Europa. Ajustes de cuenta entre sus líderes le impiden ser la alternativa a Sarkozy

El Partido Socialista de Francia en crisis y al borde del abismo

La derrota del 7 de junio en las elecciones europeas, en las que el PS obtuvo apenas un 17% de votos, casi lo mismo que los ecologistas y mucho menos que el gobernante Unión por un Movimiento Popular (UMP, derecha), puso en evidencia la grave crisis que vive el principal partido de la oposición francesa.

Así parecen probarlo los múltiples diagnósticos que surgieron desde entonces, tanto los que proceden del interior del partido como los comentarios de conmiseración y no poco irónicos de los dirigentes de la derecha, que se deleitan con la crítica situación del PS.

Si hay algo en lo que todos parecen estar de acuerdo, es en la necesidad de un cambio fundamental en el partido.

Arnaud Montebourg, secretario nacional del PS, encargado precisamente de la Renovación, estimó el lunes que el partido «debe cambiar su naturaleza», «porque no se puede guardar un partido que cayó en formol».

Para el diputado y ex ministro de Cultura Jack Lang, el PS «se ha convertido en un árbol seco».

«Nos golpea el silencio de los socialistas desde hace años sobre la educación, la cultura, la juventud», comentó este martes Lang al diario Le Parisien.

«Hay que cambiar o morir» insistió por su parte, en una tribuna en el Financial Times, el diputado cuarentón Manuel Valls, que no oculta sus ambiciones presidenciales y mantiene una rebelión contra la primera secretaria Martine Aubry.

Esta última, elegida en noviembre del año pasado, por apenas un centenar de votos más que su rival Segolene Royal, y al cabo de una disputa sin tregua entre diferentes proyectos, difícilmente puede imponer un liderazgo.

Un ejemplo de esta situación es su actitud frente a las reiteradas críticas de Valls, al que Martine Aubry había planteado la disyuntiva de callarse o de abandonar el partido.

En su tribuna en el Financial Times, Valls, que algunos califican de «Sarkozy del PS», no sólo ignoró la advertencia, sino que persistió, acusando a la izquierda de tener «una visión ya superada del mundo», y llamando incluso al PS a cambiar de nombre, considerando que la palabra «socialismo» está pasada de moda.

Para el politólogo Stephane Rozès, el problema es mucho más profundo que la falta de liderazgo y las ambiciones y ajustes de cuentas, y se debe más bien a la ausencia de un proyecto político.

«El Partido Socialista no consigue definir un proyecto político que responda a la vez a las expectativas del país en el nuevo contexto internacional y a la demanda de imaginación política», comentó.

Para el politólogo, la crisis del PS comenzó con la derrota del entonces primer secretario Lionel Jospin en las elecciones presidenciales de 2002.

En la primera vuelta de dichos comicios, Jospin se situó en tercer lugar, no dejando a socialistas y a la izquierda otra alternativa que votar por el conservador Jacques Chirac, para evitar la elección del ultraderechista Jean-Marie Le Pen en la segunda.

No obstante, el mismo Rozès estima que el problema principal del PS es «salir de la trampa en la que los ha metido Sarkozy», haciendo que sus iniciativas dependan sólo de la política del gobierno.

«Los socialistas comenzarán a resolver sus problemas cuando se olviden de Sarkozy», comentó.

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje