OPINION INTERNACIONAL

YEMEN : LA GUERRA OLVIDADA

Desde hace cinco años el gobierno enfrenta una rebelión de un grupo shiíta conocido como los Houthis, cuyo nombre se deriva de su fundador Badreddin al-Houthi, muerto por el ejército en 2004. Los Houthis alegan ser los defensores del Islam más genuino y puro y desean restaurar el imanato Zaydi que fuera derrocado en 1962. Pese a que su shiísmo es muy diferente al de la revolución islámica iraní hay pruebas palpables de que Teherán brinda un amplio apoyo a los houthis en armas y equipos militares. Por su parte Arabia Saudita y Egipto respladan al gobierno del Presidente Ali Abdullah Saleh y a su ejército de 66.000 hombres con suministros bélicos y asesoramiento militar.

El enfrentamiento del gobierno con los houthis está alcanzando dimensiones inquietantes. En poco más de un mes, la guerra produjo 2000 muertes y hizo perder sus hogares a 150.000 yemenitas, lo que ha creado un serio problema humanitario. Sin embargo, sigue siendo una guerra olvidada para buena parte de la prensa del mundo y no provoca particular emoción en el mundo árabe. ¿Es un problema nuevo o viejo? Depende del punto de vista. Un columnista de «Asharq Alawsat», Abdul Rahman al Rashed lo ve como algo crónico : «El centro de poder en el Yemen siempre estuvo en Sanaa y esto sigue siendo así hasta hoy. Pero cuando se sale de la capital, la presencia del gobierno se debilita y aumenta la autoridad de los grupos tribales, que tienen sus leyes y sus grupos armados propios. Los rebeldes huthis son solo la consecuencia natural de este constante vacío político y militar. Yo sé que las autoridades rechazarán toda acusación de debilidad y no van a reconocer su falta de autoridad. Pero lamentablemente esta falta de autoridad ha existido desde el tiempo de los otomanos». Con toda su gravedad, la rebelión houthi no es el único dolor de cabeza del gobierno yemenita. Otro columnista de «Asharq Alawsat», Ali Ibrahim explica que Yemen enfrenta tres desafíos, que en conjunto son más peligrosos que todos los desafíos previos planteados al país : «Existe una rebelión en Saada, que parece estar ligada, al menos parcialmente a un conflicto regional mayor. Asimismo hay enfrentamientos con grupos separatistas en el Sur y finalmente está la amenaza del extremismo religioso y la organización Al Qaeda.» Ningún observador vislumbra una rápida victoria ni del gobierno ni de los houthis. Lo más probable es que en algún momento se llegue a un acuerdo para interrumpir las hostilidades, más o menos precario. Los rebeldes rechazaron un ofrecimiento de cese del fuego a comienzos del mes de ayuno del Ramadán, y a su vez el gobierno se rehusó a aceptar un llamado a un cese del fuego unilateral propuesto por los houthis a comienzos de setiembre.

Para Saed Thabet, un analista político citado por «GulfNews», la agencia de noticias del Golfo Pérsico, la iniciativa de los Houthis es solo una propuesta táctica, que habrán de retirar cuando finalice una reunión de los países del Golfo en Jedda. Thabet recordó que tan solo tres días antes de presentar su presunto proyecto de cese del fuego dijeron que se estaban aprontando para una guerra larga y difícil.

Por su parte, Najeeb Gallab, un investigador de la universidad de Sanaa, señaló que el objetivo de la iniciativa de los rebeldes tiene el objetivo de conservar sus armas, permitirles un respiro y escapar al estrecho control que el gobierno tiene en áreas rebeldes en Saada.

Sobre la posición islamista intolerante y fundamentalista de los houthis no cabe la menor duda. Un ejemplo de esa actitud se expresó en su actitud hacia la pequeña minoría judía, arraigada desde hace muchos siglos en ese país árabe. El rabino yemenita Yahia Mussa, declaró al independiente «Yemen Post» que docenas de judíos tuvieron que abandonar sus hogares después de recibir amenazas de muerte de militantes houthis. El rabino dijo: «Los houthis atacaron nuestras propiedades, confiscaron nuestros libros religiosos y nos dieron diez días para abandonar nuestra aldea. Nos advirtieron que nos secuestrarían o nos matarían si no nos íbamos». Indudablemente el gobierno de Ali Abdullah Saleh no es ningún modelo de transparencia, ecuanimidad o buena administración. Pero todo parece indicar que una victoria houthi sería una alternativa mucho peor. Es difícil no concordar con la opinión de Ali Ibrahim «Si organizaciones extremistas lograran obtener el control de grandes zonas del Yemen convirtiéndolas en bases de operaciones, el Yemen podría resultar una amenaza mucho mayor a la seguridad regional e internacional de lo que es actualmente Afganistán».

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