El presidente montenegrino es el acusador

Culpan a Milosevic de atentado a Draskovic

El mandatario montengerino, que ayer se encontraba en Venecia para participar en una conferencia del Aspen Institute sobre la estabilidad en los Balcanes, midió con prudencia sus palabras alhablar con la prensa sobre el ataque sufrido por Draskovic, alcanzado por dos balas que le hirieron ligeramente el jueves pasado en su casa de Budva.

Para Djukanovic no caben dudas sobre la «pista política» para explicar el ataque, que demuestra en su opinión «el evidente intento de transferir y exportar el terrorismo de Serbia a Montenegro, para desestabilizar el país», ante el cual su gobierno «no cederá».

Las investigaciones sobre el atentado, agregó, «están siendo llevadas a cabo con gran profesionalismo, y en el lugar mismo del ataque han sido halladas muchísimas pruebas materiales, en base a las cuales se han llevado a cabo arrestos».

El viceministro del Interior montenegrino, Vuk Boskovic, afirmó el viernes que habían sido identificados los responsables del atentado y sus mandantes, indicando indirectamente que la orden había llegado de Belgrado, pero no proporcionó desde entonces informaciones suplementarias.

En cuanto al mismo Draskovic, sostuvo que «Serbia es un Estado terrorista gobernado por bandidos», una suerte de «Irak de los Balcanes», y dijo que Milosevic y sus acólitos «han transformado este país en un campo de concentración en el que no existen más leyes ni hay más ni un sistema judicial ni nada de nada».

Su esposa Danica, sin pelos en la lengua, al ser interrogada sobre los posibles mandantes del atentado del que fue víctima su marido, dijo directamente «Slobodan Milosevic y su esposa Mira Markovic». Draskovic, de 53 años y líder del Movimiento para la Renovación Serbia –uno de los principales partidos que se oponen al gobierno de Slobodan Milosevic– es un personaje complejo y polémico, un ex comunista y virulento nacionalista serbio que ha alternado entre una oposición dura al régimen de Milosevic y una serie de compromisos con el hombre fuerte de Belgrado, como cuando a comienzos de 1999, después de una larga campaña opositora, aceptó un cargo de vicepremier serbio, que abandonó tras pocas semanas.

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