Abdelrrahuf, el molá que llamó criminales a los talibanes

ALFONS LUNA, KABUL, AFP

 

El molá Abdelrrahuf acabó en la cárcel con todos los regímenes afganos de los últimos 20 años, llamó asesino al ex presidente Burhanuddin Rabbani y «emir de los criminales» al molá Mohammad Omar, lo que le procuró una reputación de insobornable y el cariño de los kabulíes.

«La razón por la que la gente me quiere es que les ayudo y les apoyo. Cuando uno da bien y apoyo, lo recibe a cambio» explicó a la AFP en su mezquita de los heratíes, en el centro de Kabul.

A sus 55 años, este afable religioso ha pisado la cárcel en ocho ocasiones, con cada uno de los presidentes que Afganistán ha tenido en los últimos 22 años, exactamente los que lleva en la clerecía.

Los talibanes (1996-2001) lo encarcelaron en tres ocasiones, pero quienes se ensañaron con él fueron los agentes del presidente comunista Najibulá, quienes lo torturaron salvajemente.

El molá conserva tres cicatrices enormes en las piernas, dos en la izquierda y una en la derecha, por culpa de la carne que le arrancaron los hombres de Najibulá, que además lo expulsaron de su mezquita.

«Me opuse a los comunistas y cuando llegó Rabbani (1992-1996) me opuse a él, porque decía que había que matar y aniquilar a los comunistas, y porque acusó a los kabulíes de complicidad con los soviéticos».

«Destruyeron Kabul y las casas de la gente. Por éso llamé asesino a Rabbani», explicó.

Pero a la ciudad le esperaba algo peor que los mujaidines, los talibanes: «Llegaron con más fuerza que Rabbani. Mataron, golpearon e humillaron a la gente», recuerda.

Abdelrrahuf tiene un verbo enérgico que transmite con voz grave y tono alto. Marca las pausas acariciándose la barba canosa, pero sin retirar en ningún momento la mirada de los ojos del interlocutor. Sin embargo, no sólo no intimida, sino que transmite confianza.

Es difícil encontrar a alguien en Kabul que no tenga palabras de agradecimiento o admiración hacia el molá Abdelrrahuf.

Las mujeres le tienen especial cariño. Durante los talibanes maldijo públicamente la política de la burqa y el encierro y, con la llegada de la nueva administración, insiste en que se les haga un sitio en la sociedad.

«‘Ponte una burqa y encierrate’. ¿Qué clase de imagen da de nuestra religión quien dice algo así? Cuando se le retiran esos derechos a las mujeres, se les retira también el derecho a ser musulmanas ¿Es que nuestras mujeres no son musulmanas?», se pregunta.

«No podemos prohibir trabajar, caminar y vivir a una mujer. No podemos prohibirle la educación. No podemos robarle las capacidades que Dios les concedió. Vivimos en contacto permanente con las mujeres, ¿quién puede siquiera atreverse a marginarlas?», dijo. Abdelrrahuf tiene una especial fijación con Pakistán, «el más poderoso y activo de nuestros enemigos».

Tras el 11 de septiembre, y el alejamiento de Islamabad de los talibanes, «Pakistán está agazapado, escondido, como el asesino que acaba de cometer un crimen, pero no debemos descuidarnos, porque Pakistán no quiere que Afganistán se procure el alimento por sí mismo».

Abdelrrahuf, siempre celoso del poder, dijo estar más tranquilo con la nueva administración de Hamid Karzai, porque «Estados Unidos, Francia y otros» vigilan sus movimientos.

«La razón por la que la gente está contenta con Karzai es que tiene el apoyo de la comunidad internacional. Porque la gente que le rodea es la que destruyó Afganistán, y harían lo mismo que hicieron entonces de no estar atenta la comunidad internacional. Si no hay control internacional volverán los bandidos y los baños de sangre», sentenció.

«Pido que en vez de 5.000, envíen 30.000 soldados de esta fuerza de pacificación. Preferimos la seguridad de estos soldados, que Alá les proteja, que la de los que destruyeron esta nación», añadió, deseando al periodista que «Dios proteja (a los extranjeros)» en Afganistán. *

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