El jefe de Estado faltó a la cita

Fue bastante antes del acto del presidente Vázquez que publicamos desde estas mismas páginas nuestro artículo «Un acto oficial…mente partidario». En él expresamos entonces con preocupación:

«Se tratará de un acto absolutamente oficial, organizado por el Poder Ejecutivo, con la participación protagónica del propio Presidente, argumentando realizar un informe que en lugar de realizarse ante el Parlamento y comunicado en directo por cadena nacional de medios de comunicación, e incluso con la realización de un acto de sus seguidores en las inmediaciones del Parlamento si se quisiera por ellos, se realizará desde el gobierno con un acto oficial en plena Avenida 18 de Julio, en el mismo lugar donde festejara la noche en que su partido ganó la elección y donde tenía su comando de campaña electoral.

La simbología es más que evidente, será sin duda y antes que cualquier otra cosa un acto político partidario del partido en el gobierno realizado en medio de un acto de masas donde ante la proximidad de la elección de las internas partidarias, se tratará inevitablemente de un acto político partidario-oficial en el que rivalizarán los sectores con presencias y ausencias para marcar perfil y mimetizar diferencias profundas que van más allá de los candidatos al no encontrarse quien las neutralice.

El vazquismo, cuya constitución anunciáramos desde estas mismas páginas hace tiempo, hoy ya consolidado se siente en el deber de salir al rescate de una situación política critica de su coalición. Es tan comprensible, como inconstitucional e inconveniente». Publicar tiene la ventaja de dejar documentadas opiniones sobre temas que como en este caso aún no se habían producido.

Era una opinión y también en cierta forma la esperanza de que se pudiera evitar cometer el error que finalmente se cometió, al transformar un acto netamente oficial en uno de tipo partidario absolutamente contrario a lo que corresponde a la máxima investidura nacional.

Lamentablemente, lo sucedido con el acto presidencialmente partidario fue mucho peor de lo esperado, porque no imaginamos que además en el discurso presidencial escrito en páginas que se volaban como resistiéndose a ser leídas, se incluirían innecesarias ironías e imitaciones referidas a un candidato opositor y en desconsideración de más de la mitad del sistema político nacional, como sucedió.

En algunos pasajes del extenso discurso habló además como jefe de gobierno pero con información y datos que no se acompasan totalmente al saber y sentir de la ciudadanía. Se dijo de más y de menos, lo que resulta en un mal balance aun en ese aspecto. Lo grave es que el país siempre necesita la voz ecuánime del jefe de Estado, que a todos representa, para darnos tranquilidad sobre medidas de futuro en tiempos de zozobra que requieren ponderación y explicación. Pero lamentablemente el jefe de Estado faltó a la cita aun cuando hablaba el presidente que en Uruguay cumple la doble función, pero sólo esas pues le está vedado hacer campaña política desde su alta investidura.

Era previsible y como tal lo dijimos a tiempo, advertimos que todo indicaba que se estaba preparando por el Poder Ejecutivo un acto netamente partidario en un marco exclusivo de banderas frenteamplistas que ni siquiera representan a toda la izquierda nacional en medio de la crisis del sector ante una elección que se avecina y en una contienda interna electoral donde los candidatos del partido en el gobierno están usando ya desde hace tiempo munición pesada, con bombas de racimo que dañan todos los entornos.

No debe perderse la perspectiva de que se trata de la elección de junio. Son internas partidarias, después vendrán las nacionales de octubre, que serán realmente parlamentarias, y luego la definición del presidente, que todos sabemos será en noviembre en pleno balotaje.

Es tiempo de elegir, de evaluar, de ponderar; todo requiere de un clima que el acto del Presidente, a pesar de la fastuosidad, del despliegue tecnológico y del megaescenario en la política uruguaya nunca visto, tuvo realmente muy poca gente, al igual que algunos actos de otros candidatos frenteamplistas, muy diferentes de aquellos actos donde no eran dos o tres cuadras de espectadores cuidadosamente situados como ahora, sino eventos de una enorme movilización de simpatizantes, con la que siempre se caracterizó al Frente Amplio, por su propia conformación que tiene el encuadre de un partido tradicional más, lo que naturalmente muy lejos de tener nada de malo, significa una metamorfosis que puede constatarse a cada instante.

Hoy es tiempo de pensar y de prepararse para elegir, cada uno en su partido, cada uno en su sector, tratando de promover a las personas que se sienta son las más capaces de representar un modo de pensar el país, de acuerdo al criterio de cada ciudadano. No sólo estarán en juego el candidato único por partido sino la composición y los equilibrios internos en cada partido para que la democracia sea integralmente representativa.

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