Una moneda de cambio en el conflicto entre israelíes y palestinos

Tierra por paz

El dirigente israelí hizo el anuncio en el kibutz de Sde Boker, en una ceremonia en el desierto de Negev, con motivo del aniversario de la muerte del fundador del Estado hebreo, David Ben Gurion, fundador del Estado de Israel en el kibutz de Sde Boker, y en medio de un precario alto el fuego en Gaza.

El primer ministro israelí dijo que el futuro Estado palestino tendrá «soberanía absoluta, fronteras definitivas y continuidad territorial», al tiempo que auguró la excarcelación de un elevado número de presos palestinos, a cambio de la liberación del soldado Guilad Shalit, cautivo en Gaza.

Afirmó que Israel está dispuesta a evacuar muchos asentamientos a cambio de una «paz auténtica y de la renuncia al retorno de los refugiados palestinos a Israel «, pero reclamó como condición para el diálogo la constitución de un nuevo Gobierno palestino, que «respete los principios del Cuarteto» y su Hoja de Ruta que se creó en 2001 .

La Hoja de Ruta reclama un proceso de paz por etapas basado «en el principio de tierra a cambio de paz de las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad», y «en la resolución 1397, así como en los acuerdos previamente alcanzados por las partes, y en la iniciativa árabe propuesta por el príncipe heredero saudí Abdallah y respaldada por la Cumbre Arabe de Beirut».

Olmert reafirmó su disposición a reunirse, cuanto antes, con el presidente palestino, Mahmud Abás, en cuanto sea liberado Shalit y se constituya un nuevo gobierno, e indicó que «la paz vendrá mediante el reconocimiento mutuo y las negociaciones directas».

Como medidas inmediatas anunció estar dispuesto a reducir el número de puestos de control militar en Cisjordania y a reanudar la transferencia de fondos que Israel retiene a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en concepto de tasas y aduanas. Israel suspendió estas transferencias tras la llegada al poder del grupo islámico Hamas, que no reconoce al Estado judío.

 

Dos socios

El jefe del Gobierno israelí reiteró estar dispuesto a liberar a numerosos presos palestinos, incluidos los que cumplen condenas de larga duración, a cambio de «una paz auténtica», y de la renuncia al retorno de los refugiados a Israel. Dijo que estas medidas tienen por objeto promover la confianza perdida entre israelíes y palestinos y demostrar que «nuestra mano está tendida para la paz con los palestinos (…) Espero que haya una respuesta».

El principal negociador palestino, Saeb Erekat, dijo que los palestinos estaban dispuestos a negociar un acuerdo definitivo de paz. «Creo que el señor Olmert sabe que tiene un socio, que es el presidente Abbas».

Ekarat, aseguró que su pueblo «está totalmente dispuesto a iniciar negociaciones sobre el estatuto final de los territorios ocupados, principalmente la suerte de Jerusalén».

Olmert opinó que son «positivas» algunas partes de la propuesta de Arabia Saudí para el proceso de paz. Ese plan de paz, aprobado en una cumbre de la Liga Arabe en Beirut, en marzo de 2002, aboga fundamentalmente por el reconocimiento de Israel por parte de los países árabes a cambio de que este país se retire de los territorios ocupados en 1967: Cisjordania, Gaza, Jerusalén Este y el Golán.

La derecha israelí criticó el discurso de Olmert afirmando que se trata de una «victoria de Hamas». El partido derechista Israel Beiteinu, que se sumó recientemente a la coalición de los centristas y laboristas, aclaró que «no votará en favor de planes de paz apresurados».

Sin embargo, según Abdul Rahman Al-Rashed, director general de la cadena de televisión Al Arabiya, Hamás se ha visto obligado a pactar la tregua con Israel tras el fracaso de su acción de gobierno, que ha provocado 400 muertos palestinos y sumió a su pueblo en la hambruna. Respecto a la tregua en sí, es un mero movimiento temporal y táctico cuyo objetivo es la liberación de los prisioneros palestinos y no representa un cambio profundo dentro de Hamás, aseguró. La mayoría de los palestinos ven con buenos ojos este cese de hostilidades, convencidos que el gobierno de Hamás les ha traído más inseguridad y ha fortalecido a Israel, lográndose en este período menos ataques armados palestinos que cuando gobernaba Al Fatah. De todos modos, esta tregua anuncia que se vienen tiempos de negociaciones y concesiones, dijo Al-Rashed en el diario árabe, Asharq Al Awsat, que se publica en Londres.

