OPINION INTERNACIONAL

SIRIA, DICTADURA DINASTICA

Bashar el Assad hizo estudios de oftalmología en Londres y llegó a suceder a su padre como dictador de Siria por accidente. El candidato designado por Hafez el Assad era su hermano Basil, pero este falleció en un accidente de automóvil en 1994. Bashar regresó a Damasco convocado por su padre e ingresó a la Academia militar de Homs, al norte de la capital, egresando de la misma en enero de 1999 con el título de coronel. En 2000, poco después de la muerte de su padre, fue designado líder del Partido Baath y ganó la presidencia en una votación en la que según las cifras oficiales habría contado con el apoyo del 97,2% de los votos. Para facilitar su acceso al poder, el Parlamento se apuró a enmendar la Constitución rebajando la edad mínima de los candidatos presidenciales de 40 a 34 años (exactamente la edad de Bashar cuando fue electo). El 27 de mayo de 2007, Bashar fue electo presidente por otros siete años, en una votación en la que no tuvo competidores.

Con la llegada al poder de Bashar en el año 2000 surgieron esperanzas de una efectiva liberalización de la sociedad y del régimen. El flamante nuevo presidente cerró la tristemente célebre prisión de Mezzah y liberó centenares de prisioneros políticos. Asimismo permitió la realización de debates políticos en grupos privados. Pero muy pronto esta fugaz apertura se desvaneció por completo.

Como lo señala un informe de la Organización de Defensa de los Derechos Humanos «Human Rights Watch» (HRW) publicado el 16 de julio, en vísperas de la primera década de Bashar en el poder: «El presidente Bashar el Assad no ha cumplido sus promesas de aumentar las libertades públicas y mejorar el historial de derechos humanos de su gobierno durante una década en el poder».

Según el comunicado de prensa de la organización, el informe de 35 páginas titulado «Una década desperdiciada: los derechos humanos en Siria durante los primeros diez años en el poder de Bashar el Assad» examina el historial de derechos humanos de Assad en función de cinco aspectos fundamentales: represión del activismo político, restricciones a la libertad de expresión, tortura, trato a los kurdos y desapariciones forzadas en Siria. El veredicto es sombrío.

«Ya sea porque Assad quería ser un reformador pero se lo impidió una vieja guardia arraigada o porque simplemente se trata de otro gobernante árabe que no está dispuesto a escuchar críticas, el resultado para el pueblo sirio es el mismo, ni libertad, ni derechos», señaló Sara Lea Whitson, directora para Medio Oriente de Human Rights Watch.

«En su discurso inaugural del 17 de julio de 2000, Assad habló de la necesidad de «pensamiento creativo», «transparencia» y «democracia». Sin embargo, el período de tolerancia que siguió a la llegada al poder de Assad no duró mucho y las prisiones de Siria volvieron a llenarse rápidamente de presos políticos, periodistas y activistas pro derechos humanos. En los ejemplos más recientes, durante las últimas tres semanas, los tribunales penales sirios han dictado diferentes condenas de tres años contra dos destacados abogados de derechos humanos, Haytam Al-Maleh, de 78 años, y Muhamad al-Hasani, de 42 años, por sus críticas contra el historial de derechos humanos en Siria.»

Continúa señalando el comunicado de prensa de HRW: «Los servicios de seguridad sirios, los temidos Mukhabarat, realizan detenciones sin órdenes de arresto y torturan con completa impunidad. Dos años después de que las autoridades penitenciarias y la policía militar emplearan armas de fuego para reprimir un motín que comenzó el 5 de julio de 2008 en la prisión de Sednaya, las autoridades sirias aún no han revelado el paradero de al menos 42 presos, de los cuales se cree que al menos nueve han sido asesinados. La censura es frecuente y se extiende a sitios web populares como Facebook, Youtube y Blogger».

En otra reseña del informe completo publicada por Evan Hill en la cadena árabe Al Jazira el 16 de julio, detalla el capítulo kurdo, «El gobierno continúa evitando la rectificación del censo de 1962 que le quitó la ciudadanía a 120.000 kurdos. El número de kurdos sin ciudadanía aumentó a 300.000 en las décadas siguientes, dificultando al 18% de la más importante minoría no árabe conseguir empleos, registrar casamientos y obtener servicios del Estado. El Estado ha prohibido la enseñanza del kurdo en las escuelas y a menudo prohíbe la realización de festivales como Nowruz, la celebración de Año Nuevo.

En marzo de 2004 protestas kurdas fueron reprimidas por la violencia estatal dejando 36 muertos, 160 heridos y más de 2.000 arrestados y probablemente sujetos a torturas y malos tratos».

El informe no vacila en extraer conclusiones políticas a la luz del fin del aislamiento diplomático de Siria a partir de 2007: «El presidente Assad no tiene excusas para seguir retrasando las reformas necesarias a la situación de los derechos humanos en su país. Ahora que ha salido de su aislamiento internacionalmente impuesto, debe abrir su país».

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje