ALTERNATIVAS

Fin del  socialismo estatal en América Latina

La NCPC define su carácter de clase

Los últimos comentarios de Rafael Correa sobre la economía de mercado, el modelo económico asimilado por Ollanta Humala y la involución política de Hugo Chávez, no dejan duda de que la Nueva Clase Política Criolla (NCPC) ha dicho adiós a cualquier pretensión de crear una economía poscapitalista. Todos los gobiernos de centroizquierda en América Latina ­independientemente de su procedencia civil o armada, indígena o mestiza, agraria o industrial­ han adoptado el modelo de desarrollismo burgués, que Lula definió en alguna ocasión como «el mercado con corazón».

2. La identidad de los gobiernos de centroizquierda

El Partido Comunista de China dice que el mercado «no tiene corazón ni cerebro» y economistas social-liberales como Joseph Stiglitz coinciden. Pero, el hecho es que el éxito del modelo de Lula lo ha llevado a una hegemonía indisputada en la patria grande. Y la nueva clase, con su composición heterogénea de obreros, militares, intelectuales, curas, campesinos y guerrilleros, ha encontrado en él su elemento de unificación e identificación. De esta manera, por segunda vez en los últimos veinte años, el loco andar aleatorio-determinista de la historia ha encargado a un obrero metalúrgico cambiar la historia mundial. El polaco Lech Walesa destruyó el socialismo del siglo XX en Polonia; el brasileño Luiz Inácio da Silva construyó la patria grande y convirtió potencialmente a las burguesías criollas en un nuevo sujeto de la política mundial, con conciencia de clase propia. Walesa su labor sobre los hombros de Juan Pablo II; Lula sobre los hombros de Hugo Chávez.

3. El sueño de Bolívar encuentra su sustrato material

Es probable que el proyecto hemisférico de desarrollismo burgués, con el cual soñaron Simón Bolívar, Juan Domingo Perón y Lázaro Cárdenas se realice finalmente. La combinación de cuatro variables lo facilita: 1. La coyuntura del modo de producción del capitalismo desarrollista, generada por el fracaso neoliberal y las luchas populares. 2. El apoyo de sectores importantes de las elites latinoamericanas a este modelo de acumulación de capital. 3. La evolución de Brasil como centro de gravitación ideológica, económica, tecnológica y militar de América Latina, que genera la necesaria racionalidad sistémica en las órbitas de los satélites naturales. 4. La decadencia del Imperio neocolonial y las potencias emergentes del BRIC.

4. La doble estrategia de liberación

La configuración burguesa de la patria grande bajo el liderazgo de los presidentes de la Nueva Clase Política Criolla (NCPC) significa que la etapa de un posible desarrollo antisistémico estatal en América Latina ha terminado. Tal posibilidad histórica se vislumbraba en 2005, cuando Hugo Chávez declaró en Porto Alegre que el Socialismo del siglo XXI era el futuro. La combinación del desarrollismo burgués con el Socialismo del siglo XXI era la estrategia bicéfala que podía lograr tal meta, porque respondía adecuadamente tanto a las necesidades inmediatas del desarrollo, como a la evolución antisistémica a mediano plazo. El actual abandono de la transición al socialismo cierra esa puerta que la historia había abierto. El potencial de una economía y sociedad poscapitalista no radica más en estos gobiernos.

5. Fin del socialismo estatal en América Latina

Con los gobiernos progresistas latinoamericanos desistiéndose de una eventual política antisistémica, la iniciativa del poscapitalismo recae nuevamente sobre la sociedad civil mundial; es decir, la gente trabajadora y los científicos éticos.

Lamentablemente, en la patria grande prácticamente no existen sujetos colectivos del Socialismo del siglo XXI, ni en los partidos políticos, los sindicatos y las universidades, ni tampoco en los movimientos sociales.

Sin embargo, no es momento de deprimirse. En primer lugar, es mejor tener gobiernos desarrollistas que neoliberales.

En segundo lugar, ni Dios ni su supervisor pueden detener el movimiento del Ser: ni el movimiento de la materia (cosmos), ni el de los seres humanos (historia), ni el de la ciencia (comprensión objetiva del movimiento). La actual situación de la humanidad es transitoria. La evolución, en cambio, es eterna. Pero, solo con pueblos conscientes y ciencia crítica avanzará por los caminos de la libertad y solidaridad que la humanidad requiere.

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