De actor a presidente

Manila, AFP

El presidente filipino, Joseph Estrada, otrora actor, y que ahora corre el riesgo de ser expulsado del poder si los senadores lo declaran culpable de haber recibido sobornos, quiere, como en el cine, ir hasta el final.

«Tengo la conciencia tranquila», proclamó ayer lunes por la mañana en la radio poco antes de que la Cámara baja del parlamento adoptara la moción que puede conducirlo al proceso. A los 63 años, el presidente de Filipinas, elegido triunfalmente en mayo de 1998, es un «erap», que en tagalo, la lengua filipina, quiere decir «compañero».

Estrada recibió ese sobrenombre durante su carrera de actor y lo mantendrá hasta la presidencia. Popular, de fácil hablar, se ufana de tener siempre «la última palabra» cuando se ríen a sus espaldas. Robin de los bosques, defensor de los débiles en sus películas, ganador de cinco oscars locales, Erap se erigió en amigo de los pobres durante la campaña presidencial de 1998, a quienes prometió mejor suerte. Ahora, es en los barrios populares es donde encuentra más apoyo.

Pero esa imagen, también lleva la otra cara de la moneda. Así, ha sido tratado de «inepto» e «incompetente» para gobernar. La Iglesia católica, muy influyente en Filipinas, no le perdona sus inclinaciones en materia de mujeres, alcohol y juego. Y actualmente, el cardenal Jaime Sin, primer personaje de la Iglesia en Filipinas, es un encarnizado adversario de Estrada.

Nacido el 19 de abril de 1937 en Manila, Joseph Marcelo Ejercito Estrada, fue el octavo de diez hijos de un ingeniero de obras públicas. Aunque fue un alumno poco brillante, estaba dotado de un sentido innato para relacionarse con la gente. De 1969 a 1985, se centró en su carrera cinematográfica y en su cargo de alcalde de su barrio de San Juan en Manila.

Una función que le valió la reputación de individuo excéntrico pero eficaz, así como una condecoración, por ser uno de los diez mejores administradores del país. En 1960, su esposa, una psiquiatra, harta de las aventuras amorosas de su marido, lo abandonó llevándose a sus tres hijos. Y en el punto más alto de su carrera cinematográfica, Erap comenzó un período de su vida como un nuevo soltero. Tiempo después se reconcilió con su mujer.

Ya como presidente, el amigo de los pobres se convertirá en el de los poderosos y el de las personas de dudosa reputación. Sus amistades de alto copete le costarán caro, pese a haber negado siempre haber recibido sus favores.

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