ENTREVISTA. MANUEL ALCANTARA, DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

"Los nórdicos tienen sistemas democráticos sin patologías"

Uruguay, Chile y Costa Rica figuran en todas las investigaciones desarrolladas a nivel académico, como los países en los cuales existe una mejor «calidad democrática», señaló a LA REPÚBLICA el doctor Manuel Alcántara Sáez, quien se encuentra en Montevideo con el propósito de participar en un seminario que, organizado por el Centro Latinoamericano de Economía Humana (Claeh), y respaldo de la Fundación Konrad Adenauer de Alemania, se desarrollará en el Palacio Legislativo.

Alcántara, de 59 años, está doctorado en ciencias políticas y sociología por la Universidad Complutense de Madrid, y dirige el prestigioso Instituto de Ibero América de la Universidad de Salamanca, donde es profesor y coordina el programa de doctorado «procesos políticos contemporáneos».

En opinión del experto, América Latina tiene hoy una democracia electoral «bastante asentada», en la que sus patologías más poderosas siguen siendo, las estrategias clientelísticas desplegadas por los partidos, y el flagelo de la corrupción, que degrada las instituciones y los elencos dirigentes. Para Alcántara, existe un conflicto entre los valores de la democracia representativa y el desarrollo de los sistemas económicos capitalistas. Esta es una síntesis del diálogo mantenido

En su condición de director del Instituto de Ibero América de la Universidad de Salamanca, ¿cómo está visualizando la calidad de la democracia en la región?

América Latina presenta una enorme heterogeneidad. En la perspectiva de su dilatada historia, lo que percibimos, en un período de 25 a 30 años, es el desarrollo de democracias bastante asentada. Existen sin embargo, en el plano electoral, muchos males del siglo XIX que se mantienen.

¿Cuáles son esos «males» o patologías del sistema?

Le puedo señalar la persistencia de prácticas clientelísticas, la compra del voto de los ciudadanos, la existencia de Tribunales Electorales que están mediatizados por el poder político.

¿Existe en el mundo algún país cuyo régimen democrático no esté influido por el clientelismo?

Sí, existe. Le puedo poner el caso de los países nórdicos europeos.

¿Sólo esos países? ¿La democracia madura a escala planetaria se concentra en los países nórdicos?

Le cito el caso de esos países como democracias electorales muy avanzadas. Pero digamos, la compra de votos no existe en la mayoría de los países europeos.

La influencia de la política partidaria en los organismos electorales, tampoco. El clientelismo existe sí, por ejemplo en España, hay programas de empleo rural llevados adelante por el PSOE para mantener bolsas de un clientelismo muy leve.

Y, en América Latina, ¿dónde están más extendidas las prácticas clientelísticas?

-En América Central se ven situaciones muy variadas. Costa Rica es una excepción, lo mismo que lo que ocurre en algunos estados mexicanos. Colombia, la costa, es un pantano clientelístico, República Dominicana…

Y en Sudamérica, ¿qué está pasando?

El fenómeno lo encontramos en muchas partes. En Brasil, en Argentina, especialmente rural, en Ecuador, Perú, Bolivia. Hay clientelismo, hay compra de votos. Son situaciones que habría que abordar en forma detallada. Esta es una síntesis por demás genérica.

Estas prácticas están interrelacionadas con una determinada crisis de los valores representativos de la democracia, con una falta de confianza en los procesos electorales, en los partidos políticos, en su dirigencia, en la propia acción de los parlamentos.

Muchas veces, según los estudios de opinión pública existentes, encontramos que las personas depositan más confianza en un presidente, en los medios de comunicación, en la iglesia, en el Ejército, en los empresarios, que en las instituciones representativas o en las élites políticas.

Y las causas últimas, ¿cuáles serían para usted?

Encontramos en América Latina, en Europa, que la actuación de la clase política ha estado salpicada por casos de corrupción, de enriquecimiento ilícito, que sacuden a las sociedades, y tenemos, a su vez, las raíces de una vieja tradición que es la del anarquismo, que lleva a una desconfianza sistemática en el poder, al que se vincula con los males del mundo, y que se asocia con la corrupción.

Asistimos, además, a las crisis ligadas a algunos valores propios del sistema capitalista, como el lucro, el egoísmo y el individualismo extremo; la falta de solidaridad social.

El desarrollo de una economía de mercado, y la democracia representativa, ¿viven una tensión estructural?

Sí, es algo muy serio…

¿La democracia política solo puede construirse en el ámbito del capitalismo?

Creo que no. La democracia representativa puede tener escenarios de desarrollo y bonanza, alternativos al sistema capitalista.

Usted, qué ejemplos daría?

No, ninguno. Es ideología. Esto hoy no existe. Lo que le señalé, no está basado en la empírica.

Lo que sí le puedo decir es que en la academia, está lleno de gente que tiene esta actitud, que piensa la realidad de esta forma.

 

Crisis del capitalismo

* – En España, el PSOE adelantó la convocatoria a nuevos comicios y se vaticina un triunfo conservador. ¿Cómo se llegó a esto? Los socialistas en sus ocho años de gobierno, ¿mejoraron la distribución de la riqueza o todo quedó limitado a sus propuestas electorales?

Estamos ante una crisis global del capitalismo, que en España golpeó muy fuerte en el empleo. Afectó al sector inmobiliario, la construcción se ha parado, existen menos ingresos fiscales, y la desocupación en España que ha andado por el 8 o 9%, se duplicó. Las medidas de ajuste, en consonancia con las aplicadas en toda Europa, significaron recortes y empobrecimiento para la mayoría de la población. El gobierno de Rodríguez Zapatero tardó un año en reconocer la crisis y tomar medidas. Esto fue muy grave. Perdió un tiempo muy grande. No debemos olvidar que, salvo en 2 casos, en el resto de la Comunidad Europea gobiernan las derechas, que adoptaron políticas todas de signo conservador, deteriorando las condiciones de vida de amplios sectores de la sociedad. Entonces, vivimos un tiempo de elecciones, en que pueden regresar otra vez los conservadores del Partido Popular, después de ocho años de gobiernos del PSOE.

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