EDITORIAL

La "objetividad" informativa de "El País"

La Unidad de Apoyo al Sector Privado (Unasep), dependiente del Ministerio de Economía y Finanzas, divulgó el miércoles los datos relativos a los proyectos de inversión durante 2009. En el último mes del año, los proyectos suman 158, contra 102 en diciembre de 2008; mientras que el total de proyectos en todo 2009 llegó a 635 contra 448 en los doce meses de 2008. Asimismo, el monto total en dólares de los proyectos de 2009 supera al de 2008: U$S 1.380 millones contra U$S 1.375. Como se aprecia, se trata de cifras significativas que revelan no sólo la buena marcha de la economía sino que, además, pueden verse como el resultado exitoso de la política de promoción de inversiones, llevada adelante por el primer gobierno frentista.

El colega «El Observador» también consigna, en su edición de ayer, la información al respecto, y lo hace de la manera más objetiva posible. Sin embargo, el matutino caganchero da la nota, se las ingenia para dar vuelta la situación y desinformar a sus lectores ofreciendo un panorama negativo.

El título de la nota reza textualmente: «Inversión promedio de proyectos se redujo en 2009″. La información no es falsa, ya que, efectivamente, el promedio de inversión por proyecto en 2009 es inferior al promedio de 2008; pero resulta groseramente chocante la intención tergiversadora del matutino del Partido Nacional al jerarquizar indebidamente una información secundaria y minimizar la noticia principal.

Esta es la forma en que los grandes medios de comunicación –representantes de las clases conservadoras– manipulan las noticias y falsean la realidad. Es un ejemplo casi pedagógico de la forma de actuar de la mal llamada gran prensa, esa que se rasga las vestiduras en las reuniones de la Sociedad Interamericana de Prensa (la tristemente célebre SIP) cuando alguno de sus socios denuncia ataques a la libertad de prensa en Venezuela.

No somos partidarios de una prensa aséptica, incontaminada, que pretende ejercer un periodismo supuestamente objetivo e imparcial; creemos, por otra parte, que esa prensa no existe. De alguna manera, todo medio toma partido a favor de una causa o de una determinada clase social en defensa de los intereses de la misma.

En razón de ello, no vamos a cuestionar las invectivas antimujiquistas que «El País» nos regala para solaz de nuestro sentido del humor desde sus páginas editoriales. Jamás condenaríamos su irrestricto derecho de exponer sus ideas, de expresar su pensamiento aun a riesgo de caer en el ridículo. Pero lo que resulta imperdonable es el disfraz de objetividad y de imparcialidad con que pretenden ocultar ese odio visceral a la izquierda cuando se trata de informar y no de opinar.

Resulta penoso comprobar cómo sufren con los éxitos del gobierno frentista, al punto que en el caso que nos ocupa han invertido la noticia para que un logro del que todos los habitantes debieran sentirse satisfechos se convierta en un dato negativo.

A partir de marzo de 2005, «El País» dejó de ser un medio oficialista y se convirtió en un feroz portavoz de la oposición. Suponemos que esa conducta habrá de continuar en el próximo lustro con mucho mayor rigor antipopular. Desearíamos, sin embargo, que ese impulso reaccionario no lo lleve a tergiversaciones tan groseras como la que hemos señalado en este editorial.

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