquello de «no podemos vivir del pasado», ya que, precisamente, según la Asamblea General de las Naciones Unidas, para que determinados hechos no se repitan, se deben adoptar una serie de medidas que nosotros estamos, como país, bastante lejos de cumplirlas. Y todo lo que hemos avanzado se lo debemos a este gobierno, porque hasta ahora la gran preocupación de los gobernantes de turno fue proteger a los culpables, minimizar e ignorar lo sucedido.Esa etapa está superada.

De todas maneras, queda mucho por hacer aún y nos consta que está en la agenda parlamentaria del Frente Amplio. Como todo, se trata de un proceso. Comenzó con una ley reparatoria, como primer paso, una vez puesta en práctica se tomó conciencia de lo bueno y de las carencias que contenía: quedaba un sinnúmero de situaciones sin contemplar, existía una especie de idea que con la reparación económica ya estaba todo laudado y, a la vez, esta reparación, que no contemplaba a todos ni mucho menos, tenía sus limitaciones en cuanto a períodos, actual ingreso económico de las víctimas, obligación de renunciar a la jubilación (una exigencia extrañísima y de muy dudosa constitucionalidad), en fin, se asemeja más a un subsidio de desempleo que a una reparación a las víctimas de un terrorismo de Estado que finalizó hace más de 28 años.

La actual propuesta a estudio, formulada por un profesional íntegro, de reconocida capacidad y seriedad y en base a lo resuelto por la ONU, el doctor Oscar López Goldaracena, genera un universo mayor donde prácticamente no existe víctima que no sea contemplada, pero no se restringe a una remuneración , subsidio de desempleo, pensión o como se le quiera llamar. Es mucho más que eso porque promueve una serie de acciones y de legislación que buscan implementar una protección para que esas situaciones no se repitan.

Pero la detención de Bardesio implica otras derivaciones que si bien no las desarrollaremos hoy, serán tema de futuro, puesto que aquí estamos hablando de agentes de la CIA, del servicio de inteligencia de otro país que actuaban en el nuestro. Hoy estamos demasiado acostumbrados a este tipo de hechos, pero hay que volver a lo de siempre, no podemos caer en la ingenuidad de analizar los problemas aislados, desvinculados de una globalidad en un momento en que campea la globalización. Esta CIA que se inmiscuyó en Uruguay, que patrocinó el golpe de Estado contra Allende en Chile, es un organismo oficial del gobierno de EEUU.

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