En 24 horas mataron a 130 personas

Temen que se produzca una sangrienta guerra civil en Irak

La nueva ola sangrienta complicará la ya difícil tarea de los líderes políticos sunitas y chiítas para formar un gobierno de unidad nacional, tras las elecciones de diciembre de 2005, que evidenciaron una profunda ruptura entre las dos confesiones mayoritarias que conviven en Irak.

Al menos 80 cadáveres, con señales de disparos, llegaron a la morgue de Bagdad desde el miércoles por la tarde, mientras que 47 obreros sunitas y chiítas fueron abatidos al este de la capital iraquí, según fuentes hospitalarias y de seguridad.

Según el comité de ulemas musulmanes, 168 mezquitas fueron dañadas o incendiadas en todo Irak y diez imanes y predicadores murieron.

Además, los cadáveres de tres periodistas iraquíes del canal de televisión emiratí Al Arabiya que habían sido secuestrados el miércoles en el norte de Samarra fueron hallados ayer, informó la policía de la ciudad.

La presentadora Atwar Bahjat, el camarógrafo Adnan Abdalá y el experto de sonido, Jaled Mohsen, fueron secuestrados cuando abandonaban Samarra, donde habían cubierto la información sobre el ataque a la mezquita.

Las autoridades iraquíes ya pusieron a todas sus fuerzas de seguridad en estado de máxima alerta y suspendieron los permisos de descanso o vacaciones.

En Bagdad y en las localidades al norte de la capital, donde está Samarra, se impuso un toque de queda de las 20H00 a las 06H00 locales (17H00-03H00 GMT) a partir de ayer, según un decreto del ministerio del Interior.

La medida, así como la ola de violencia, llega tras el atentado del miércoles contra el mausoleo del imán Alí Al Hadi, uno de los principales santuarios chiítas de Irak, con 1.000 años de antigüedad y situado en Samarra, al norte de Bagdad, que quedó prácticamente destruido. El presidente iraquí, Jalal Talabani, convocó para ayer a los principales líderes políticos sunitas y chiítas para tomar medidas con el objetivo de evitar un conflicto confesional, pero la principal lista sunita, el Frente de la Concordia, se negó a participar para manifestar su disgusto por los ataques contra esa comunidad.

«El crimen (contra el mausoleo) busca sembrar cizaña y guerra civil en Irak (…) Los Takfiri (extremistas sunitas) y los Zarqauis (por el nombre del jefe de la red terrorista Al Qaida en Irak) llegados del extranjero buscan provocar una guerra civil, pero nosotros debemos impedírselo», dijo Talabani ante una delegación de los jefes de las tribus de Salahedin, al norte de Bagdad. En un comunicado leído a la salida de la reunión, Talabani advirtió del «fuego de la sedición que, si se inflama, puede quemar todo a su paso y nadie saldrá indemne».

«Apagar el fuego de la sedición es un deber sagrado (para todo iraquí) y pasa por la unidad nacional», declaró ante la prensa.

Según Mahmud Osman, que asistió a la reunión, «todos los jefes políticos iraquíes expresaron su angustia de una guerra civil y su temor a los excesos en las plegarias del viernes».

El jefe radical chiíta, Moqtada Sadr, ordenó a sus partidarios del «Ejército del Mehdi» proteger las mezquitas sunitas en regiones de mayoría chiíta, sobre todo en Basora, indicó ayer un responsable de su gabinete en la ciudad santa de Nayaf.Por su parte, el gran ayatolá Alí Sistani, la más alta autoridad religiosa chiíta de Irak, reiteró ayer un llamamiento a la unidad de los iraquíes y al rechazo de las armas, según uno de sus representantes, Mohammad Hakkani. *

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