EDITORIAL

El golazo de Tabaré

Habló el presidente Tabaré Vázquez y temblaron hasta las raíces de los árboles. De inmediato la oposición lanzó una batería de misiles criticando desde el contenido hasta la forma en que lo dijo. Todo indica que los opositores al gobierno progresista sintieron el golpe, quedaron descuadrados, y arremetieron tirando piedras, sin saber a quien le pegaban. Incluso algunas piedras cayeron arriba de ellos mismos.

El pasado sábado, Uruguay hizo conciencia de que hubo y hay un gran Presidente, así como un equipo de gobierno de izquierda, que fue capaz de transformar el país y de crear las bases para seguir construyendo una sociedad próspera, cada vez más humana y más libre.

En su discurso, Tabaré Vázquez supo hacer el resumen exacto de la marcha de su gobierno, no con palabras edulcoradas, sino con datos irrebatibles. Así fue ganando a su auditorio que, a medida que iba desarrollándose el discurso, manifestaba su apoyo en forma creciente, expresándolo en aplausos y gritos.

Es que la gente iba identificando los éxitos del programa de gobierno con la mejora de su calidad de vida. La empatía entre el Presidente y el auditorio, no fue un simple arte comunicacional, sino la confirmación de que el gobierno y los ciudadanos, tienen razones para entenderse.

Esta afirmación trasciende al propio acto, porque al otro día, en distintos barrios de Montevideo, la colectividad frenteamplista ­y otros uruguayos­ estaba eufórica. De alguna manera había recobrado el ánimo. Se constató que el líder político histórico, que a esta hora es el doctor Tabaré Vázquez, había tomado la conducción política del país, de forma expresa.

Es que Vázquez no sólo tuvo la capacidad de hacer una excelente síntesis del accionar de su gobierno, sino que además se mostró alineado y comprometido con los sectores más humildes de la sociedad, los que han sido privilegiados por el gobierno progresista del Frente Amplio.

Quizás el momento más emotivo del Presidente fue al final, cuando abandonó el micrófono, se adelantó para saludar casi epidérmicamente a la multitud, puso sus dos brazos hacia atrás y gritó «Viva Uruguay».

En ese momento su gestualidad fue muy similar a la de un jugador de fútbol que acababa de hacer un gol y de aprestaba a treparse al alambrado de la Amsterdam, para compartir la satisfacción del triunfo logrado.

Fue una despedida excepcional del primer Presidente de la izquierda uruguaya, que va a dar ánimo al frenteamplismo, a los uruguayos todos que quieren seguir avanzando aunque el mundo capitalista global siente en sus entrañas que no encuentra respuesta para la crisis que lo está matando.

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