Anticipándonos a la tormenta

Sabrán seguramente aquellos lectores que conocen mis artículos ­concuerden o discrepen con ellos- que no suelo escribir con las vísceras. Sin afán de ver en lo que escribo la verdad absoluta ni nada que se le asemeje, puedo sí asegurar que lo que transmito es claramente el cuadro que yo capto de la realidad, planteado con el máximo equilibrio y la mayor sobriedad posibles. No es sólo cuestión de estilo, sino de principios: trato de no escribir embargada por los sentimientos y emociones, al escribir una nota periodística que entrará en la sección internacional de alguno de mis medios, como información o análisis. Por ende, me cuido estrictamente de no «dejarme llevar» ni usar palabras con demasiada carga emocional.

 

Pero esta vez, observando lo que está sucediendo en el sur de Israel, donde en un día ­cayeron más de 80 cohetes Qassam y morteros y hasta algunos misiles Grad disparados desde la Franja de Gaza -, quiero cambiar de rumbo.

Seguiré, sin duda, en las notas informativas sobre la actualidad, citando también a los voceros de la organización Hamas, así como reproduzco declaraciones de autoridades israelíes. Seguiré dando la versión israelí y la palestina. Pero esta vez, quiero ir más allá de ello. Es que no puedo limitarme a informar que el diputado de Hamas Mushir el ­Masri advirtió a Israel que «dispararemos hacia Sderot y más allá de Sderot, y a lo que está más allá del más allá de Sderot». No basta con citar al portavoz de Hamas que anunció que «muchos miles más de israelíes estarán al alcance de nuestros misiles», justamente el día en que cayeron cohetes no «sólo» en los blancos civiles ya tradicionales, sino también en la ciudad de Netivot y en otras dos nuevas localidades antes nunca atacadas.

Hoy , no puedo limitarme a ello. Hoy quiero aclarar a aquellos que no se dieron cuenta, que Hamas pone en peligro a su propio pueblo, con tal de atacar a Israel. Los terroristas bien lo saben: no habría ahora puestos fronterizos de contacto entre Israel y Gaza cerrados, de no ser por los disparos desde la parte palestina a la israelí. Podrá discutirse si es efectivo o contraproducente cerrar automáticamente los pasajes, apenas cae un cohete. Es un tema de legítma polémica dentro de Israel. Pero es un hecho: los pasajes se cierran porque desde Gaza se dispara hacia Sderot y las comunidades colectivas aledañas. No al revés.

 

Hamas quiere imponer nuevas reglas de juego, en las que para que sus hombres o miembros de otros grupos radicales se abstengan de disparar cohetes y morteros, Israel también se abstenga totalmente de abrir fuego. El problema es que pretenden que Israel no haga nada tampoco cuando colocan cargas explosivas junto a la cerca fronteriza, sabiendo que por allí pasarán patrullas (del lado israelí, no del palestino).

Y quieren hacer a Israel «pagar» si mata a miembros de células que estaban por lanzar cohetes… o cuando frustra un atentado en camino, también matando a quienes se disponían a perpetrarlo durante la supuesta tregua. «Israel viola la tregua»-es la acusación. Claro, es que Israel tuvo el tupé de intentar impedir ataques que Hamas preparaba… a pesar de la tregua.

Quiero anticiparme a la tormenta que seguro estallará cuando Israel ya no pueda más y finalmente entre por tierra a la Franja de Gaza para combatir la infraestructura armada del terrorismo, lo cual puede cobrar víctimas mortales tanto entre los propios soldados, como entre los palestinos, tanto hombres armados como civiles.

Ahora se informó oficialmente que el Frente de Defensa civil ha conectado a sistemas de alarma a todas las localidades israelíes que se hallan a hasta 30 kilómetros de Gaza. Israel salió de la Franja de Gaza el 12 de setiembre del 2005… y más de tres años después, el terrorismo de Hamas y sus secuaces le continúa persiguiendo . ¿Dónde está la lógica? ¿Para qué?

«El que disparen cohetes desde Gaza hacia Israel es totalmente estúpido», me dijo un palestino cristiano de Bet Jalah con quien hablé con motivo de Navidad. Discrepaba totalmente con Hamas y sus ataques a Israel. Pero quizás la palabra que él usó, no es la más adecuada para definir la situación, ya que el problema de fondo no es falta de inteligencia.

 

El problema por el cual Hamas sigue atacando es su extremismo, su visión absoluta y radical, que no incluye la posibilidad de convivir pacíficamente con Israel. Por eso, con tal de provocar y atacar a Israel, no tienen problema en agudizar la problemática interna en Gaza. Es la misma sinrazón por la cual a menudo los blancos elegidos por radicales palestinos para atentados, eran puntos por los cuales pasaban trabajadores o mercaderías, sabiendo de antemano que la primera reacción israelí sería clausurarlos. Es la misma «lógica» por la cual disparan hacia Sderot y las comunidades agrícolas aledañas, desde zonas pobladas, escondiendo sus depósitos de armas y municiones, sus explosivos, en casas particulares, y cavando los túneles desde el comedor de casas de familia. Lo hacen para complicar la reacción israelí, sabiendo de la sensibilidad de Israel para con el riesgo a los civiles… Y lo hacen a expensas de la vida normal de su gente.

 

Si Israel se cansa y decide finalmente entrar por tierra a Gaza, el blanco será el terrorismo, las organizaciones armadas, pero no es de descartar que civiles no involucrados directamente en ningún crimen sean víctimas del fuego. Y no será eso -que ojalá no suceda- simple producto de errores operativos israelíes, de alguna bala perdida o un proyectil fuera de su curso, sino que será consecuencia de una expresa política de Hamas.

 

Los imaginamos pidiendo una condena del Consejo de Seguridad por las penurias de civiles inocentes en Gaza, regocijándose lejos de las cámaras, por cada muerto palestino que complique la situación de Israel.

 

No debería sorprender a nadie el solo imaginarlo, si recordamos que se trata de una organización que acaba de aprobar en el Consejo Legislativo Palestino leyes de castigos coránicos ­como latigazos, amputación de manos, crucifixión y ejecución- para quienes violen las leyes religiosas de la Sharía islámica.

Quizás el cambio para bien llegue recién cuando los extremistas quieran más a su pueblo que lo que odian a Israel.

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