Elecciones en Nicaragua

El próximo 6 de noviembre se realizarán las elecciones nacionales en Nicaragua, el clima político que se vive es de alta polarización, entre las fuerzas en pugna. Por un lado el Frente Sandinista que promueve la reelección de Daniel Ortega como presidente.

Por su parte la derecha política dividida entre el PLI (Partido Liberal Independiente) y el PLC (Partido Liberal Constitucionalista). El candidato del PLI promueve la candidatura de Fabio Gadea empresario ligado a la gran burguesía nicaragüense y por el PLC Arnoldo Alemán al cual la Suprema Corte de Justicia lo habilita a ser candidato, luego de haber sido procesado en el pasado por escandalosos hechos de corrupción y apropiación indebida.

Poder entender la política de este país requiere de un gran esfuerzo donde por momentos uno encuentra elementos más del realismo mágico de Gabriel García Márquez, que de un escenario político que aunque no lo parezca es el real.

El sufrido pueblo de Nicaragua debe de optar por los candidatos en cuestión, pero podemos adelantar que todo hace prever que nadie le quita el triunfo a Daniel Ortega, es más, me animo a pronosticar que por un margen mayor al que ganó las pasadas elecciones.

Aquella Nicaragua que iluminó con su Revolución a los pueblos de América a fines de la década del 70, no tiene absolutamente nada que ver con la actual situación política.

El «bono solidario» y las empresas Alba definen las elecciones, veamos esta cuestión bastante sui géneris. La inversión de Venezuela vía Alba en Nicaragua, es efectivamente millonaria, más de doce empresas, que no las controla el Parlamento Nacional , sino el partido de gobierno.

Esto le permite en estos momentos a Ortega tener una política de «contención de la pobreza» a través de una serie de subsidios casi totales por parte del Estado a amplios sectores del Movimiento Popular.

El bono solidario consta de aproximadamente 50 dólares mensuales, que no se ligan al salario, pero en definitiva se cobran efectivamente y el mismo llega a todas y todos los trabajadores públicos, se calculan aproximadamente 400.000 personas, que todos los meses perciben esta suma, producto de las utilidades de las empresas Alba.

Programas hacia los pequeños productores de crédito blando efectivamente, importante inversión en vivienda «llave en mano» es decir construidas directamente por la industria de la construcción, mejoras considerables en la salud y la educación.

En uno de los países con mayores índices de pobreza, estas propuestas sin dudarlo hacen que la gente vea en el gobierno las salidas a su problemática.

Si le sumamos a ello que en Nicaragua con que el candidato más votado tenga un 5% más que el que lo sigue ya queda electo en primera vuelta y con la derecha totalmente dividida, las probabilidades mayores son las de Ortega.

Por su parte el capital y sus dueños no tienen ningún problema en Nicaragua, los salarios de los trabajadores privados y públicos son miserables pero no pasa nada, el capital no se toca, la redistribución de la riqueza por el momento no se aborda.

La banca sólida, en una plaza financiera que cada vez embolsa más réditos, al punto que el FMI catalogó como mejor calificado al país de toda la región Centroamericana por su corrección fiscal.

Se debe de tener claro, que lo que intentó supuestamente recuperar la reserva moral del sandinismo (así lo decían) el MRS (Movimiento Renovación Sandinista) hoy se han unido a la derecha teniendo una exacerbada crítica a Ortega, no en realidad por su Programa sino por sus actitudes autoritarias, haciendo de la política una guerra de pandillas, más que un debate programático, lo que los coloca además como una fuerza absolutamente marginal en la actualidad política Nicaragüense. Esta es la situación de Nicaragua de cara a las próximas elecciones.

Un discurso confuso, un debate ideológico ausente, políticas clientelares en nombre de la «Revolución, el cristianismo y la solidaridad», dejan a este pueblo en la más absoluta orfandad política de un cambio profundo a corto plazo.

Pero Nicaragua, es particularmente Nicaragua, allí aún la inmensa mayoría de los sectores populares hablan y creen en la Revolución, ella persiste en el imaginario de la gente , a ella aún se la respeta, aún los colores rojo y negros son símbolo de cambio.

En ese debate subjetivo y objetivo el sandinista de a pie se pregunta, cómo es que ahora el comandante Ortega va a la reelección con la llamada Resistencia (ayer la contra).

Es cierto o no el pacto Alemán-Ortega que permitió a Ortega contar con los votos de los seguidores de Alemán para ganar las elecciones anteriores y a Alemán ser absuelto.

La tarea central está en que esos miles de sandinistas «a pie», los que la sufren a diario, los que cargan aún a sus muertos y desaparecidos, los que fueron capaces de decirle al mundo en el 79 ¡Cayó Somoza! y viva la revolución sandinista, vuelvan a encontrar un debate a fondo, que les permita desenredar el cúmulo de contradicciones que hoy están planteados en el escenario político. No me cabe duda que la inmensa reserva moral y política que anida en este maravilloso pueblo florecerá y volverá a dar luz a las ideas hoy en debate en los miles de militantes, que no encuentran respuestas al torbellino de interrogantes sobre el futuro efectivo de, en definitiva la Revolución. Porque por ella murieron miles de nicaragüenses, al igual que en todos los países. No dieron su vida precisamente por el «bono solidario».

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