Con ojos de Tonucci

Con la conducción de la periodista María Inés Obaldía, la Sala de Conferencias del Hotel Radisson fue el marco acogedor del 2do. Foro de Desarrollo Infantil, y de la oportunidad de recibir por segunda vez en el país a Francesco Tonucci, investigador, pedagogo, escritor y dibujante, que prefiere definirse a sí mismo como «niñólogo».

En la actividad convocada por Unilever, Nevex, Unisef y la sección uruguaya de la Asociación Internacional por el Derecho del Niño a Jugar (IPA), participaron como ponentes especialistas locales en las áreas de educación y psicología, como el doctor Alvaro Arroyo, la doctora Natalia Trenchi y el psicólogo social Fabían Vilas. La gerenta de marketing de Unilever, Teresa Cometto, presentó los resultados de una encuesta telefónica realizada en Montevideo para recabar datos sobre actitudes de madres, niñas y niños frente al juego (ver recuadro).

 

«DAR LA PALABRA A LOS NIÑOS»

Este lema de Tonucci lo hace propio Frato. Frato y Tonucci son la misma persona, que transmite cordialidad, confianza, sabiduría. Sólo que mientras Tonucci habla, escribe, provoca reflexiones, investiga, Frato dibuja viñetas en las que niñas y niños dicen lo que tienen que decir, generalmente a adultos que no siempre escuchan.

Así inició su disertación el maestro: con viñetas de una niña que afirma que puede jugar con los mismos juguetes que los niños; un niño jugando con una muñeca con cara de decepción; un padre que compra juguetes y dice «Deme el más caro. Es que estoy tan poco con mi hijo…».

Tonucci sostiene que existen «dos distintas maneras de entender la infancia».

Un modelo educativo concibe que desde que el niño nace y hasta los 6 u 8 años no sabe hacer nada, por lo cual hay que cuidarlo. El niño es el futuro y cada nivel prepara para el próximo, que siempre es más importante.

La otra postura, para Tonucci representa mejor lo que pensamos hoy sobre el desarrollo del niño: «Lo que ocurre en los primeros días y en los primeros años no tiene igual en toda la historia del hombre. Lamentablemente, como ocurre con las raíces de los árboles, con las zanahorias y con los cimientos de los palacios, nadie que pasa dice ‘qué bonitos cimientos tiene este palacio’. Y eso pasa con los niños que están haciendo un trabajo enorme del que nadie se da cuenta, ni ellos mismos».

 

EL DERECHO A JUGAR

Para el maestro de escuela primaria y desde 1966 investigador del Instituto Psicológico del Congreso Nacional de Investigación de Italia, «la responsabilidad, el mérito o la culpa de este enorme desarrollo es debida al juego. El juego es una inversión por la vida. Vale la pena invertir en el juego». Esto lo plantea también para niños en situaciones de emergencia social, explicando que hay que cumplir con sus derechos básicos (alimentos, vivienda, etc.), sin descuidar su derecho al juego.

Autor de numerosas obras  entre otras «Con ojos de niño» y «Con ojos de maestro» , Tonucci encabezó en las últimas tres décadas una cruzada a favor de los derechos de la infancia y la mejora sustancial en las actividades cotidianas de las escuelas. Creó los Consejos de Niños y actualmente varias ciudades italianas están enmarcadas en su proyecto, constituyendo una red que tiene el laboratorio en Fano, municipio donde nació la idea. En Argentina, la ciudad de Rosario también participa de la iniciativa, cuya propuesta básica es lograr que las ciudades puedan ser usadas por niñas y niños, ir solos a las escuela, jugar en espacios libres, etc., sin que la actual organización de las grandes urbes sea una amenaza para ellos.

«Una ciudad democrática  asegura Tonucci- no puede impedir el juego de los niños. La ciudad de hoy o impide o hace difícil que el niño pueda jugar».

 

CIUDADES A MEDIDA

«La relación niños-ciudad es un tema político», dice el creador de La Ciudad de los Niños, un proyecto directamente vinculado con los intendentes de las ciudades que participan. «El objetivo primario es que los niños puedan salir de casa solos. No pedimos más, sólo que para hacer esto tenemos que cambiar la ciudad. Como dijo un intendente, ‘ya no basta con ofrecerle servicios a los niños: debemos devolverles la ciudad’. Los niños para crecer necesitan una ciudad. Necesitan un tiempo libre. Yo creo que para nosotros los adultos no estaría nada mal que tengamos el valor de dar un paso atrás».

