EDITORIAL

Visiones sobre el 1º de mayo

el día internacional de los trabajadores es una fecha trascendente, emblemática. Lo es desde el punto de vista histórico, refleja la lucha de más de un siglo de los trabajadores por sus derechos.

Esta lucha es en realidad muy anterior en el tiempo, pero tuvo con los Mártires de Chicago, un punto de inflexión histórico.

En todos los 1º de mayo, los trabajadores se pronunciaron por sus reivindicaciones y también, en los países donde su nivel de organización y de reflexión sindical y política lo permiten, opinaron sobre la situación nacional e internacional.

Aquí en Uruguay, así lo hizo históricamente el movimiento obrero uruguayo, antes de tener una central única y mucho más después, con la CNT y su continuidad en el PIT-CNT.

En la década del 60, el movimiento sindical, en cada primero de mayo, se pronunció políticamente, lo que algunos, interesadamente confunden con partidariamente, cuando claramente no es lo mismo.

Los trabajadores uruguayos denunciaron tempranamente las amenazas contra la democracia y la libertad. Incluso discutieron masivamente y con antelación responder con una huelga general a cualquier intento golpista.

Fueron los trabajadores uruguayos, rodeados por los estudiantes y el pueblo, los que respondieron con una huelga general al golpe de Estado y enfrentaron la represión y la ola de despidos, defendiendo la libertad.

También fueron los trabajadores uruguayos los que se opusieron a la dictadura, mantuvieron viva la organización sindical y reclamaron cada día el fin del autoritarismo. Lo pagaron muy caro, con miles de despedidos y destituidos, miles de presos y torturados y decenas de asesinados y desaparecidos.

Fueron los trabajadores uruguayos, con su movilización, el 1º de mayo de 1983, del que se habla mucho menos que del acto del Obelisco, los que abortaron las maniobras continuistas de la dictadura y exigieron libertad y amnistía para los presos.

Nunca el movimiento sindical uruguayo se cayó la boca, nunca ocultó sus opiniones, siempre, en el acierto y en el error, las explicitó y las defendió.

Siempre también, sufrió la deformación de sus propuestas, tanto por parte de la derecha política, como de los medios de comunicación afines a ella.

No es de extrañar entonces, que esto vuelva a ocurrir con este último 1º de mayo.

Uno de los diarios, vocero oficial de la dictadura, vocero oficial del neoliberalismo y de las privatizaciones, tituló ayer sin ningún pudor que el PIT-CNT criticó a la oposición y se «plegó» al Frente Amplio. Otro matutino, decidió no titular con ninguna de las propuestas o críticas que realizó la central única de trabajadores, respaldada por miles de personas en 32 actos, sino con los incidentes que protagonizó un grupo de 20 o 30 personas y nada tenían que ver con el movimiento sindical.

Está bien, es como en el Antón Pirulero, cada cual que atienda su juego, pero que quede claro cual es.

Es falso, el PIT-CNT no se plegó al Frente Amplio, lo dijeron con todas las letras: «Ni apéndice del gobierno, ni partido de oposición, queremos ser columna vertebral de los cambios». El PIT-CNT sí dijo con toda claridad que en Uruguay están enfrentadas dos visiones de país, y rechazó como siempre lo ha hecho, a la que propone volver a la década de los 90. En esa visión de país, cuanto menos peso tengan los trabajadores, mejor.

Esa disputa con ese proyecto de país se libró y se libra, en el terreno social, cultural, ideológico y también por supuesto, en el político.

Estamos en año de elecciones, las cámaras empresariales difunden sus propuestas, hacen loby mediático y parlamentario, todos los días tienen tapas y minutos en televisión. ¿Por qué para algunos sólo los empresarios pueden difundir su visión de país?

Los trabajadores quieren plantear sus ideas, sus reclamos y sus propuestas y quieren impactar en la decisión electoral de los uruguayos. Y está bien. Tienen el mismo derecho que los empresarios, ni más ni menos.

Cabe señalar también que, en esta crítica, al supuesto «alineamiento» del PIT-CNT con el FA, coinciden casi en los mismos términos la derecha mediática y los grupos autodefinidos radicales. Se equivocan ambos.

Lo que molesta a la derecha es un movimiento sindical que no se calla, que denuncia, que se moviliza y propone, que crece en peso e incidencia.

Lo que molesta a los grupos autodefinidos radicales, auténticos, clasistas, etc, etc, etc; es un movimiento sindical maduro, no indiferente, nada proclive a discursos incendiarios sin gente atrás, ni al enfrentamiento estéril como valor en sí mismo.

Por ello, vale la pena, discrepar con esos enfoques periodísticos, legítimos en su intencionalidad, pero si la explicitan, no si la visten de una objetividad que nunca tuvieron, ni tendrán.

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