OPINION INTERNACIONAL

EL ENCUENTRO LULA ­ CRISTINA

No se oculta que han surgido diferencias entre ambos países en la esfera de las relaciones comerciales. En la reunión se resolvió multiplicar los contactos bilaterales en busca de soluciones. «Hemos decidido, con el presidente Lula, que nuestros ministros de Relaciones Exteriores, Hacienda e Industria y Comercio se reúnan cada 45 días, alternadamente en cada país, para poder tratar los problemas que surjan», dijo Cristina Fernández. Lula señaló por su parte que hay una tendencia a exagerar las dificultades y abogó por superarlas en el marco de «una nueva visión regional». Para ello existe una sólida base: además de que los dos países actuaron juntos en la esfera global, «nunca nuestros destinos fueron tan inseparables», enfatizó. Y puso varios ejemplos. Brasil es el principal mercado de los productos industrializados argentinos, que representan casi el 70% de las exportaciones de Argentina a su vecino. En 2009, 9 de cada 10 automóviles exportados por Argentina fueron para Brasil. El Bndes brasileño contribuyó con sumas apreciables a proyectos de ampliación y modernización de la infraestructura argentina y a sectores prioritarios como gasoductos y saneamiento. En 2008 el intercambio comercial en los dos sentidos alcanzó a 31 mil millones de dólares, un récord. Ambos países adoptaron juntos un padrón de TV digital común a América del Sur, al que se incorporan también Chile, Venezuela y Perú, «lo que consolida a nuestra región en la vanguardia del acceso democrático a la información». Están en marcha también proyectos que van desde la cooperación nuclear y un satélite conjunto, a la interconexión energética, la cooperación en la industria naval y la creación de un sistema de pagos en monedas locales, tema que adquiere relevancia en todo el continente.

La Declaración conjunta apunta a consolidar esa comunidad de intereses, y ello requiere «un Mercosur vigorizado y una Unasur consolidada, mecanismos que son la piedra de toque de una integración sudamericana estable, justa y soberana», dijo Lula. Se planteó darle un impulso coordinado a las cuestiones pendientes en el Mercosur en las presidencias pro témpore de Argentina y Brasil en 2010. Se acordó asimismo una acción conjunta (del mismo modo que se hizo en las cumbres de Londres y de Pittsburgh) para bregar en la OMC por un acuerdo que favorezca a la agricultura en las regiones más pobres, y para reclamarle a las naciones industrializadas en la próxima Conferencia mundial sobre cambio climático en Copenhague que cumplan objetivos de vasto alcance y otorguen apoyo financiero y tecnológico a los países que son las mayores víctimas del calentamiento global.

Los dos gobernantes reafirmaron que no reconocerán el resultado de las elecciones presidenciales del 29 de noviembre en Honduras en caso de que el depuesto presidente constitucional Manuel Zelaya no sea restituido en su cargo. El comunicado conjunto reitera que «sus gobiernos no reconocerán el resultado de las elecciones conducidas por el gobierno de facto» de Roberto Micheletti. Consideran asimismo que la restitución de Zelaya a sus funciones «es indispensable para el restablecimiento del orden institucional, el estado de derecho y la vida democrática» en Honduras. La declaración solicita «que cesen de inmediato las acciones de hostilidad a la sede diplomática de Brasil en Tegucigalpa (donde está refugiado Zelaya desde el 21 de setiembre bajo permanente acoso) y que sea garantizada su inviolabilidad y la de las personas bajo su protección». Ambos gobiernos expresaron su preocupación por la presencia en América del Sur de bases militares de países de fuera de la región. Reiteran la decisión asumida por todos los países en la Cumbre de Unasur en Bariloche y en sucesivas reuniones de la OEA en el sentido de que la presencia de esas tropas extrarregionales «es incompatible con los principios de respeto a la soberanía y la integridad territorial de los estados de la región» y que los acuerdos con potencias de fuera de la región «se deben hacer acompañar de garantías formales de que tales acuerdos no serán utilizados contra la soberanía, la integridad, la seguridad y la estabilidad de los países sudamericanos». Las bases yankis en Colombia no están mencionadas por su nombre, pero todo el mundo sabe de qué se trata.

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