En esta iniciativa son los propios niños y niñas quienes a través de cartas o entrevistas con autoridades municipales defienden sus derechos y, en particular, el derecho al juego. «Esta es una experiencia que estamos desarrollando desde hace quince años y el único plan es que los niños son protagonistas. Los niños son niños por poco tiempo y en ese tiempo tienen que realizar sus necesidades», recuerda Tonucci.

 

ENSUCIARSE ES UN RIESGO

El juego tiene que ver con la creación, con la intención, con el arte, con la ciencia: «Es un ponerse frente al mundo, con libertad de recortar un trozo de este mundo como quiera, porque todo es posible; lo que no se alcanza, se inventa. Consigue resultados tan importantes en el desarrollo porque puede aprovechar el motor más potente que el hombre conoce, que es el placer. Todo esto en la experiencia escolar se reduce mucho, porque el recorte lo hacen los adultos, lo ofrecen a los niños y ellos tienen que hacer lo que los adultos han pensado y conseguir los resultados que ellos han previsto, por lo cual hay que bajar a un motor mucho menos potente que el placer, que es el deber».

La aventura, el descubrimiento, la sorpresa, la emoción, el placer, el obstáculo, el riesgo, caracterizan al juego.

«Ensuciarse es un riesgo», dice Tonucci. Estos y otros aspectos gratificantes del juego son posibles con la condición de que no haya adultos siempre presentes o que jueguen «por obligación». La presencia continua del adulto limita de alguna manera la espontaneidad del juego: «Si hay un riesgo el adulto no puede tolerar que el niño lo corra, no importa que sea un adulto abierto o cerrado. Yo que voy predicando estas cosas no puedo soportar que un niño frente a mí corra un riesgo. La única esperanza para este niño es que yo no esté allí».

Tonucci reivindica y defiende el derecho de los niños a jugar con sus pares, aunque no tengan la misma edad: «Es muy divertido jugar con los más pequeños y con los más grandes, y normalmente está prohibido».

La responsabilidad de los padres y madres actuales es valorada positivamente: «Yo creo que los de hoy son mejores porque saben muchas más cosas, han pasado cosas importantes en la cultura en la relación mujeres varones; hoy los padres se hacen cargo de los niños como nosotros no lo hemos hecho a su edad».

No obstante, Tonucci sostiene que los niños de antes, cuando los adultos  léase padres, maestros, instructores, animadores, etc.  no tenían una presencia permanente, se desarrollaban más libremente entre pares. «Hoy los adultos siempre están presentes. Hablo de niños que viven en una cierta condición social ciudadana. Siempre hay alguien que los favorece, que instruye, que enseña, que los asiste».

 

JUGUETES DE HOY

Tratando de definir lo que es un buen juguete, el maestro abiertamente detracta los «juguetes inteligentes», del tipo de muñecas que hablan, o los juegos «didácticos» que no alcanzan a interesar realmente más que un par de horas; también los juguetes con presentaciones lujosas que dejan a un costado a la espera del próximo. «Para jugar bien se debería pose
er muy pocos juguetes; al contrario, por el sentido de culpabilidad que conecta el mundo del juego con la educación de los hijos, los padres, los adultos, regalan muchísimos juguetes, para compensar».

En relación a los juegos «bélicos», sostiene: «No creo que jugar a policías y ladrones, y elegir ser ladrones porque era más divertido, haya producido ladrones. Jugar a la guerra no tiene nada que ver con la guerra absurda y tonta que conocemos. Es una manera de jugar juntos con intercambio de papeles, es una actividad dinámica, al contrario de juegos comprados que no son ‘bélicos’ pero que tienen un contenido agresivo no explícito, en los que para jugar tienen que odiarse porque si no el juego no funciona».

«No creo que haya cosas malas  reflexiona Tonucci  Depende del uso que se les dé». Y agrega: «Me preocupa mucho cómo los niños frente al televisor no solo reciben toda la violencia, sino que se beben toda la publicidad. La televisión los corrompe y los transforma en compradores, y ésto creo que es la violencia más fuerte que reciben nuestros hijos».

Luego explica que todas las investigaciones hechas en Europa y Estados Unidos muestran que lo que les interesa más a los niños es jugar con otros niños afuera de casa. «Los únicos competidores con el televisor son los otros niños. Por eso tenemos que trabajar con nuestros intendentes y nuestros administradores para que la ciudad permita a los niños salir de casa. No solo para que los niños puedan jugar sino para que nuestras ciudades sean más bellas, más sanas y mejores para todos».

 

Viñetas extraídas del libro «Con ojos de maestro», de Francesco Tonucci.

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