EDITORIAL

Los viejos halcones sobrevuelan Libia

Cuarenta neoconservadores de Estados Unidos enviaron una carta al presidente Barack Obama para pedirle que intervenga militarmente en Libia, con la finalidad de derrocar a Muamar Kadafi y ponerle fin a la violencia.

Los firmantes son analistas políticos y ex altos funcionarios del gobierno republicano de George W. Bush. La organización neoconservadora Foreign Policy Initiative (FPI), considerada la sucesora del Project for the New American Century (PNAC), coordinó la medida y divulgó el texto, según informó la agencia IPS.

Advirtiendo que Libia se encuentra «en el umbral de una catástrofe moral y humanitaria», la misiva, difundida, exige adoptar medidas inmediatas, entre ellas la acción militar, además de la imposición de una serie de sanciones diplomáticas y económicas (ya anunciadas por la Casa Blanca) para ponerle fin al régimen libio».

En particular, la carta pide a Washington que presione a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para que «desarrolle planes operativos a fin de desplegar con urgencia aviones de guerra» y así impida que el régimen libio utilice maquinaria bélica contra su población civil.

También demanda una cobertura naval en aguas libias para «ayudar en los esfuerzos de evacuación y prepararse para posibles contingencias», además de «inhabilitar los buques navales libios utilizados para atacar civiles».

Entre los signatarios de la carta figuran el ex subsecretario de Defensa del gobierno de Bush, Paul Wolfowitz; el principal asesor de Bush sobre Medio Oriente, Elliott Abrams; los ex redactores de discursos de Bush, Marc Thiessen y Peter Wehner; y cuatro directores de la FPI (William Kristol, Robert Kagan, Dan Senor y Eric Edelman). Kagan y Kristol cofundaron y dirigieron PNAC desde 1997 hasta 2005.

Dos senadores cuyos puntos de vista sobre política exterior a menudo reflejan un pensamiento neoconservador ­el republicano John McCain y el demócrata independiente Joseph Lieberman­ pidieron en Tel Aviv que Washington suministre armas a los rebeldes de Libia, entre otras medidas, como crear una zona de exclusión aérea sobre ese país.

En los años 90, los neoconservadores hicieron campaña a favor de acciones militares contra los llamados «estados díscolos», especialmente en Medio Oriente.

Aunque en la última semana los neoconservadores estuvieron entre los primeros en exigir una acción militar contra Kadafi, algunos destacados liberales y activistas por los derechos humanos apoyaron el reclamo. Entre ellos, Neil Hicks, de Human Rights First, John Shattuck, encargado de derechos humanos del gobierno de Bill Clinton, y Leon Wieseltier, de The New Republic. Además, Anne-Marie Slaughter, quien hasta el mes pasado fue la influyente directora de la oficina de Planificación Política del Departamento de Estado (cancillería), citó la campaña de Estados Unidos y la OTAN como posible precedente. «La comunidad internacional no puede pararse a mirar la masacre de los manifestantes libios», escribió en la red social Twitter. «En Ruanda miramos. En Kosovo actuamos», agregó.

La presión de los neoconservadores aumenta. Demandan una invasión a Libia, como sucedió en Afganistán y en Irak. Los halcones sobrevuelan Libia, uno de los principales productores y exportadores de petróleo. Con gran visión, el presidente Hugo Chávez ha introducido un factor que detiene a los guerreristas y conspiradores: la propuesta de organizar una comisión internacional mediadora entre Kadafi y los insurrectos. Contrariamente a lo que (des)informan los medios trasnacionales, la propuesta va ganando adeptos y, en primer lugar, está la Liga de Países Arabes. Los cancilleres del ALBA tomaron la iniciativa, después de que Kadafi diera su aprobación. Nadie en el mundo, excepto los halcones, quiere guerra.

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