EDITORIAL

Los primeros dientes

La derecha no consiste exclusivamente en los principales dirigentes de los partidos tradicionales; incluso algunos de ellos no lo son, sino que es un amplio bloque de políticos, dirigentes empresariales y grandes medios de comunicación, que tienen como intelectual orgánico (aunque lo de «intelectual» pueda parecer exagerado) al diario «El País».

Desde ese diario de la dictadura se articula toda la campaña política que en este etapa apunta a impedir que el Frente Amplio sea la primera fuerza el 28 de junio y que no gane en la primera vuelta de octubre, para obligar a un balotaje.

Para ello recurren a cualquier recurso, pero lo que todos tienen en común es la estructura del miedo, propuesta que ya aplicaron en 1971 cuando se llevaban los niños para Rusia, que han repetido en otras elecciones posteriores, pero que ahora se manifiesta de acuerdo a los tiempos modernos.

Ahora encontraron a Ernesto Talvia, director de Ceres, como el gran ideólogo que le saca el velo de los ojos a la pobre gente ingenua y la alerta sobre el peligro de la instauración de un populismo al estilo, según ellos, de Chávez, Evo Morales o Correa.

Utilizan la idea de instalar una Asamblea Constituyente, en caso de un segundo gobierno del Frente Amplio, para hacer creer que Uruguay va a caminar hacia un nuevo tipo de socialismo o que el próximo presidente buscará su reelección.

Todo muy lejos de la realidad y de la verdad, pero para «El País» vale todo o casi todo, porque cuando hay que hablar de las responsabilidades de la dirigencia blanquicolorada en la gestación de la crisis de los últimos 30 años, les viene la amnesia y parecen no tener los suficientes archivos para referirse a esa problemática.

La derecha económica, mediática y política tiene todo el derecho a defender a sus candidatos con cualquier tipo de argumentos, incluso aunque carezcan de un solo gramo de verdad.

Pero no tiene derecho a crear un clima político donde a un precandidato como Danilo Astori, feroz en la polémica pero siempre sereno con el adversario, se le intente adjudicar una enfermedad como el cáncer. Como bien dijo ayer el senador Alberto Couriel en «Primera Voz» de AM LIBRE, ese tipo de manejo de la información es «una inmoralidad, es una falta de ética».

Con este tipo de periodismo, donde el medio de comunicación dice lo que el político de derecha no se atreve, el país no va a tener una buena campaña electoral en ese tramo final hacia las internas y mucho menos cuando se comience a transitar hacia octubre.

Con estos gestos la derecha está mostrando sus primeros dientes, para después mostrarlos todos porque está desesperada por la posibilidad de que un nuevo gobierno progresista y del cambio siga por cinco años más.

Es de esperar que se retome el camino de las propuestas, del debate, de la polémica, para que la participación de la ciudadanía sea saludable y profundamente republicana.

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