El vicepresidente Alvarez denunció la corrupción en el Legislativo

La Justicia investiga el soborno en el Senado

Alvarez piensa que una investigación hecha por el propio Senado iba a carecer de la credibilidad necesaria de una ciudadanía que sigue ahora con creciente interés el affaire pero que en su inmensa mayoría supone que jamás será dilucidado.

El presidente Fernando de la Rúa pidió a su segundo en el poder que hiciera la presentación al Poder Judicial donde además han recurrido conocidos abogados que siguen atentamente los casos de corrupción, lo que permite esperar que el expediente no dormirá el sueño de los Justos.

De todos modos, el vicepresidente juró que no dejará que se caiga la pesquisa, a la que la ha convertido como su objetivo central, lo que le está generando simpatías populares, pero odios no sólo en sectores del peronismo sino dentro de la propia Alianza.

Alvarez cree que si hubo coimas, los fondos habrían salido de los dineros reservados que controla y maneja a discreción la Secretaria de Inteligencia del Estado (SIDE), que está bajo el control del ex banquero, Fernando de Santibañez, un amigo personal y estrecho del Presidente.

El vicepresidente viene exigiendo una reestructuración del organismo, especialmente desde que llegó a la conclusión que desde esas oficinas le hicieron una «operación de prensa» que sacaron a luz supuestos problemas conyugales y de alcoba.

Pero «Chacho» Alvarez niega que su cruzada por la «glasnost» (transparencia) haya sido motivada por rencor al jefe de los espías.

Cafiero, el silencioso

La Comisión de Asuntos Constitucionales de la cámara alta, decidió pedir la intervención del Procurador General de la Nación, quien hará su propia investigación, mientras la Oficina Anticorrupción (OA), que fue creada por la actual administración, deberá hurgar si hubo o no culpables dentro del Gobierno.

Los peronistas no quieren que participe esta oficina de investigación, porque no la estiman independiente del gobierno.

Hasta ahora, la OA, casi únicamente investigó a funcionarios del gobierno de Carlos Menem, y los llevó a la justicia donde algunos ya tienen prisión preventiva y otra, como María Julia Alsogaray, el cuadro del viejo conservadurismo que estuvo dentro del menemismo, podría hoy ser procesada por enriquecimiento ilícito.

La Comisión de asuntos constitucionales del Senado, no consiguió sacarle una palabra al senador Antonio Cafiero, quien había reclamado una moción de privilegio ante las versiones periodistas sobre soborno y más tarde, según algunos de sus colegas, en la intimidad reveló que conocía nombres de los corruptos.

Pero ahora se aferra al silencio: solamente conoce rumores, versiones, insiste. Pero la senadora Lucía Sapag, juró haberlo escuchado afirmar que conocía nombres de senadores tocados por la magia del dinero.

En cierto modo, el gobierno, al impulsar la investigación judicial, trata de exhibirse como pasando a la ofensiva.

Pero se duda que realmente la fogonee. Si el escándalo permanece demasiado tiempo en las primeras planas no le hace ningún favor, porque, aunque nadie duda del Presidente, si hubo soborno, hubo pagadores.

El ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, muy expuesto en esta pulseada, ha dado muchas señales de no compartir la cruzada de Alvarez, su jefe político en el Frepaso y en la prensa se especula abiertamente con este distanciamiento.

Más aún: son «ruidosos» los silencios de otros líderes y legisladores del Frepaso, como dejando solo, muy solo, a su líder. Pero hoy se reune el frentismo llamado por su jefe y allí, dicen, recibirá la solidaridad que no llegó espontáneamente.

Todo este traumatismo político afectará la solidez de la Alianza.

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