"Su muerte testimonia la tortura y los tratamientos inhumanos"

Suicidio de prisioneros de Guantánamo "plantea enormes dudas" a familiares

Las familias de los dos sauditas «no creen que ellos se suicidaron», declaró ayer a la AFP su abogado, Kateb al-Chammari. «La versión estadounidense» sobre un suicidio «nos plantea enormes dudas», agregó, recordando el «control cercano y continuo sobre los prisioneros mediante una vigilancia individual o con cámaras que operan las 24 horas» del día.

«Su muerte testimonia la tortura y los tratamientos inhumanos a los que son sometidos los prisioneros en Guantánamo», continuó el abogado, quien exigió la formación de una comisión independiente para investigar la circunstancia de los decesos.

Luego de las primeras muertes registradas en Guantánamo tras la apertura del campo en 2002, el presidente estadounidense George W. Bush expresó su profunda inquietud, mientras que Gran Bretaña se limitó a decir que se trataba de un «triste incidente».

Estos decesos en Guantánamo, donde los detenidos han multiplicado las huelgas de hambre y los intentos de suicidio luego de cuatro años, suscitaron la reprobación de organizaciones de defensa de los derechos humanos. El Centro para los Derechos Constitucionales (CCR), donde trabajan numerosos abogados que defienden a más de 200 detenidos, denunció que se trata de «una detención ciega, indefinida, sin ninguna posibilidad de justicia en el futuro».

Para el contralmirante estadounidense Harry Harris, comandante de la base de Guantánamo, estos suicidios no son «actos desesperados» sino «actos de guerra».

El sábado temprano un guardia descubrió que un detenido «se había colgado». Una inspección permitió descubrir que «otros dos detenidos se habían colgado». Los tres hombres estaban inconscientes. No respiraban y todos los esfuerzos por reanimarlos fueron en vano, explicó el oficial.

Arabia Saudita inició el procedimiento para repatriar los cuerpos de sus dos ciudadanos. Los sauditas constituyen casi el 25% de los detenidos en Guantánamo.

Yasser Talal al-Zahrani, de 22 años, de Medina, la segunda ciudad sagrada del islam, en el oeste de Arabia Saudita, y arrestado a los 17 años de edad en Afganistán, envió unas cartas a sus padres por medio del Comité Internacional de la Cruz Roja.

En cambio, los padres de Manii ben Chamane al-Otaibi, de 19 años, de Ad-Dawadami, 200 km al norte de Ryad, no habían recibido ninguna carta de su hijo, según su abogado.

La identidad del yemenita muerto no ha sido informada hasta ahora.

Una investigación fue iniciada para determinar las circunstancias de los decesos y debían efectuarse las autopsias.

En Kabul, un portavoz de los rebeldes talibanes culpó a Estados Unidos de haber asesinado a los tres detenidos, afirmando que unos combatientes musulmanes jamás se suicidarían. «Ningún musulmán, ningún mujaidín se puede suicidar. Está prohibido por la sharia, la ley islámica», declaró a la AFP el portavoz de los rebeldes, Mohammad Hanif.

La mayoría de los detenidos de la base de Guantánamo fue arrestado en Afganistán a fines de 2001, durante la campaña norteamericana contra los talibanes y sus aliados de la red Al Qaida. Unos 760 prisioneros han pasado por Guantánamo, y de los 460 que todavía permanecen en el campo, sólo 10 han sido formalmente inculpados de algún cargo, pero ninguno ha sido juzgado. *

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