Lula y Walesa: dos obreros que llegaron al poder

El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, comparte con el polaco Lech Walesa un pasado común de obreros que lideraron sindicatos, enfrentaron dictaduras y alcanzaron tal estatura nacional que sus pueblos los llevaron al poder.

Sin embargo a Lula, que triunfó ayer domingo en Brasil, le disgusta la comparación pues sostiene que Walesa fracasó porque el «anticomunismo» era lo único que tenía en la cabeza.

«Nosotros tenemos una historia, un partido y un programa», dijo Lula hace poco en referencia al fiasco que resultó Walesa como presidente.

Sin embargo los caminos que siguieron uno y otro fueron muy similares.

Walesa, de 60 años, y Lula, de 57, nacieron en cuna humilde, son católicos confesos, fueron presos políticos, sólo realizaron estudios primarios y desde jóvenes marcharon a trabajar. El primero como electricista en los astilleros de Gandsk y Lula como mecánico tornero en fábricas de Sao Paulo y ambos pasaron por las prisiones de los regímenes que combatían.

Walesa participa en 1970 en una revuelta reprimida a sangre y fuego por el régimen comunista de la época y seis años más tarde se vincula a la oposición lo que le cuesta la pérdida del empleo.

Lula ingresa al sindicato metalúrgico en 1967 el cual lo elige presidente en 1975 y conduce prolongadas huelgas y multitudinarias concentraciones que se convirtieron en un emblema de la oposición a la dictadura militar que gobernaba desde 1964.

Tanto para Lula como para Walesa, el año 1980 marcó un hito en sus trayectorias.

A comienzos de ese año el mundo entero empieza a conocer el nombre de Walesa cuando a fuerza de huelgas en el litoral báltico de Polonia logra que el régimen reconozca a su sindicato Solidaridad; el primero admitido en la Europa del este.

Casi simultáneamente, en febrero de 1980, Lula funda el Partido de los Trabajadores (PT). El partido se definió como obrero y socialista y se nutrió de dirigentes sociales, disidentes de otras tiendas izquierdistas y católicos de la Teología de la Liberación; una doctrina que abogaba por el compromiso político de los fieles y confrontaba las orientaciones del Papa polaco Juan II.

Católico ferviente, Walesa tuvo en el Papa un aliado que apuntaló sus luchas. En diciembre de 1981, el gobierno polaco impuso la ley marcial, Solidaridad fue ilegalizado y Walesa junto a la plana mayor del sindicato fue preso. Salió al cabo de once meses pero Solidaridad siguió proscripto.

Walesa, no obstante, dirigía Solidaridad desde la clandestinidad. En 1983 fue escogido para el Premio Nobel de la Paz que fue entregado a su esposa en Oslo.

Para entonces y aún en dictadura Lula se había postulado en 1982 sin éxito al gobierno de Sao Paulo pero su partido ganó con la contribución de movimientos de masas en los que el PT desempeñó un papel clave, Lula ingresa al Congreso federal como diputado.

Hacia 1988 el régimen comunista de Polonia enfrenta una nueva ola de huelgas y es forzado a negociar con la oposición. Walesa y otros lideres obtienen la legalización de Solidaridad.

El régimen comunista cayó en 1989 y Walesa conquista la presidencia en la primera elección en democracia.

Ese mismo año, Lula realiza su primer intento presidencial y pierde en el segundo turno a manos de Fernando Collor. Volvió a pelear la presidencia en 1994 y 1998 y fue derrotado por Fernando Henrique Cardoso.

Con Walesa como presidente, Polonia se fue a pique y su popularidad se fue pique. Buscó reelegirse en 1995 pero perdió estrepitosamente. Intentó nuevamente ganar la presidencia en 2000 y los polacos volvieron a darle la espalda.

Lejos de tenerlo como espejo, Lula se refiere a Walesa para explicar la importancia esencial que le asigna a que su PT tenga programas y planes de gobierno.

«No quiero terminar como Walesa en Polonia, que era un símbolo pero no tenía ninguna sustentación más allá de su anticomunismo. De hecho, nadie se acuerda más de él», dijo Lula en agosto al diario español El Mundo. *

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