ANALISIS INTERNACIONAL

LOS NEXOS ENTRE LAS FARC Y ETA

La información sostiene que en el campamento del jefe guerrillero Iván Márquez, cuyo verdadero nombre es Luciano Marín Arango, se realizan periódicamente reuniones con integrantes del Movimiento Continental Bolivariano, que tiene como máximo ideólogo al presidente venezolano Hugo Chávez. Las autoridades colombianas afirman que al llegar a Maracaibo, Venezuela, los visitantes extranjeros son recibidos por guerrilleros y un representante de la Guardia Nacional venezolana y la brigada XI del Ejército de ese país. Para arribar a los campamentos hay que pasar, según las informaciones reveladas, por dos controles de seguridad del Ejército venezolano y cinco más establecidos por las propias FARC, controlados por insurgentes armados con fusiles de asalto y armas cortas.

Las relaciones de ETA con el gobierno de Chávez no son nuevas. Este año el juez español de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, investigó los indicios de una «manifiesta cooperación gubernamental» del Ejecutivo venezolano «en la ilícita colaboración entre las FARC y ETA». El auto de la justicia española también revelaba la iniciativa de los jefes de las FARC de contar con ETA para cometer atentados, ente ellos el del presidente de Colombia, Alvaro Uribe, y su antecesor Andrés Pastrana. Miembros de ETA formaron a varias decenas de guerrilleros de las FARC en «al menos seis campos venezolanos», según confesaron cuatro ex miembros de la guerrilla colombiana a policías españoles.

Los cursillos tuvieron lugar entre los años 2003 y 2008 y consistieron en el intercambio de conocimientos militares y técnicas para la fabricación de explosivos y granadas.

Alguno de ellos se realizaron en territorio venezolano, en bases que las FARC tienen en ese país. «ETA instruía a las FARC en la aplicación de las técnicas más modernas de guerrilla urbana, en el uso de determinados explosivos y en la confección de artefactos iniciados por movimiento y mediante teléfonos móviles», señala el auto del juez español Velasco.

El juez también asegura que fueron las FARC las que en diciembre de 2003 instruyeron a cuatro militantes de la organización terrorista sobre el manejo de misiles tierra-aire. Se da la circunstancia de que un año más tarde se requisaron dos misiles de este tipo a los etarras Mikel Albizu y Soledad Iparraguirre durante su detención en Francia. Con estos artefacto ETA quiso matar al entonces presidente del Gobierno José María Aznar durante sus deplazamientos al País Vasco con motivo de las elecciones autonómicas de 2001.

Los encargados de la coordinación de los cursillos fueron Emiro del Carmen Ropero, por parte de las FARC, y Arturo Cubillas, por parte de ETA. Arturo Cubillas Fontán, de 46 años, era el responsable del colectivo de etarras refugiados en Venezuela, e integraba el gobierno de Chávez, como director adscrito a la Oficina de Administración y Servicios del Ministerio de Agricultura.

El periodista y escritor español Florencio Domínguez, autor del libro «Las conexiones de ETA en América» aseguró que hay células etarras en Venezuela y afirmó que su vinculación con el país de Chávez es «histórica», y que las primeras colaboraciones con la FARC datan de 1959. El investigador, relata también cómo miembros de ETA han entrenado con las FARC en Colombia o combatido con la guerrilla salvadoreña, además de realizar secuestros con el MIR, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria chileno, como el del empresario Emiliano Revilla. En el libro se advierte que esas conexiones son más estrechas de lo que nos pudiera parecer. Por ejemplo las FARC saludaron en euskara en algunos de sus comunicados: «Golpear hasta ganar, muchas luchas populares armadas».

«Que los grupos terroristas se ayudan entre ellos no es una novedad y ocurre al menos desde los años 70, cuando el fenómeno terrorista alcanzó dimensiones mundiales (guerrillas iberoamericanas, terrorismo palestino y árabe, grupos terroristas y separatistas europeos.). En la actualidad, en América latina ocurre algo similar: la guerrilla más exitosa del continente, las FARC (cuya lucha se remonta a los años 60 y que en los 90 tuvo en jaque al Estado colombiano) ha logrado crear una amplia red de contactos y alianzas que van más allá de Colombia y que trascienden la región e incluso saltan el Atlántico», afirma Rogelio Núñez es Doctor en Historia de Iberoamérica, y miembro del Observatorio de Seguridad y Defensa de América Latina.

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