EDITORIAL

Verdad y justicia

El 20 de mayo de 1976 los legisladores Zelmar Michelini, del Frente Amplio, Héctor Gutiérrez Ruiz, del Partido Nacional, y los militantes de la guerrilla tupamara Rosario Barredo y William Whitelaw fueron asesinados. En esos mismos días desapareció el militante comunista Manuel Liberof.

Fueron secuestrados en Buenos Aires antes de ser asesinados, un crimen por el que fueron procesados en 2006 el ex dictador Juan María Bordaberry y su entonces ministro de Asuntos Exteriores, Juan Carlos Blanco.

Hoy, una vez más, como en todos los 20 de mayo, una multitud volverá a recorrer 18 de Julio, la principal avenida de Montevideo. Será nuevamente la Marcha del Silencio. Será en paz, será en silencio, será de reafirmación de la vida, de la democracia y de la libertad.

Llevará en sus entrañas la idea de la reconciliación nacional, pero construida desde la verdad, desde la justicia y con la memoria a flor de piel. Tendrá el dolor del recuerdo de los que no están, que no son sólo nuestros muertos emblemáticos, también esa multitud tendrá el recuerdo de todos aquellos que en algún momento rieron, cantaron o lloraron. Aunque ya no estén.

«Están en algún sitio / concertados

desconcertados / sordos

buscándose / buscándonos

bloqueados por los signos y las dudas

contemplando las verjas de las plazas

los timbres de las puertas / las viejas azoteas

ordenando sus sueños sus olvidos

quizá convalecientes de su muerte privada».(*)

 

La jornada de hoy es de reafirmación de la vida y del deseo profundo, que brota del fondo del alma, de que «nunca más» vuelva a instalarse en nuestro país el terrorismo de Estado. Que sólo puede volver a repetirse si impera la impunidad, que es el arma ideológica fundamental de quienes creen que puedan manejar las cabezas y los sentimientos en base a la represión y el crimen, no sólo de los opositores, sino también de los nietos de los vecinos de los opositores.

«Están en algún sitio / nube o tumba

están en algún sitio / estoy seguro

allá en el sur del alma.

Es posible que hayan extraviado la brújula

y hoy vaguen preguntando, preguntando

dónde carajo queda el buen amor

porque vienen del odio».

 

Es que la marcha de hoy ­como lo han sido todas las otras anteriores­ es parte de la búsqueda permanente del buen amor y no es parte de intereses políticos menores. Más cuando todos sabemos que están en algún sitio, por más que la hipocresía nos diga que aquí no ha pasado nada, que sólo hay que mirar al futuro.

Pasó y mucho, demasiado. Para poder mirar al futuro es que esta sociedad quiere verdad y justicia. En eso estamos, en eso estaremos siempre.

* Tomado del poema de Mario Benedetti «Desaparecidos».

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