Crisis en Guatemala. Versiones malévolas y proclives a la desestabilización

La CNN bate su propio récord

En uno y otro caso, sus actitudes francamente provocativas se vieron frustradas por la altura y la dignidad de los entrevistados, empeñados en que se lleve a cabo una investigación a fondo del crimen, dotada de la máxima transparencia y profesionalidad.

La entrevistadora entró en materia en tono agresivo inquiriendo cuáles eran los indicios de que desde la presidencia de la República se quería interferir en el proceso de la investigación. La respuesta fue categórica: «No hay ninguna sospecha en ese sentido». Agregó Castresana que a su juicio era conveniente que el presidente, así como su esposa y su secretario privado estuvieran a distancia del proceso, para que «no se dejase ninguna sombra de duda al respecto».

Luego preguntó sobre el contenido de la llamada que ­dijo- le había hecho el presidente esa mañana. El entrevistado la rectificó. No hubo ninguna llamada. Ambos se reunieron y convinieron en que la investigación se desarrollara con todas las garantías de imparcialidad.

La tercera pregunta fue sobre si el organismo que dirige Castresana (Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, CICIG) tiene recursos suficientes y personal técnico idóneo para desarrollar su labor. La respuesta fue que estaba en condiciones de colaborar eficazmente con el ministerio público. Insistió preguntando cómo se iban a jerarquizar las labores de ambos organismos, cuál tendría mayor autoridad. La respuesta fue que desde hace más de un año «hemos funcionado razonablemente bien», en colaboración.

Luego vinieron los tramos más provocativos. Preguntó si no sería buena idea solicitar la renuncia del fiscal general, Amílcar Velásquez Zárate. La respuesta fue otro categórico No, con el agregado de que nada ha obstado al normal funcionamiento de las instituciones.

El colmo llegó sobre el final, con la pregunta: ¿en qué momento debería renunciar el presidente o algún otro alto funcionario involucrado en la denuncia? La respuesta fue otro chasco para la inquisidora: No, no hemos pedido la renuncia de nadie, no hay ninguna posibilidad de renuncia, dijo el jurista.

Todavía tuvo tiempo Patricia Janiot de preguntarle, en tono inquisitorial, si podía asegurar que la investigación se llevaría adelante hasta el final, «caiga quien caiga» (parecía el título de un programa televisivo), y si él temía por su vida.

Ya se imaginan las respuestas. Terminó leyendo tres cartas vitriólicas, bien seleccionadas, que casualmente reclamaban, todas, la cabeza del presidente.

En ese momento se estaban llevando a cabo dos manifestaciones en la Plaza de la Constitución: una contra Colom, convocada por Facebook, Internet y hi5 (difundida extensamente por CNN) y otra (evocada en un brevísimo flash) que mostraba a manifestantes, junto a alcaldes partidarios del gobierno, denunciando que se estaba ante una gran maniobra de desestabilización, en la que se inscribía el asesinato de Rosenberg y otro anterior, el del empresario Khalil Musa.

Datos de interés se ofrecen en las entrevistas que brindó el presidente el miércoles a la agencia ACAN EFE y a la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica. Allí afirmó que no renunciará «jamás» y que «solo muerto» lo sacarán del Gobierno, porque no tiene la menor responsabilidad en el hecho investigado, el cual forma parte de un plan desestabilizador.

Suscita enormes dudas el hecho de que una persona que el jueves graba un video anunciando que lo van a matar, sale el domingo tranquilamente a pasear en bicicleta, solo y dejando a su equipo de seguridad en su departamento u oficina.

La citada grabación fue efectuada por el periodista y abogado Mario David García, director del programa radial Hablame Claro, en su oficina en la zona 10 de la capital, y difundido el martes, después del asesinato, en las condiciones que referimos ayer.

Al respecto el presidente declaró que García «es un personaje muy conocido en Guatemala, que en los años 80, pública, abierta, vil y descaradamente promovió un golpe de Estado contra el presidente Vinicio Cerezo» (democristiano que ganó las elecciones de 1985 y bajo cuyo gobierno se alcanzaron algunos progresos democráticos). Acerca de los presuntos responsables de los planes de desestabilización, Colom respondió que se ha comenzado «a investigar a un ex presidente por corrupción, junto con una lista grande de ex oficiales del Ejército». Por ahí podría aparecer la madre del borrego.

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