OPINION INTERNACIONAL

EL SHERIFF DEL MEDIO ORIENTE

A esto volvió a aludir sin pelos en la lengua el presidente Lula, que desempeña un papel relevante en este debate y de alguna manera representa la voluntad colectiva de dichos países emergentes, en una dimensión hasta ahora desconocida. En Madrid, donde desde comienzos de la semana se desarrollaron una serie de acontecimientos que congregaron a unos 60 gobernantes de América y Europa, preguntó: «¿Dónde está escrito que Estados Unidos debe ser el sheriff de Medio Oriente y del mundo?». Luego hizo el resumen de la situación: «La verdad cruda es que Irán era presentado como si fuese el demonio, que no quería sentarse a negociar; Irán decidió sentarse a la mesa de negociación, y quiero ver si los otros van a cumplir lo que querían que Irán hiciese», agregando que «hay personas que no saben hacer política sin enemigos». Por último, subrayando un aspecto fundamental del acuerdo, dijo que «Brasil hizo una contribución al multilateralismo que debería tenerse en cuenta», lo que fue destacado en la Cumbre de la Unión Europea con América Latina y el Caribe por la presidenta Cristina Fernández. Pero al mismo tiempo la secretaria de Estado Hillary Clinton anunciaba que existía consenso en el Consejo de Seguridad para una cuarta ronda de sanciones contra Irán, lo que está por verse, entre otras cosas porque Brasil, Turquía y el Líbano, todos ellos miembros no permanentes, se oponen decididamente y propugnan la vía de la negociación en base al acuerdo de Teherán.

Decíamos que estas iniciativas han tenido intensa repercusión en el mundo, y particularmente en la América Latina y caribeña. En el diario mexicano La Jornada se escribe: «El resplandor que emiten hechos que hacen historia, como el acuerdo firmado el lunes 17 entre Brasil, Irán y Turquía para resolver el problema en torno al programa nuclear iraní, ilumina las zonas que habitualmente permanecen en la sombra. Las ondas expansivas del acuerdo de Teherán sacudieron las cancillerías de las potencias de Occidente, evidenciando la profunda molestia que provoca la irrupción de países emergentes que trastocan el tablero global». Estima que la reacción de Hillary Clinton, que pretende avanzar en la política de sanciones dejando de lado el acuerdo de Teherán, «muestra la impotencia de Estados Unidos al verse desplazado del escenario global». Se ha señalado asimismo, desde otro ángulo, la diferencia esencial entre las posiciones del brasileño y de la estadounidense. Mientras Lula dice que «lo importante es que nosotros podamos establecer una relación de confianza, sin la cual no es posible hacer política», la señora Clinton instala la desconfianza, al caracterizar el acuerdo de Teherán como «un intento por detener la acción del Consejo de Seguridad (o sea, las sanciones) sin llegar a tomar medidas para abordar las preocupaciones internacionales sobre su programa nuclear». Un analista norteamericano de nivel, que ocupó cargos importantes, señala que la actitud del gobierno de su país se debe a que perdió el control de la situación y a que Brasil y Turquía pasaron a liderar la vía diplomática, pronosticando a la vez que la insistencia en las sanciones se va a volver contra el gobierno de Washington. El análisis del periódico mexicano concluye en que lo más difícil de digerir para éste es que «en el ex patio trasero sudamericano ha nacido una potencia que puede, incluso, hacer sombra a la Casa Blanca en el Oriente Medio».

Interesa en este caso la opinión de Marco Aurelio García, asesor de la presidencia de Brasil en cuestiones internacionales y que ha seguido de cerca estos avatares. Declaró a Zero Hora de Porto Alegre que «los Estados Unidos están heridos. Por donde nosotros pasábamos, Estados Unidos ya había pasado antes para desalentar la iniciativa (del acuerdo con Irán)». Estimó que si EEUU opta por las sanciones «va a sufrir una sanción moral y política». En sentido análogo, el activo canciller Celso Amorim, cuyo papel fue clave en el bordado del acuerdo, dijo a O Estado de São Paulo que éste era «un pasaporte para una solución negociada y pacífica», por lo cual «ignorar el acuerdo es despreciar la búsqueda de una solución negociada y pacífica». En eso estamos.

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