En opinión Ze’ev Schiff la tregua acordada es buena tanto para los palestinos como para los israelíes, aunque a quien más beneficia es a Hamás, que recupera el control de la agenda política palestina. En este sentido, este alto el fuego podría significar la legitimación internacional del gobierno de Hamás. Además, esta tregua ha recibido el apoyo implícito de Irán y Siria, lo que revela que está siendo interpretada como una victoria de este grupo palestino. Lo más preocupante es que esta nueva situación acabe reforzando a Hamás y debilitando a Israel, dijo el analista y uno de los mayores expertos israelíes en asuntos estratégicos y de seguridad, en el diario Haaretz.

 

Un conflicto que fatiga

En cambio, el destacado escritor israelí Amos Oz en un artículo de opinión publicado por el diario Yediot Ahronot, dijo: «Puede que los palestinos hayan comprendido que disparando cohetes hacia localidades israelíes no acercan su independencia, y puede que los israelíes hayan comprendido que con operativos militares no silencian a los palestinos».

«Esto es producto de una gran fatiga de ambas partes», escribió el analista Aluf Benn en el matutino Haaretz. El primer ministro Olmert trata de reconstruir su posición de líder», opinó la comentarista política Rina Matsliah en el Canal 2 de la televisión israelí.

La propuesta de dos Estados para dos pueblos es la mejor solución para Oriente Medio. Hay que aislar a los extremistas de uno y otro bando, humanizando al contrario y forzando un acuerdo de paz, sostuvo Hashem Saleh, un escritor e investigador sirio residente en Paris, en el diario israelí Yediot Aharonot.

 

Muchas negociaciones

Durante décadas ha Israel intercambiado tierra por paz con sus vecinos, aunque lo que recibía de la contraparte consistía en algunos casos promesas revocables. No obstante, la laborista Golda Meir renunció a posiciones de vanguardia en el Sinaí y en las alturas del Golán a cambio de que se fijaran límites a las fuerzas militares.

Durante décadas, después de la guerra de 1967, los israelíes acordaron que era necesario mantener el control de la Ribera Occidental y la Franja de Gaza hasta que hubiese un acuerdo amplio de paz con los palestinos y los estados árabes. Bajo la mirada de la seguridad, los territorios ocupados constituyeron un tema crucial para defender a Israel contra posibles ataques a sus fronteras y desde un punto de vista diplomático, los territorios se veían como monedas de cambio para negociar » tierra por paz».

Yitzhak Rabin intercambió los pasos del Sinaí por lo que eran los elementos fundamentales del fin del estado de guerra con Egipto. En 1979, Menachem Begin, del Likud, aceptó la frontera egipcio-israelí y desalojó el Sinaí pese a que se descubrió petróleo, para lograr la paz formal con Egipto. Los israelíes devuelven la tierra conquistada en la guerra defensiva de 1967.

Egipto y luego Jordania en1994 firmaron tratados de paz formales como resultado de la política israelí. Hoy el estado de paz, fría, perdura.

En 1991, Yitzhak Yamir, del Likud, participó en la conferencia de paz de Madrid, en la que también estuvieron presentes representantes de los palestinos. En 1993, Rabin y Shimon Peres, del Partido Laborista, celebraron el acuerdo de Oslo, que constituye el núcleo del proceso de paz existente con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

El acuerdo de Oslo en 1993 y el proceso de paz que lo siguió incorporó esa expectativa. Por este propuesta, Israel se compromete a construir la infraestructura para una futura autono
mía palestina. Construye escuelas, hospitales, entrena y arma a la policía palestina. Recauda impuestos para la Autoridad Palestina y suministra la red de agua y electricidad. Yasser Arafat aceptó, pero protegió a los grupos terroristas que siguieron operando.

Benjamín Netanyahu, del Likud, venció más tarde la antigua oposición de su partido a la política de tierra a cambio de la paz, cuando en el acuerdo de Wye aceptó la división territorial y la soberanía palestina.

Negociaciones en Wye Plantation (Maryland, EEUU), bajo la presión de Bill Clinton, y el rey Husein, lograron que Netanyahu y Arafat firman un pacto que incluía una nueva retirada israelí de Cisjordania (un 13,1%) a cambio de garantías contra el terrorismo por parte de la Autoridad Palestina.

