ANALISIS INTERNACIONAL

¿MILLONES PARA LA PAZ?

La comunidad internacional había prometido entregar a los palestinos 7.400 millones de dólares de ayuda en tres años (2008-2010), más allá de los 5.600 millones reclamados por los propios palestinos.

«Al 17 de diciembre de 2008, casi 1.700 millones de ayuda presupuestaria han sido entregados a la ANP, es decir más que los compromisos asumidos para el primer año (1.100 millones)», según confirmó el portavoz adjunto de la cancillería francesa Frédéric Desagneaux.

Un total de 68 países y una veintena de organizaciones internacionales participaron en aquella conferencia organizada por Francia para apoyar política y económicamente a la ANP con vistas a la creación de un Estado palestino.

Todo el mundo, incluso sus enemigos, le tendieron una multimillonaria mano para lograr el fin del conflicto.

La conferencia de donantes de París apuntaba a afirmar las esperanzas de paz que nacieron en noviembre de 2007 en Annapolis (Estados Unidos), en que israelíes y palestinos se comprometieron a actuar en la perspectiva de crear un Estado palestino a fines de 2008 y lograr fronteras seguras para Israel.

El objetivo de Annapolis no fue logrado y las conversaciones continuarán tras el cambio de gobierno en Estados Unidos, el 20 de enero próximo, y las legislativas anticipadas en Israel, el 10 de febrero.

Hoy los palestinos están en una mala situación. Eso nadie lo discute. Por hay una pregunta ineludible. Qué hace el gobierno palestino que recibe millones de dólares de la comunidad internacional, incluso de sus enemigos, léase Israel y Estados Unidos.

Los palestinos recibieron la mayor ayuda desde la Segunda Guerra mundial, no sólo en términos absolutos, sino también teniendo en cuenta los ajuste de los respectivos índices. Respecto al número de habitantes, los palestinos obtuvieron más asistencia que el Plan Marshall, diseñado para la recuperación de Europa, luego de la Segunda Guerra mundial. Con las actualizaciones del caso, un palestino recibió unos 1.300 dólares per capita. Con el Plan Marshall, cada europeo recibió 273 dólares per capita.

Los principales líderes palestinos son los primeros responsables de la situación que vive la sociedad palestina. Son ellos los que administran el cuantioso dinero que llega desde todo el mundo. Sería infantil decir que el conflicto con sus vecinos israelíes es la causa de todos sus males.

Hay varias hipótesis. Las facciones prefirieron históricamente el conflicto y la destrucción de Israel, y lo antepusieron a la prosperidad de su respectiva sociedad. Mucho de ese dinero, la mayoría, no terminó en la construcción de un país democrático, en donde la paz con sus vecinos se forjara en una mesa de negociaciones. Mucho de esos fondos terminaron alimentando a los grupos terroristas que dividieron, al menos en dos, a los palestinos, y alentaron la confrontación con los israelíes desperdiciando tiempo y dinero que debió usarse en otros fines.

El dinero no fue utilizado para construir infraestructuras. No se usó para levantar ni mejorar el sistema educativo. No sirvió para rehabilitar a cientos de miles, que viven en campos de refugiados. Paradójicamente hoy, son sus vecinos, los israelíes, los que tienen que proveerlos de algunos de los servicios básicos, pese a ser víctimas de los cohetes de las milicias islámicas.

La multimillonaria ayuda sirvió para perpetuar una política de confrontación, para la adquisición de armas y materiales que fueron utilizados por el terrorismo, y todo rodeado de corrupción y de enfrentamientos interpalestinos por el poder y el dinero. Estamos hablando de millones de dólares que llegaron a los territorios palestinos, particularmente, desde los Acuerdos de Oslo y que se han incrementado anualmente.

Los palestinos merecen recibir ayuda. Tienen muchas y buenas razones, al igual que decenas de naciones africanas diezmadas por guerras, hambrunas y enfermedades. Sin embargo, esta enorme cantidad de dinero fue mal utilizado, en forma premeditada. Fue gastado en forma corrupta. Se derrochó, con el impulso del gobierno central de la ANP y el resultado fue estallidos sociales y la anarquía en los territorios de Cisjordania y Gaza. Y, por encima de todo, la contraparte palestina a la ayuda y a la afluencia de estas cuantiosas cifras de dinero, fue mínima. La ANP no quiere o no puede controlar a los fundamentalistas islámicos. Algunos sectores palestinos siguen soñando con la destrucción de Israel, como la única alternativa a la construcción de un Estado palestino.

La solución está en sus manos. Los palestinos deben buscar la paz negociada con Israel y levantar su Estado para darle el bienestar que su sociedad necesita. Hasta ahora, el resultado de la política implementada por las facciones palestinas es, esencialmente, una continua catástrofe.

Los palestinos no se merecen vivir miseramente de la caridad internacional, necesitan construir su propio camino, y el camino es la paz y está en sus manos dar el salto cualitativo que los aleje del interminable espiral de violencia.

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