Autodeterminación. La medida incluye además la explotación de recusos naturales

Groenlandia celebró su acceso a la autonomía

En Nuuk, la capital de esta isla estratégica del Artico, repleta de banderas groenlandesas, miles de habitantes se reunieron por la mañana en el puerto colonial, donde desembarcaron en 1721 los primeros colonos daneses.

Vinieron para festejar este evento histórico con la familia real danesa, el gobernador y el parlamento al completo. Ante los invitados extranjeros, entonaron el himno inuit.

El jefe del gobierno local, Kuupik Kleist, se felicitó por esta jornada simbólica «llena de esperanzas y de posibilidades», en un discurso en el que llamó a sus ciudadanos a «trabajar duro para desarrollar nuestras capacidades, para satisfacer nosotros mismos nuestras necesidades» y asegurar un día «nuestra soberanía».

Según Kleist, este estatuto de autonomía ampliada es «muy importante para nosotros, para una pequeña sociedad (57.000 habitantes para un territorio de 2,2 millones de km2, ndlr) reconocida hoy como un pueblo en igualdad de condiciones con las otras naciones». A Anne-Sofie Moeller Rossing, de 65 años, vestida con el traje tradicional de fiesta groenlandés y visiblemente emocionada, le entran «ganas de llorar» al escuchar las palabras del dirigente de la isla, mientras aprieta entre sus manos la bandera groenlandesa. «Al fin se nos reconoce como pueblo con nuestro propio idioma, nuestra propia cultura, nuestra identidad. Podemos decidir sobre nuestro propio destino sin pedirle cada vez la autorización a Copenhague», dijo. Brian Felcker, de unos 30 años, acudió junto a su hijo Rudi, de 7 años, que quería ver en carne y hueso a la princesa Mary, esposa del príncipe heredero Federico.

«Este día significa mucho para nosotros. Nos devuelve nuestro orgullo y nos da más ganas de educarnos», asegura. Para él, la independencia total vendrá «cuando hayamos ganado la batalla de la educación y nuestra independencia económica». Al igual que otras insulares, Akaa, una septuagenaria, cree en este sueño de independencia, «anclado en el fondo de todos los inuit». «¿Qué pueblo no aspira a ser libre?», preguntó.

Los jóvenes también estaban de fiesta, como Salome Samuelsen, de 19 años, que cree «que el camino hacia la independencia todavía es largo y difícil».

La multitud siguió durante horas a la familia real del puerto a la iglesia, donde se celebró un oficio religioso, y hasta las puertas de Landsting, el parlamento local, donde la reina danesa entregó oficialmente la ley sobre la autonomía ampliada al presidente de la asamblea, Josef Motzfeldt.

Durante una conferencia de prensa conjunta con Kleist, el primer ministro danés, Lars Loekke Rasmussen, aplaudió de nuevo este nuevo capítulo de la historia groenlandesa.

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