Sin embargo, la estrategia se fue al suelo en 2000 cuando el primer ministro Ehud Barak ofreció entregar casi todos los territorios ocupados y aceptar un Estado Palestino a cambio de paz real.

Israel ofrecía el 97% de Cisjordania y el 100% de Gaza, el Este de Jerusalén como la nueva capital palestina y reconocía una entidad soberana palestina. El líder palestino Arafat se negó profundamente a la iniciativa sin realizar una contrapropuesta. Dos meses después de Camp David-Taba, comienza una nueva campaña de terrorista de los grupos fundamentalistas palestinos.

Sin embargo, Sharon cambió la fórmula: Israel no necesitaba los territorios. No servían como moneda de cambio para negociar, porque no había con quién negociar. Tampoco podían ser anexados a Israel debido al problema demográfico constituido por el control continuo sobre tantos palestinos. Los estados árabes, preocupados de otros problemas en la era pos guerra fría, estaban menos interesados en el conflicto, mientras que la situación de seguridad en los territorios mismos habían llegado a constituir un problema.

La solución de Sharon era el retiro unilateral y estaba de acuerdo en que un cierre de seguridad, que históricamente era lo que quería la izquierda israelí, aumentaría las defensas de la nación. El país entonces se concentraría en asuntos locales como el desarrollo económico, mejorar sus instituciones públicas, y elevar los estándares de vida. El veterano halcón que estuvo al frente de numerosas batallas dio un paso histórico: el retiro israelí militar y civil de Cisjordania y Gaza.

 

Intercambio de tierras

Para el mayor experto mundial en demografía judía Sergio Della Pérgola, eminencia académica de la Universidad Judía de Jerusalén, el cerebro que del plan de paz «tierra a cambio de tierra» que adoptó en su momento el ex premier israelí Ariel Sharon, se basa en dos ciencias prácticas: la demografía y la geografía.

«Tierra a cambio de tierra» prevé intercambios de territorio entre Israel y el futuro estado palestino a partir de un área denominada el triángulo. Della Pérgola explicó que en territorio israelí residen un millón trescientos mil árabes. «La zona del triángulo se encuentra entre las ciudades de Netanya y Tel Aviv, sobre la frontera. La idea es pasar la soberanía al futuro estado palestino».

El experto israelí dijo que según el plan de paz, Israel cedería también a los palestinos territorios habitados por poblaciones árabes en la zona de Galilea. En total, medio millón de árabes pasarían junto con la tierra que habitan a la soberanía de Palestina.
En cambio, Israel absorbería áreas de Cisjordania habitadas por colonos judíos. El resto de los colonos judíos, deberían abandonar sus colonias, que pasarían al nuevo estado palestino.
En cuanto a Jerusalén, quizás el problema más difícil de solucionar, el territorio metropolitano quedaría bajo control israelí. Pero la propuesta del plan es crear dos municipios, uno israelí y el otro palestino, reunidos en un Consejo Coordinador de la Gran Jerusalén, que discutiría todas las cuestiones más importantes. Habría sectores confiados a los palestinos, como la Explanada de las Mezquitas en la Ciudad Vieja, junto al Muro de los Lamentos, y se garantizaría la residencia del Gran Mufti de Jerusalén, el líder religioso de la tercera ciudad santa islámica.

Della Pérgola señaló que el modelo en el que piensan los israelíes para encontrar una solución al dilema de Jerusalén es el del Vaticano, un estado independiente pero que está integrado administrativamente con Italia en áreas como electricidad, cloacas, teléfonos y servicios de seguridad.

No hay solución militar al actual conflicto. Hay una clara señal de que ambos pueblos están exhaustos de tanta confrontación. Ambas partes están obligados a aprovechar esta oportunidad y encaminar los esfuerzos hacia la mesa de negociaciones. «Este nuevo clima llega en un momento clave, con más de media docena de países árabes metidos en guerras y tensiones», opinó Rami G. Khouri, director general de The Daily Star, de Beirut. La tierra y la paz es uno de los ejes del conflicto israleo-palestino. Y otra vez, como ocurrió a lo largo de la confrontación histórica, volverá a ser moneda de cambio entre los dos vecinos. *

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