EDITORIAL

La "cultura" que ofrece la televisión chatarra

Con inusitado vigor, autoridades de la Educación y sindicatos siguen dando la batalla por mayores asignaciones presupuestales para la Enseñanza Pública. El presidente Mujica, por su parte, reitera con insistencia la necesidad imperiosa de más educación y más cultura como condición sine qua non para el desarrollo económico de las naciones y para el bienestar material y moral de los pueblos.

Más allá del aparente enfrentamiento entre los sectores vinculados a la enseñanza y el gobierno (éste aduce, no sin razón, que no es materialmente posible acceder a los reclamos y destinar un porcentaje mayor del PBI a la enseñanza), hay consenso -casi unanimidad- en la sociedad sobre la importancia de mejorar la educación.

Nuestra postura al respecto es bien conocida. Coincidimos totalmente en cuanto a la necesidad de dotar de mayores recursos a la enseñanza pública, al tiempo que entendemos que sería imprudente atar la asignación presupuestal a un porcentaje fijo. Pero lo que consideramos prioritario es establecer claramente las metas de la educación, lo que no significa otra cosa que determinar a qué sociedad aspiramos y cómo deben ser los ciudadanos que la integren.

Consideramos, asimismo, que la educación de un pueblo no es resorte exclusivo del sistema educativo formal. Hay un cúmulo de factores que inciden en la formación de los niños y jóvenes y que los van moldeando, así como también llegan a modificar pautas culturales y de conducta en los adultos, y que están claramente por fuera del sistema educativo formal.

En el mundo en que hoy vivimos, con el desarrollo espectacular de las comunicaciones -un factor clave en el proceso de globalización-, los medios audiovisuales cumplen un papel preponderante en la difusión de valores, de pautas culturales, de comportamientos, de modas y de modismos que el ciudadano común va incorporando de manera inconsciente. Los comunicadores, término que engloba a periodistas y conductores de radio y televisión, han ido desplazando poco a poco a los organismos educativos estatales en la tarea formativa.

Lejos está de nuestro propósito coartar la libertad de comunicación ni, menos aún, proponer controles autoritarios o cualquier tipo de censura sobre el contenido de los programas que se emiten por televisión o por radio. Pero resulta innegable que los medios de comunicación masiva en manos de empresarios privados colisionan directamente con la educación y la formación que el Estado pretende impartir por medio de sus docentes en sus centros de enseñanza. El afán de lucro, motor indiscutible de la actividad privada, es enemigo de los fines nobles que persigue un estado democrático. Los dueños de los medios se mueven por criterios que jerarquizan de manera muy diferente el contenido de sus programas; de ahí que prioricen la emisión de enlatados chatarra que promueven antivalores o, por lo menos, frivolidades y tilinguería hueca.

Al respecto, está circulando en Internet un mensaje de alerta que advierte sobre el contenido profundamente inmoral del programa Show Match: «Marcelo Tinelli puede ser procesado por lenocinio.

Ricardo Fort y Marcelo Tinelli estuvieron armando juntos en el programa Show Match una desagradable propuesta para ‘jóvenes bonitas hasta 40′ años que quieran aceptar ser mujer de Fort a cambio de dinero, auto, tarjeta de crédito… Fort, a través del programa de Tinelli, compra favores públicamente, seduce con dinero y la promesa de una supuesta buena vida a las mujeres convocadas. (…) Corromper a una persona para que entregue su cuerpo y su dignidad por dinero es facilitar y alentar esa corrupción, con el agravante de ser apoyada y divulgada en un programa líder en audiencia que, aparentemente por esta razón, parece tener impunidad absoluta».

¿No será tiempo de acabar de una vez por todas con esa otra impunidad, tan repugnante como la de los terroristas de Estado?

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