MEDIO ORIENTE

La violación de la ley internacional

Hay que detenerse a pensar en la violación descarada de la ley internacional que estamos viviendo hoy y que se ha exacerbado hasta lo indecible en las últimas semanas, particularmente ­pero no solo- en Libia y en torno a Pakistán. Se corre el gravísimo riesgo de que ello se convierta en moneda corriente, de que ya no se le preste atención, y que la falta absoluta de principios pase a constituirse en la regla admitida en las relaciones internacionales. O sea, la ley de la selva. Nos estamos refiriendo nada menos que al principio de la igualdad soberana de los estados, al mantenimiento de la paz y el rechazo del uso de la fuerza.

El caso de Libia ya hace rato que pasó a exceder todos los límites imaginables. Se comenzó con la malhadada resolución del Consejo de Seguridad, que en su texto se proponía la protección a los civiles, pero a poco andar se transmutó en una sucesión de bombardeos ininterrumpidos de parte de los aparatos de la OTAN y de los aviones sin piloto (drones) de EEUU, que han sembrado la muerte por doquier: entre las poblaciones civiles, por cientos, en los centros poblados, en proximidad de hospitales, incluso entre los propios opositores (los siempre presentes «daños colaterales»). Una particularidad notable es que, según confesión propia, estos bombardeos ­ que en determinado momento no bajaban del número de 5.000- se concentraron en procurar matar a Kadafi, y uno de los varios intentos en ese sentido segó la vida de un hijo y tres nietos suyos en una vivienda de Trípoli arrasada que el líder libio acababa de visitar. Los bombardeadores prosiguen en su empeño, y lo proclaman abiertamente. Es la técnica del asesinato selectivo, que acompaña a los asesinatos colectivos.

Otro aspecto es el robo de los fondos libios depositados en el exterior, de los cuales se apropió principalmente EEUU y se entregó en parte a los opositores. El 19 de marzo los círculos financieros de Washington, Londres y París autorizaron al Banco Central del Bengasi (centro de la oposición) a que realizara su propia política monetaria en connivencia con ellos, a diferencia del Banco Nacional libio, de propiedad estatal. De paso sea dicho, Kadafi pugnaba por liberarse del dólar y del euro y pasar al dinar de oro como divisa común africana, lo que había suscitado el acuerdo de varios gobiernos. Por otra parte, los opositores están recibiendo sumas millonarias por la venta de petróleo extraído en la región bajo su influencia. Los pagos se efectúan a través de una cuenta en dólares abierta en Qatar, emirato del golfo pérsico que reconoce al Consejo Nacional de Transición (CNT) y ya comercializó cerca de un millón de barriles por un valor de 100 millones de dólares, transferidos a los opositores (véase la nota del 11 de mayo, «El mundo del revés»).

Por aquí nos acercamos a un tercer aspecto, todavía más escandaloso y contrario a las normas internacionales: la alta comisionada para la política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, acaba de declarar ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo que la UE abrirá una oficina en Bengasi en señal de reconocimiento del CNT . No conforme con ello, agregó que «Kadafi debe irse y su régimen debe acabar», o sea que la Unión Europea se arroga el derecho de designar al gobierno libio. Simultáneamente, el CNT procura el reconocimiento oficial de EEUU. Su responsable de política exterior, Mahmud Jibril, se entrevistó en Washington con el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, John Kerry, y será recibido en la Casa Blanca por el consejero de Obama para la seguridad nacional, Tom Donilon. El CNT ya ha sido reconocido por Francia, por Italia (que además le ha suministrado armas y tiene añejos intereses en el petróleo libio), por Gran Bretaña, y también por Qatar, como vimos.

El vicario apostólico de Trípoli, Giovanni Martinelli, fustigó los bombardeos indiscriminados a la capital, en particular a la zona donde está enclavado un hospital, dijo que en las calles se ven madres y niños desesperados y que la ONU fue creada para llevar la paz, no la guerra. El alto comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) estimó que unas 1.200 personas que huyeron de Libia podrían haber muerto en el Mediterráneo, y que buques militares se negaron a socorrer un barco a la deriva, cerca de la isla italiana de Lampedusa. Esto se une a las medidas que varios países europeos están tomando contra los inmigrantes (prohibición de la burka en Francia, restricciones en el tránsito, etc.) en una ofensiva impulsada por sectores racistas y xenófobos.

En el asesinato de Bin Laden, no solo fue notoria la violación de la soberanía de Pakistán, sino que EEUU actuó como dueño del mundo. Fue todo lo contrario de un acto de justicia. El doble atentado en el noroeste de Pakistán, con 80 muertos, puede ser el preludio de una nueva vuelta (o varias) en la espiral de la violencia.

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