DESENCANTO

Más lejos del gobierno, más cerca de la crisis

El diputado Carlos Mahía (Asamblea Uruguay-Frente Líber Seregni) declaró a la prensa que por diferencias ideológicas «la fuerza política está lejos del gobierno» (29 de julio). Ese día, «Brecha» publica del economista Jorge Notaro «Comentarios frente al precipicio» con este pasaje destacado: «El Frente Amplio es un caso de investigación para la ciencia política como ejemplo de como una minoría bien organizada y con ideas claras logra imponer su proyecto a la mayoría». El articulista expone de modo prolijo, esclarecedor y profundo el proceso de acatamiento de los dos gobiernos frenteamplistas a las directivas de los organismos internacionales de crédito (Banco Mundial, BID, FMI) y sostiene que para profundizar cambios progresistas el momento es ahora. Critica la política impuesta por el Frente Líber Seregni al Ministerio de Economía y Finanzas y al gobierno, señalando que no le preocupa ni la concentración ni la extranjerización de tierras, bancos, industrias, comercios y servicios. Indica además, que el FLS se ha aprovechado de varios factores, uno de los cuales es la falta de unidad de las fuerzas socialistas del Frente Amplio que aspiran a ir más allá del capitalismo. La conclusión es que si no se produce una profunda modificación de la orientación del gobierno, el Frente Amplio camina hacia una derrota semejante a la de la Concertación en Chile.

Muchos frenteamplistas sabíamos antes de la elección nacional y de las internas para elegir el candidato, que había una fuerte tendencia pro capitalista y conciliadora con el imperialismo -cuyo punto de máxima expresión fue la intención de aprobar un TLC con EEUU- representada por las fuerzas que impulsaron como precandidato al contador Danilo Astori. Militantes y vastos sectores de las clases populares esperaron que José Mujica representaría «otra cosa», pese a sus declaraciones en pro del «capitalismo humano» o de su «error» juvenil revolucionario. Sin embargo, los hechos ahondan la desorientación y un profundo desencanto, mientras sus otrora encarnizados opositores están felices. Su planteo equivocado de «unidad nacional» -ajeno al programa del FA- se profundiza. Según ese planteo concede la participación de los partidos tradicionales en los organismos del Estado pertinentes (lo que está bien en tanto respeta la Constitución), pero realiza públicos reconocimientos a Sanguinetti, Lacalle y J. Batlle, cuyos gobiernos fueron ejemplarmente clasistas y escamotearon de diversas formas a la oposición frenteamplista. Esa «unidad nacional» lleva a una proliferación de «gestos» hacia las Fuerzas Armadas, intentando abrir las cárceles-hoteles de los pocos represores recluidos al cumplir los 70 años, o tolerar que ocho generales se insubordinaran visitando a un retirado encarcelado en medio de una ola de acusaciones al Poder Judicial de «venganza», «revanchismo» y de falta de pruebas para procesar a varios militares. La timoratez, lindante en el ridículo, lleva a Mujica a mendigar a los medios masivos de comunicación que maticen sus noticieros dedicados a los hechos de sangre, con informaciones positivas que transmitan valores… En aras de la «unidad nacional» extiende invitaciones a la oposición a debatir el futuro minero del país, pero blancos y colorados se desentienden de sus propuestas y critican al gobierno de impulsar lo que antes criticaba. Y frente a la concentración y extranjerización de la tierra, el impuestito sugerido por el presidente, encuentra un muro de cerrada oposición. En suma, el Pepe -«viejo bueno»- cae en las mismas falacias que la «izquierda» del batllismo de principios del siglo pasado. Así Domingo Arena critica al capitalismo pero lo soporta, lo condena y lo ayuda, se queja de sus «males» pero lo defiende. «¡Nosotros pues, en vez de ser enemigos del capital, lo que queremos es hacerlo más inteligente, más vibrátil, más humano! Lo único que le decimos es que es necesario que proceda de otra manera, que se multiplique todo lo que quiera, pero no sacrificando precisamente al hombre». (Cámara de Representantes. 20.XI.1918).

Mientras tanto, el gobierno se aísla. Carece de suficientes recursos (aunque paga puntualmente los intereses y la amortización de la deuda externa) para enfrentar a la delincuencia organizada de los narcos (el gran capital busca la ganancia donde la encuentre sin reparar en las consecuencias) y diseminada en la marginalidad, mientras blancos y colorados hacen demagogia bajando la edad de imputabilidad, sin aportar soluciones para la marginación (por ellos creada) que no sea la represión. El gobierno también se aísla del movimiento obrero-popular, que lucha por más recursos para la salud, educación, vivienda, seguridad, política de tierras, etc. Y las clases, capas, sectores e individuos integrantes del movimiento obrero-popular que también participan del Frente, defienden sus resoluciones y programa, mientras observan cómo el gobierno se aleja de sus intereses y proyectos. La postura del gobierno y de algunos sectores políticos mayoritarios en las estructuras institucionales, es tan asimilada al sistema que ni se debate la profunda crisis de éste ni de cómo combatirlo. EEUU ha prorrogado por corto tiempo la peor consecuencia de la crisis, y ya adicto a la deuda -como lo tipifica el gobierno chino- otra vez ¡eleva su tope permitido, aunque sea el país más endeudado del mundo! Los «recortes presupuestales» aprobados, ahondarán las privaciones de las clases populares. La Unión Europea aprieta con típicos planes de «ajustes y reestructuras» del FMI -conocidos en nuestras tierras- a los pueblos de varios países, comenzando por los más pobres (Grecia, Irlanda, Portugal, España). Los países de la UE y EEUU disminuirán las compras que realizan en el mercado mundial, entre otras, a las producciones que vendemos. Y China e India, que también verán reducidas sus ventas en Europa, tendrán que disminuir sus compras del exterior. El cerco a los países productores de materias primas (entre otros, los de Nuestra América) comienza a cerrarse. Mientras tanto, la izquierda uruguaya ¿seguirá tranquila esperando que la tormenta llegue a nuestras tierras? ¿O será el momento para que reaccione y se prepare como expresión de las clases populares ante los desafíos del futuro cercano? Si reaccionamos antes de que se acabe esta coyuntura excepcional y llegue la «hora griega», podremos estar preparados para explicar, organizar, luchar y conducir, y con apoyo popular en las calles, evitar repetir la ausencia de programas y propuestas concretas de las masas griegas, españolas o árabes. Se trata de una carrera contrareloj.

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