¿Elecciones internas o nacionales?

Este período de campaña electoral para que cada partido político defina su candidato a las elecciones presidenciales de octubre ha adquirido ribetes que lo diferencian radicalmente de otros.

El primero de ellos y, sin duda, el fundamental ­aunque previsible- es el esfuerzo político-ideológico y económico que está haciendo el Partido Nacional y el grupo que lidera Pedro Bordaberry contra el Frente Amplio.

Como habrá advertido el lector, los contendientes nacionalistas se esfuerzan por no enfrentarse entre ellos ( más allá de que les cuesta mucho esfuerzo no hacerlo), sino en apuntar contra el Frente Amplio, como lo hicieron durante todo este período de gobierno ­ aunque parecería que el doctor Larrañaga ya cayó en la cuenta de que esa política favorece al doctor Lacalle. Por su parte, en el Partido Colorado, sucede otro tanto, si no tiene tanta exposición se debe exclusivamente al escaso poder de convocatoria y, por ende, de arraigo que tiene su partido.

Pero además implicará asentar un nuevo concepto en el relacionamiento entre empresarios y empleados, una revalorización del individuo y la familia (conceptos clásicos pero con otro contenido) que serían copartícipes de una importante y activa inserción ciudadana en la vida del país, fortaleciendo de esta manera la democracia y las diferentes manifestaciones de organización y expresión del pueblo uruguayo.

La muy clara y contundente campaña mediática contra las políticas del actual gobierno explican en gran parte el apoyo que las encuestas adjudican al Partido Nacional, que, en realidad, no tiene novedades para proponer o más bien alternativas a lo realizado por la administración del presidente Vázquez.

Paralelamente, la ciudadanía vive «mucho mejor que con los blancos», eslogan que ya no se escucha más, ahora algún nacionalista hasta sale a proponer lo que ya está haciendo este gobierno que es apoyar al minifundio, claro que en época de crisis ( sequía, etc.) apoyaron los reclamos de los propietarios de grandes extensiones de campo ( tanto en lechería como en otros rubros de la ganadería), ahora, al irse superando la crisis, se acuerdan de los pequeños productores.

Si no resulta esta política de la derecha, no hay otro camino posible al que han seguido los partidos politicos de Europa en formar decididamente, sin ambages, bloques de derecha y de izquierda ( aunque éste ya está funcionando desde 1971).

Un segundo aspecto que caracteriza el momento actual es el intento de la derecha ( Lacalle y Larrañaga) de mimetizarse con el uruguayo de a pie, buscando acercarse a lo que la izquierda logra sin ningún esfuerzo especial porque hasta habla el mismo idioma que la gente ( tema que ha dado lugar a apocalípticos y descalificadores editoriales del diario oficial nacionalista ­ y otras tendencias como la dictadura-, el de la Plaza Cagancha).

Hablemos algo sobre el Frente Amplio. Sus tres aspirantes han demostrado fehacientemente que no tienen ningún prurito en participar de actos conjuntos ( que no tiene nada que ver con besar una flor frente a la prensa), prueba inequívoca de la existencia de un programa común (ni blancos ni colorados lo tienen), y de que el Frente Amplio ha encarado este período como lo que realmente es : un menú de énfasis diferentes sobre un programa común que ya se ha estado poniendo en práctica.

La campaña político-electoral para el FA no ha comenzado aún, primero el programa, luego el candidato y por último la campaña electoral. Mientras tanto se sigue gobernando, generando leyes, auspiciando inversiones, buscando nuevos mercados, fomentando la investigación y la innovación, apoyando las Pymes y a los empresarios rurales, apostando a la energía renovable y autóctona, a la educación y su acceso a las nuevas tecnologías, proponiendo nuevas posibilidades para todos los uruguayos de acceso a las mismas y buscando mecanismos de mejora de los sistemas educativos que respondan a las necesidades del mercado laboral uruguayo.