Mujica y las adversas ideologías dominantes

En la sociedad que vivimos se constituyen dos centros de poder y de ideologías dominantes que pasan inadvertidos por su carácter virtual.

Ya cuando ingresamos socialmente a la vida nos anteceden los centros de poder ideológicos, que dominan nuestro pensamiento.

El poder genera las verdades decía Aristóteles (hoy, ideologías dominantes)

Aunque no es usual percibirlo, el segundo centro de poder ideológico está representado por la izquierda histórica, que no entendió en su discurso, que la clase obrera casi no existe como clase, por haber un cambio de las estructuras productivas y vivir ahora en la sociedad «del conocimiento» que sustituyó a los intereses vanguardistas de la clase obrera. Cuando el PIT-CNT resuelve confrontaciones de forma corporativa (defendiendo sus intereses sectoriales) sin mirar los intereses como país, la izquierda «es historia», puesto que se presiona a un gobierno progresista exigencias que sobrepasan la realidad posible, como ejemplo, el reciente paro nacional. Esta segunda fuerza dominante, que tiene acaparado parte de la instrumentación socio-sindical, traslada parte de su discurso con elementos perteneciente a décadas anteriores. No se debe exigir a un gobierno (aún peor si es progresista) sin estar dispuesto a contrabalancear y aportar. No existe el menor pensamiento colectivo de contribuir con el desarrollo productivo o eficiente del país; la carroza pasa sin intentar romper el hastío funcional, productivo o la burocracia estatal. El ideal dominante, es: ser parte del aparato del Estado y exigir un buen sueldo, porque eso es justicia social. Esta ideología dominante de los funcionarios y burócratas es claramente conservadora y peligrosamente disfrazada de izquierda; porque quiebra cualquier poder o gobierno progresista en ejercicio, por ser inviable a corto plazo. «Solo pedimos, exigimos, pero no nos preocupa generar eficiencia, productividad, conocimiento o defensa de la industria nacional».

En el mundo del conocimiento, de la ciencia y tecnología, la Universidad por ejemplo, sin duda debería ser vanguardia en tal sentido, aliviando el pesado carro del presupuesto del Estado. Dejemos el mate si es necesario y hagamos la carrera universitaria en tiempo y forma; investiguemos y vendamos dichos estudios o descubrimientos, integrémosnos a una sociedad de conocimiento «no platónica» (idealista) y sí pragmática.

El materialismo histórico, por otra parte, es una interpretación sólo parcial de los acontecimientos, que luego de varios siglos aparecen nuevas adaptaciones interpretativas y multidisciplinarias, como Foucault, Froom, Freud, Tofler, etc. y no podemos insistir literariamente con el mismo texto fundamentado.

Ante esto sucede que lo ganado políticamente a través del FA, se pierde por la acción retrasada de lo sindical-institucional. Se invirtieron los papeles de décadas pasadas, «cuando lo sindical abría las puertas de lo político».

Por otra parte, mirando «la primera ideología dominante», ella ejerce su influencia casi imperativa desde los escritorios del FMI y sus colaterales.

El FMI no representa como antes el símbolo de los EEUU, ahora es mucho más complejo, él es el proyecto financiero, que desde la crisis del «Tequila» en México en la década pasada, comenzó a dominar dicho sector, partiendo de los americanos, pero dominando la especulación financiera en forma casi fundamentalista. Así se crearon en consecuencia los sistemas en los que la apertura comercial debe estar establecida en cada país (menos en los 8 G) aunque las industrias locales quiebren, los subsidios desaparecen (salvo en los 8 G), los bancos centrales por país deben tener independencia del gobierno de turno (obvio para ser dirigidos por el FMI), el ministro de economía debe ser fondomonetarista (en su ideología financiera) y los controles regulares de dicha institución, dan el aval internacional para la renovación de la deuda externa y su ampliación. De esta forma el dominio de la política económica está en manos de un neoliberalismo especulativo al que estamos sometidos. Aunque no todos sus términos son desechables, la base de sus exigencias nos siguen dejando como subdesarrollados y tanto en nuestro país, como América Latina está caracterizada por exportaciones que en un 80% son productos primarios. Esto contraría la sociedad del conocimiento y de la ciencia, ya que estamos vendiendo materias primas básicas, sin valor agregado.

Cuando recientemente Argentina no permitió hacer una evaluación al FMI de su economía, el mismo organismo comienza a boicotear con mayor fuerza a dicho país. Recordemos que las consultoras internacionales que nos califican sin lugar a dudas son influenciadas o promovidas por dicho organismo dominante.

Nos encontramos entre dos influencias dominantes, una de origen externo que no es aquel imperialismo dominante en épocas anteriores, es muy diferente, está en todo el sistema financiero nacional y mundial. Y presiona directamente al ministro de Economía y su equipo indirectamente y sutilmente.

La crisis financiera internacional demostró su ineficiencia, pero los hizo a la vez más riesgosos, puesto no sabemos como actuarán a futuro.

Ellos dominan el mercado de las commodities, y hoy les sirve que las mismas estén en alza para su inversión, puesto que no tienen otra opción, pero al menor cambio, las inversiones se alejarán de nuestras commodities para otras inversiones y nuestro producto primario casi fundamental en nuestra economía podrá caer aceleradamente. La otra ideología dominante pide un estado patrón y paternalista, olvidándose que somos ya gobierno (los generadores de la riqueza).

Todo esto nos exige tener una política nacional, alejada de la influencia extranjera en muchos puntos y una central «policlasista» como recientemente el FA convino en definirse, para formular una política nacional alejada de las presiones corporativas nacionales. «Necesitamos reformularnos una nueva ideología que no son las dominantes».

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